5 - MEMENTO MORI

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ADVERTENCIA: Este capítulo contiene escenas de violencia, la escena en cuestión se encuentra al final del mismo. Si eres menor de edad o con alta sensibilidad, te recomiendo que te saltes esa parte.

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V

MEMENTO MORI



Elena regresó a su casa de Capital casi al final de la tarde. El viento frío le recibió al bajarse del colectivo y la acompañó por el camino hacia su casa. Normalmente se bajaba a tres cuadras, pero ese día la calle principal había sido cortada y por ello debió bajarse seis cuadras antes. No era que le importase caminar, al contrario, era el frío el que la ponía de malas.

La parada había sido en la Plaza Mariano Moreno, donde sorpresivamente, aun había gente caminando y algunos niños jugando en los juegos que hacía poco habían instalado los de la municipalidad. Elena se preguntaba cuánto dudaría aquello, ya que la gente tendía a ser muy destructora con todo lo que se les daba en beneficio.

Pasó cerca de su cafetería favorita, a la cual le gustaba ir de vez en cuando con Ingrid, desde la puerta llegaba el olor del café mezclado con el de facturas(20) recién hechas. Aunque si era honesta, ninguna confitería podía hacer las medialunas que hacía Sofía. Simplemente eran como probar un pedacito de cielo. De sólo evocarlas con su mente se le hizo agua a la boca, quería llegar pronto a su casa y ver si aún quedaban un par de las que les había dado el día anterior, cuando pasó a visitarlas a su casa de camino a la Catedral (al vivir en pleno centro tenían todo a un paso). Elena dudaba que Mariana le hubiera dejado alguna. El invierno las volvía casi tan glotonas como un oso en plena etapa pre-hibernación, lo cual a veces terminaban lamentando en el verano, pero nada que no pudiera arreglar con un poco de ejercicio.

-¿No tendrá una monedita para mí?- una niña de no más de siete años la miraba con tristeza mientras extendía su mano flaquita y sucia en su dirección.

Se apresuró a buscar entre sus bolsillos un poco del cambio que había recibido horas antes en la cafetería de la Universidad, mientras reparaba en el aspecto de la niña. Realmente se veía hambrienta y malnutrida. Sus ropas estaban sucias y agujereadas en ciertos lugares, que seguramente le hacían pasar más frío que el que una persona podía soportar.

-¿Sabes?, mejor te invito un chocolate y unas medialunas, ¿qué dices?- los ojos oscuros de la niña la miraron con sorpresa y anhelo.

-¿En serio?

A Elena se le encogió el corazón. Realmente odiaba lo que la pobreza les hacía a los niños. Gracias a la labor de Sofía había aprendido que muchas veces los niños limosneros eran enviados por sus padres para pedir plata para comprarse alcohol o drogas. Por eso muchas veces ella estaba reticente de darles dinero y a cambio les ofrecía algo para comer. Sabía que no era muy bueno andar haciendo eso ya que los adultos detrás de aquellos niños solían violentarse si no recibían lo que necesitaban, pero por lo menos podía sentirse menos culpable al ver que los niños recuperaban un poco de color en sus mejillas por tener un poco de alimento con ellos.

Por eso no dudó en dirigirse a la confitería. La nena la seguía de cerca, expectante.

-En serio, ¡ven, vamos! Puedes escoger lo que quieras.

El lugar estaba medio vacío, así que no tuvo que esperar demasiado. Los baristas ya la conocían, por lo que no le sorprendió que le dieran plática mientras atendían. Uno de ellos se llamaba Ramón y siempre intentaba coquetear con ella. Aquella vez no fue la excepción.

Mal'akh: GÉNESISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora