— ¿Entonces está bien? —preguntó Axel.
—Sí, sólo fue un golpe—respondió el doctor.
— ¿Ya nos podemos ir?
—Sí.
— ¿Era necesario esto? —dije señalando mi pie.
—Sí, en dos días más te lo podrás quitar, mientras tu tobillo se mejora —hablóel doctor mientras anotaba en una hoja que sostenía el porta hojas.
—Axel West, te odio.
—Yo no tengo la culpa.
— ¿Entonces ya podemos irnos?
—Sí—respondió el doctor.
—Entonces vamos.
Axel se acercó a mí, me ayudó a levantarme de la camilla y nos acercamos a la puerta.
—Axel—dijo el doctor.
— ¿Sí, padre?
Espera...¿el doctor era su padre? Es por eso que Axel conoce a mi madre.
—No llegues tarde hoy—dijo guiñando un ojos.
Nos marchamos del consultorio.
— ¿Escaleras o elevador?
—Obvio que elevador.
—Entonces por aquí—dijo señalando al elevador.
Axel aplastó el botón y entramos.
—Sarah, ¿qué te sucedió? —habló una enfermera.
—Me fracturé el tobillo, fue un accidente.
—Que te mejores—dijo mientras salía del elevador.
— ¿Amiga de tu madre?
—Sí.
—Sarah, en verdad lo lamento, no debiste saltar.
—Axel, no hay problema.
— ¿Sin rencores?
—Sin rencores.
Salimos hasta el estacionamiento, Axel me ayudó a subir en su auto.
—En verdad no fue nada, no sé por qué llegamos hasta acá.
—Axel West no podía dejarte solamente así, señorita Harper.
—Axel.
— ¿Por qué eres así?
— ¿Cómo?
—Como tú eres.
—Solamente soy así con personas importantes.
— ¿Entonces soy importante en tu vida?
—No te imaginas lo importante que eres.
El silencio invadió el auto.
—Creo que deberías arrancar.
—Sí, ¿a tu casa?
—Sí.
—Sarah, dime algo perfecto.
—Tú —respondí sin pensarlo.
Sus labios, su cabello, su voz, sus ojos, él era perfecto en todo el sentido.
— ¿Es aquí, cierto?
—Sí —respondí.
Axel bajó del auto, abrió la puerta del lugar donde estaba y me ayudó a bajar.
Me puse a pensar si que Axel me cargara no lo cansaba.
—Las llaves están debajo del tapete.
—Te dejaré por un momento—dijo mientras se encogía para recoger las llaves.
Axel abrió la puerta, y me volvió a cargar como si fuéramos recién casados.
—Es arriba.
— ¿Enserio?
—¿Estás seguro que puedes?
—Cuando se trata de Sarah Harper nada es imposible.
Axel subió a mi habitación cargándome.
— ¡Por fin! —dijo dejando mi cuerpo en la cama.
— ¡Oye! —respondí molesta.
—Sarah, ¿y tu madre?
—Está fuera de la ciudad, regresa en dos días.
— ¿Entonces tenemos la casa para nosotros solos? —dijo con cara de pervertido.
—Sí.
—¿Recuerdas cuando te dije que era una violador?, pues no mentía.
—Axel, por favor.
—Sarah, debes descansar.
—Podré descansar si me cuentas una historia, toma un lugar—dije señalando la cama.
—Claro, comenzamos.
—Sorpréndeme.
—Había una vez, en un reino no muy lejano, una princesa llamada Sarah. Ella tenía el poder de ser engañada por todos. Un día ella no registró bien un número telefónico, entonces conoció a una persona.
— ¿Quién era?
—Él era un caballero llamado Axel, él mintió para que la amistad que había logrado con ella no se acabara. Entonces, cuando supo todo, la princesa se sentía muy decepcionada.
—Axel, para, por favor, tu historia es muy aburrida.
—Entonces, ¿qué piensas hacer?
—Trataré de dormir.
—Está bien, entonces me marcharé.
Estaba recostada en la cama, Axel tomó una sábana y me cubrió.
—Recupérate—dijo mientras estaba cerca de la perta.
—Axel, no te vayas, quiero que te quedes.
Axel quedó sorprendido con lo que dije, regresó, comenzó a quitarse sus zapatos de vestir, y se recostó en la cama conmigo. Puso su brazo debajo de mi cabeza.
Esto no era lo que realmente parece. Axel y yo solamente nos quedamos recostados sin hacer nada.
Axel me estaba protegiendo, y amaba que Axel hiciera eso. La regla número dos, no dormir con chicos, había sido literalmente eliminada.
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Mensaje equivocado (En Edición)
Teen FictionSarah Harper es una chica del montón. Su plan para el último curso del instituto es pasar desapercibida y seguir divirtiéndose con su mejor amiga, Samantha, y disfrutar de su soltería. Pero todo cambia cuando Sarah decide mandar un mensaje de texto...