Capítulo XIV A orillas del Río Navyth

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El camino era difícil de seguir, bailabas o tropezabas con algunas raíces entrecruzadas de los viejos árboles secos. Sastian y su grupo estaban más unidos (literalmente) no querían separarse y extraviarse en lo más profundo de la arboleda oscura. Sus manos tanteaban en cualquier rincón, con el cuidado de que no se encontrarán algo peligroso.

Era una noche fría, un simple soplido del gélido lugar te helaba los huesos. Se complicaba hasta el punto de ser imposible encontrar un refugio en pleno invernadero.

Sastian miró atrás o lo que pudo mirar, vio a sus compañeros agotados, con mucho esfuerzo en continuar, debían hallar rápido algún lugar donde los vientos no les estrellen en la cara, y la niebla se disperse un poco. Un lugar para descansar y no ser descubiertos por los guardias.

-Sastian, ¿estamos cerca del refugio? –Preguntaba Rita desolada y con poco ánimo.

-Realmente no lo sé, Vlamir por favor alúmbranos.

Vlamir juntó sus manos y un cálido fulgor nació de ahí, el camino comenzaba a hacerse más visible y sus ganas de seguir también. A pesar de caminar hacia algo que desconocía Sastian, tenía la esperanza de que sus demás compañeros le protegerían y jamás le dejarían solo.

El inmenso bosquejo lograría confundir a cualquiera. Estaban todos atentos mirando hacia atrás, tratando de verificar si aún les perseguían en el interior del sitio. Aclarando sus oídos en busca de un sonido violento o altamente extraño.

Paso a paso a unos cuantos metros de ellos se encontraba una pequeña cueva, tenía a lado un par de arbustos y pareciese que alguna bestia habitaba adentro. Era una cueva que te invitaba a refugiarte del frio y del peligro del bosque.

-Chicos, ¿estamos perdidos? –preguntaba distraído Adrec dando pequeños pasos inseguros.

-No desesperes Arnec, de seguro estamos cerca de un refugio -trataba de tranquilizarlo Rita.

-Por favor, dejen de angustiarse, no estamos del todo perdidos –se unía a la conversación Vlamir.

N solo les observaba aunque el también sentía inseguridad de la cruzada en la niebla, si se trataban de refugiar ya habían dado con algo.

-¡Auuuuuuu! –Seguido de un gran impacto se escuchaba el acompañamiento del grito de Sastian-. ¿Qué es esto? –tocaba la consistencia de lo que le había golpeado-. Vlamir alumbra aquí por favor.

Vlamir corrió enseguida donde Sastian, apurado encendió sus manos y alumbró lo que les posaba delante de ellos.

-Esto es... -Vlamir se quedaba sin palabras.

-Así es, compañeros, encontramos una cueva. –dijo finalizado-. Entremos antes de que nos congelemos aquí.

Al escucharlo todos corrieron rápidamente, principalmente Arnec, que moría por calentarse y entrar en calor, antes de fallecer en el inmenso frio y el cansancio extremo. Sin pensarlo dos veces Sastian se les unió, no quería quedarse afuera.

Entraron todos, y tuvieron la suerte de no contar con un animal mágico que les echase de su casa quitándoles la vida. Era una cueva muy grande, a pesar de verse pequeña, pareciera que unos enanos cavaron a profundidad y la expansión era buena, podían caber mas o menos una docena y aun así sobraría espacio para un par de personas más.

-Por cierto en el camino recogí unas cuantas varas –anunciaba Rita-. Podríamos calentarlas.

-Fantástico, buen trabajo Rita –agarró Sastian unas cuantas ramas y las coloco una sobre una.

Rita lo miraba fijamente, estaba muy agradecida por haberles salvado en la prisión Elemental. Ella nunca había visto a alguien arriesgarse de esa forma por personas que son prácticamente desconocidas para él.

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