CAPÍTULO 7: ¡QUE DESASTRE!

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Habían pasado tres días y era sábado, era el día en que conocería a los padres de Andrea formalmente. No debía preocuparme, esto no significaba que la relación íba tan enserio... ¿cierto?
Lo había platicado un poco con Zayn y decía que estaba en problemas, pero que no tenía nada de qué preocuparme...

Claro, eso me había calmado. En parte tenía razón, no tenía nada de que preocuparme porque yo era ese chico bue... ¡un momento! Ya no era el chico bueno, o bueno lo era, pero no aún no había hecho nada para demostrar que era bueno. Eso no importaba porque los padres de Andrea no sabían lo malo que había hecho y no tenían por qué saberlo, solo me comportaría bien e intentaría no decir lo ridículo que me veía con este traje.

-¡Mamá, estaré en casa de Andrea!

Le avisé a mamá antes de salir.

-¡Suerte!

El abuelo ya se encontraba dormido, así que no me despedí de él.

"Toc, toc"

Me ajusté un poco la corbata y me preparé para lo que viniera.

-Hola.

Afortunadamente era Andrea, no tuve que sonreír de oreja a oreja como un idiota.
Me acerqué para darle un beso en los labios, pero me arrugó la frente y era una señal de que no lo hiciera; quizá no era apropiado con sus padres.

-Hola.

Fue un saludo simple y distanciado.

-Pasa...

Andrea cerró la puerta.

-Mira mamá, Taylor trajo una tarta de...

-Manzana.

Terminé la oración.
La ví abrir sus ojos.

-¿Qué sucede?

Le susurré.

-Sucede que soy alérgico a la manzana, pero gracias por el intento de asesinarme.

¿Qué? ¡Qué clase de persona es alérgica a la manzana! y ese comentario incómodo no era para nada gracioso, pero de alguna u otra forma había leído mis pensamientos en ese momento.

-Pasa a sentarte Taylor.

Dijo su madre. Su voz sonaba agradable, quizá hasta ella no era tan mala como el padre.

-Muchas gracias.

Me senté junto a Andrea, pero ella me empujó para sentarme junto a su padre, en frente mío se sentó su madre y Andrea junto a ella.

Antes de comenzar a comer, me heché la bendición como casi siempre lo hacía; ellos lo hicieron igual y una vez terminé, tomé la bandeja con puré de papa y escuché decir a la madre:

-¿Eso fue todo? Creí que agradecerías a Dios por esta cena como lo estamos haciendo nosotros.

Solté la bandeja y pasé saliva.

-¿Acaso es suficiente hecharte la bendición y ya? Eso de qué te sirve si no agradeces.

Me sentía regañado por su padre, que vergüenza.

-Creí que al darme la bendición estaba agradeciendo.

Lo dije en voz baja y veía a Andrea hacerme muecas como si mi quisiera decir: "No lo empeores"

-Jum... pobre muchacho.

Negó con la cabeza.
¿Eso qué quería decir?

Esperé unos largos segundos mientras me aguantaba las ganas de devorarme esa comida, hasta que los tres levantaron su cabeza y comenzaron a servirsen; yo esperé para parecer educado.

LICENCIA PARA AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora