7 - DESIGNIOS

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VII

DESIGNIOS



Rafael la guío hasta un lugar apartado, desde donde pudieran ver la confitería y su interior sin ser detectados. Raquel los siguió en silencio, mirando a todos lados como para asegurarse que nadie les prestara atención,

Elena se sintió extraña. Se había dado cuenta que no sentía el mismo frío que recordaba cuando ella había vivido por primera vez aquellas horas. Además toda su cabeza parecía nadar un mar de preguntas, cuya respuesta sólo podría obtener de a poco como había ido aprendiendo. Rafael y Raquel no eran reticentes a darle información, pero por el bien de su salud mental cuidaban lo que decían. Internamente les agradeció por ello, ya que a pesar que su pregunta mayor (¿cómo había terminado así?) aún no era del todo contestada, sabía que tarde o temprano se lo dirían.

—¿Entonces sólo debemos esperar?— preguntó queriendo romper el silencio que se había formado desde que habían aterrizado en ese lugar.

—Así es, hay que tener cuidado con los miradrolión que nos han visto en este tiempo— respondió automáticamente Raquel—. Especialmente el barista— señaló con la cabeza a la confitería.

Elena observó cómo su yo del pasado se encaminaba con paso firme hacia la tienda, seguida por la pequeña Flor.

Frunció el ceño al recordar al padrastro de la niña.

—¿Por qué el padrastro se apareció en mi puerta?

Rafael suspiró como en señal de rendición.

—Ha sido un designio— nuevamente fue Raquel quien le dio la respuesta—. Estaba estipulado que fuera el causante de tu muerte. Tu primer designio es Flor.

—¿Designio no es destino?

—Algo así. Es más como una pequeña misión— le informó Rafael.

El silencio se volvió a apoderar de ellos, lo que permitió a Elena empezar a armarse una idea sobre lo que le esperaba.

—¿Por qué no vamos directamente con Sofía?

—Tu hermana pasó gran parte de esta hora con ella, sólo regresó para reprimirte por llegar tarde— Rafael la miró con diversión—. Tú y tu hermana tienen una relación bastante linda. Son muy unidas, ¿verdad?

—Sí, lo somos— Elena sonrió—. Ustedes dos no son hermanos, ¿verdad?

Raquel soltó una risita.

—Si fuera mi hermano de sangre me colgaría. Pero es mi hermano de vida, así que...

—Gracias, Raguel— le sonrió Rafael sarcásticamente.

—La has llamado así de nuevo, ¿no te llamas Raquel?— inquirió Elena.

La aludida rodó los ojos.

—Digamos que mi nombre es poco común si me quiero hacer pasar por un miradrol. Raquel suena más humano.

—Pero es muy anticuado— soltó Elena sin pensarlo, provocando que Rafael estallara en carcajadas. Raguel frunció el ceño.

—Gracias por el dato, Elena— Raquel suspiró—. Me gusta más que me llamen Rae.

—De acuerdo, Rae, a mí me gusta que me digan Lena.

Mal'akh: GÉNESISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora