Capítulo 4

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Al terminar las clases Mía me llevo casa me despedí de ella y subí a mi habitación, revise mis redes sociales, así me la pase hasta que mi celular marco el 15% de batería por lo cual decidí cargarlo y recostarme un rato hasta que termine profundamente dormida

Desperté, vi mi reloj y estaban a punto de dar las 8:00 p.m. así que me levante y me cambie, me puse unos jeans de mezclilla una sudadera negra y unos vans tome las llaves de mi auto y me dirigí a una tienda donde venden útiles de escuela y así, me baje del auto y entre ya que necesitaba comprar algunas libretas; al encontrarme en los pasillos de útiles escuche una voz conocida.

-Hey, hola- dijo él. Santa cachucha, Rodrigo estaba aquí, su cabello castaño estaba desordenado, sus ojos miel me veían, una sonrisa estaba en su rostro mientras que tenía puesto un conjunto deportivo, se veía tan guapo, mi mente comenzó a crear un montón de escenarios que decidí alejar mientras lo miraba para finalmente hablar.

-hola- respondí con algo de timidez.

Hay una pequeña canasta de ruedas en la cual tiene algunos útiles, creo que también había venido con el mismo objetivo que yo.

-Sofía, ¿cierto?- pregunta, al menos sabía mi nombre, trago saliva.

-sí, así decidieron llamarme mis padres- respondo y suelta una pequeña risa que logra erizar mi piel, agradecía tener puesta mi sudadera sino ya hubiera quedado expuesta.

-estamos en el mismo grupo- habla y asiento, por supuesto que lo sabía, ¿cómo no lo sabría? Quiero reír y decirle que no hace falta que me lo recuerde pero mejor me guardo esos estúpidos comentarios.

-sí- afirme, sentía que en cualquier momento mis mejillas se sonrojarían por completo, era un verdadero milagro que hasta ahora no hubiese hecho una tontería frente a él.

-por supuesto- responde- apuesto a que también vienes a comprar las cosas para la escuela- prosigue. Santo cielo, que hermosa voz se carga este chico.

-estás en lo correcto- hable tomando un cuaderno del estante a nuestro lado.

Se quedó pensativo por algunos segundos y después habla de nuevo, sus palabras generar un poco de sorpresa en mí pero al mismo tiempo creo que es una de las mejores propuestas que me han hecho en mucho tiempo.

-¿te molesta si te acompaño?- pregunta mientras se acerca un poco haciéndome tragar saliva, toma un cuaderno también y  hace lo mismo que yo mientras examina el diseño de este.

Aclaró mi garganta, por mi podríamos hacer lo que tú gustes, es eso lo que me gustaría responder pero muerdo mi labio alejando esos pensamientos impuros de mi cabeza.

-claro, no hay problema- suelto con una pequeña sonrisa que corresponde.

Podría decir que desde que ingrese a mi actual Instituto nunca había tenido un acercamiento tal como lo tuve hoy con Rodrigo, habíamos interactuado solo un par de veces anterior a estas pero nunca habíamos hablado tanto o pasado tanto tiempo uno a lado del otro como hoy, afirmaba mi teoría, era un buen chico, es atento, caballeroso, gracioso, sabe mantener una conversación y escuchar, si antes me gustaba estaba segura que después de esto estaba más que encantada con él, mierda, que fácil soy.

Salimos de aquella tienda y estamos en el estacionamiento, caminamos simplemente entre los autos, cada uno lleva en sus manos las bolsas con sus propias cosas.

Se detiene en un auto que reconozco, es el suyo.

-¿necesitas que te lleve?- pregunta mientras quita la alarma de este y mete sus cosas, en ningún momento quita su mirada de mí.

Era una maravillosa propuesta, sin duda hoy era mi día de suerte dos propuestas del chico que me gusta en un solo día, que afortunada soy aún cuando me levante con el pie izquierdo por la mañana.

-no- respondí aún cuando moría por decir que sí- gracias, traigo auto.

-es una lástima, quizás sea en otra ocasión- si estuviera sola posiblemente gritaría como loca en modo fangirl activado.

-sí, quizás- hable también- tengo que irme- prosigo mientras me alejo un poco- ha sido divertido hoy, gracias.

-hasta mañana, Sofía- mi nombre saliendo de su boca sonaba bien.

-hasta mañana, Rodrigo- respondo y solo doy vuelta para ir hasta mi auto, subo a este y muerdo mi labio aunque esto no evita que una sonrisa se dibuje en mi rostro, una sonrisa que se desvanece poco a poco al recordar que esta mañana él y Natalia estaban tomados de las manos.

¿Él y yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora