I
CONFÍA Y CREE
Cuando Elena se resignó a aceptar que aquello no era un sueño fue porque no podía ni siquiera soñar. Cuando Rafael le había dicho unas horas atrás que se daría cuenta de las cosas que la diferenciarían como Mal'akh de un ser humano (o como él y Rae se empeñaban en decir: miradrolión), jamás se imaginó tener que renunciar a cosas que antes habían sido de lo más mundanas. Ya no podía ingerir los alimentos como lo hacía antes, a menos que le agregara ese condimento especial que neutralizaba los sabores, parecía tener los sentidos algo hipersensibles, especialmente el oído, ya que podía oír con claridad los susurros que la gente emitía incluso a una distancia considerable, y otra cosa que acababa de descubrir: los ángeles no dormían.
Se había pasado dos horas en su cama intentando conciliar el sueño, pero le era imposible. En un principio lo atribuyó a las emociones fuertes que había experimentado, pero luego se dio cuenta que no sentía cansancio. Era extraño, normalmente ella a esa hora ya estaba bostezando o cayendo rendida en los brazos de su amado Morfeo.
La realidad le cayó de golpe cuando su celular vibró con un mensaje de un número desconocido.
«No dormimos»
Pensando que había sido un número equivocado, no le dio importancia y se volvió a acomodar entre las sábanas, quizás si buscaba una mejor postura pudiera por fin cerrar los ojos y entregarse al mundo onírico, donde quizás todo fuera menos descabellado.
Su teléfono volvió a vibrar, provocando que soltara un gruñido de molestia.
«Soy Rafael. No dormimos. Si quieres respuestas ven a lo de Sofía»
Elena se quedó quieta durante unos segundos, releyendo aquél mensaje. Sintió como sus ojos se nublaban por las lágrimas de frustración que comenzó a acumular. La realidad de lo que le pasaba la golpeó de lleno. Realmente había cambiado. Le asustaba pensar lo que podría pasar a partir de ahí. ¿Podía decírselo a sus padres? ¿A Mariana? Su corazón, se encogió al evocar a su dulce hermanita. No había dejado de pensar en ello durante toda la cena.
Se sentía sola y frágil. Aterrada ante el nuevo mundo que se abría ante ella.
Sabía que su vida iba a cambiar rotundamente, pero en esos momentos le aterraba imaginarse o saber cuánto. Ella no había pedido aquello. Ella no había decidido morir. ¿Por qué ella? Esa era la pregunta que más miedo le daba. Había leído muchas novelas fantásticas en su vida como para no saber que cuando la vida de un personaje "normal" se ve interrumpida por la aparición del elemento mágico, ya nada iba a ser igual.
Recordó con algo de pánico la escena de lucha que había contemplado. Se suponía que los ángeles eran seres bondadosos y piadosos, pero lo que había visto hacer a Rafael y a Raguel con el extraño ser que la había matado, le hizo saber que tenía mucho que aprender. Rafael había hablado algo sobre una especie de entrenamiento.
Soltando un suspiro de resignación, se destapó. Esperó el frío del ambiente, pero éste nunca llegó.
«Por lo menos algo que no extrañaré», pensó con algo de amargura.
Con cuidado de no hacer ruido, se vistió a oscuras con la misma ropa que había llevado durante la cena. Se calzó sus botas abrigadas y salió con sigilo de su habitación.
Todo en su casa era silencio. Podía escuchar la leve respiración de su hermana, proveniente de la habitación que enfrentaba a la suya, ésta era acompañada por el leve ronquido de su perro. Elena casi se lanza a reír. Ella no había querido creerle a su hermana que afirmaba que su perro roncaba. Ahora podía darle la razón.
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Mal'akh: GÉNESIS
Science FictionElena Salvaterra está por cumplir los 21 años. Ella creía que era una adolescente común y corriente, pero pronto descubrirá que su destino está ligado a una guerra que se remonta, quizás, desde el principio de los tiempos. Su misión es clara, pero ¿...