capítulo 41

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Abro mis ojos y veo una imagen que me duele demasiado, mi padre con una mano levantada.

-Sofía, yo- se da cuenta de lo que ha hecho

-tu nada papá, jamás lo habías hecho, ¿qué sigue? Me vas a correr de la casa- las lágrimas hacen rasposa mi voz- has caído tan bajo

Volteo detrás de él y veo a Vanessa que esta con una sonrisa de satisfacción en su rostro

-felicidades, lo has logrado- digo para después darme la vuelta e irme

No me dirijo a la cocina puesto que ahí está Mau y no quiero asustarlo. Me voy hacia el salón de música en donde mi madre antes componía, hace mucho que no entraba ahí y esta como lo recuerdo, todos los reconocimientos y premios de mí mamá están en una vitrina perfectamente cuidada, fotos de ella con otros artistas hasta que me detengo en una, la foto principal, una foto de toda mi familia, mi papá, mi mamá, mis hermanos, nana, mis abuelos, Mía y yo, todos con una gran sonrisa en la cara, recuerdo ese día, fue una reunión familiar, fue la última foto con mi mamá fue la última foto familiar. Mi madre siempre decía que nosotros éramos su inspiración para cada meta y logro que ella hacía, por nosotros daba lo mejor de ella.
El piano de cola se encuentra con una fina capa de polvo, la guitarra de mi hermano esta en su estuche que esta a un lado de la puerta, las notas en el escritorio. Me siento en el piano y empiezo a tocar un poco, es una pieza lenta que me enseño mi mamá hace ya algunos años, termino y sigo con otra pero ahora decido cantar un poco

Seguí así hasta que la canción termino ahora ya estoy un poco más relajada, salgo de ahí y me dirijo a la cocina. Al llegar ahí me encuentro a mi nana, a Daniela y a Mau

-¿y Mía?- preguntó entrando

Todos dirigen su mirada hacia mí

-esta afuera hablando con Ricardo

Asiento y tomo lugar en un taburete mientras mi nana me analiza con la mirada hasta que ve mi mejilla que creo se encuentra roja

-Daniela, puedes llevar a Mau arriba, necesito hablar con Sofía

-claro, ven Mau, vamos

Dice eso y ambos se van

Yo tengo la mirada puesta en la mesa y no la levanto hasta que ella me lo pide

-Sofía levanta la cara- lo hago y veo como después se acerca y toca mi mejilla, yo hago una mueca de dolor, me arde

-no me digas que esa infeliz se atrevió a tocarte, Vanessa no tiene der...

-fue mi padre nana- digo y abre los ojos en señal de sorpresa

-mi niña- dice dulcemente

-estoy bien, no fue nada, se me pasará

Niega con la cabeza

-basta ya Sofía- dice molesta- basta de hacerte la fuerte y de tratar de ocultar cada problema con un simple estoy bien, no pasa nada. No es justo que lo hagas, te estás dañando a ti misma y estás acostumbrando a los demás a que te traten como un objeto. Tu no lo mereces

-¿y qué puedo hacer? Mi padre la ha elegido a ella, Gerardo se ha ido huyendo de sus problemas y nos ha dejado cuando más lo necesitamos, solo quedo yo, yo tengo que arriesgarme a eso por Mau, por mí, mi mamá ya no está y por más que me gustara que estuviera aquí no lo va a estar, tal vez todo sería diferente.

Se acerca y me abraza

-a veces la vida es injusta o nos pone pruebas difíciles de superar pero no imposibles, estas son las tuyas Sofía, al final de esto vendrá la recompensa

-a mí no me importa la recompensa, solo me importa que todo este bien, que este como antes.

°

Me encuentro en mi habitación, Daniela esta jugando con Mau y Mía aun esta hablando con Ricardo. Mi celular empieza a sonar y me acerco para contestar. Es Rodrigo

-amor hola- dice él

-hola- digo

-¿qué pasa?

-nada, ¿por qué?

Trato de sonar convincente

-Sofía no me mientas, estás mal, dime que pasa

-nada Rodrigo, todo está bien

-es por lo que paso entre nosotros, ¿verdad? Te lastime

-¿qué? No, eso no tiene nada que ver

-¿estás segura?

-si amor

-¿entonces qué pasa?

Me quedo en silencio

-voy a tu casa Sofía, algo paso y no me lo quieres decir

Cuelga él la llamada

Entró rápidamente al baño y mojo mi cara con agua fría, al menos se ha bajado la hinchazón en los ojos y se les ha quitado lo rojo pero mi mejilla sigue igual. Por otra parte sé que no puedo llamar a Rodrigo para convencerlo de que no venga, él se ha aferrado a que algo me sucede y no estará bien hasta que se asegure que me encuentro mejor, así es él.

No es que no le tenga confianza, claro que se la tengo, pero, como le voy a decir esto, lo conozco sé la manera que tendrá para reaccionar a esto, no le importará que haya sido mi padre, así es Rodrigo.

Me miro al espejo y pellizco un poco mi otra mejilla para que agarre un poco de color y al menos pueda disimularlo. Funciona pero sólo un poco, esto es muy frustrante.

-Sofía, Rodrigo está afuera, quiere hablar contigo- dice mi papá tocando la puerta y entrando poco a poco, me observa, yo estoy viéndome en el espejo mientras aplico un poco de maquillaje

-Sofía perdóname, no tuve que haberte lastimado y mucho menos ponerte una mano encima

-déjalo ya papá, ya lo hiciste- un nudo se formo en mi garganta, odio esto, odio que cada vez que hay un problema termine llorando, eso me hace débil y no quiero serlo.

¿Él y yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora