Metí la llave en la cerradura de la puerta de mi casa y abrí cautelosamente. No tenía ni idea de por qué me habían traído hasta allí, ni lo que me iba a encontrar. No había nadie. Ni mi madre, ni mis hermanos. Todo muy extraño suponiendo que ya eran las ocho y media de la tarde.
Mis amigas me habían dicho que esperarían abajo mientras me cambiaba de ropa porque según ellas la que llevaba en ese momento no era 'apropiada'. ¿Qué tienen de malo unos shorts vaqueros y una sudadera que me había prestado Harry?
Crucé el salón para ir a mi habitación y allí, para mi sorpresa, había un ramo con dos docenas de rosas rojas y rosas en un jarrón de cristal situadas justo en medio de la puerta del salón. Visualicé una tarjetita que llevaba en uno de los extremos del lazo que cubrían las rosas y lo leí: "En tu libro favorito hay algo escondido, encuéntralo. H, xx."
Estaba completamente sorprendida. Todo esto explicaba el porqué de su desaparición y el hecho de que no hubiera contestado al móvil en todo el día. Me dirigí corriendo a donde había dejado mi libro favorito: La última canción. Estaba en una de las pequeñas estanterías que hay en el salón, donde lo había dejado la última vez. Lo cogí y miré en su interior en busca de alguna nota que hallé en la portada: "Mira en el capítulo que contiene tu número de la suerte. H, xx."
Recorrí las páginas hasta llegar al capítulo número trece del libro, preguntándome cómo sabía todos esos detalles de mí sin haberle dicho nada. Encontré otra nota: "Hay veces que uno sabe más de lo que la otra persona cree. Luego me preguntarás como sé todo esto sobre ti si nunca me lo has dicho, prometo responderte. ¿Lugar favorito para perder el tiempo? H, xx."
Harry tenía un poder para leer mis pensamientos que nadie más tenía sobre mí. Era increíble su capacidad para prevenir todos mis actos y todas mis palabras. Como si la conexión que había entre nosotros fuera más allá de lo que las fuerzas naturales entienden. Me dirigí a mi habitación, concretamente a ese lugar que acababa de mencionar en su nota. Me encanta perderme en un buen libro echada sobre el sillón que hay en una de las esquinas de mi habitación, junto con mi pequeña estantería. Al abrir la puerta de mi habitación, me encontré con un camino de pétalos de rosa que se encaminaban hacia ese lugar. Justo encima del sillón se encontraba uno de los vestidos más bonitos que jamás había tenido la oportunidad de llevar puesto. Un vestido palabra de honor color crema dividido en capas de seda que parecía muy caro, de corte alto, por encima de las rodillas. Me quedé paralizada, asombrada por la consideración de Harry. A los pies del sillón visualicé unas sandalias de tacón con plataforma, que contenían unas pequeñas piedrecitas en las cintas del empeine, de una marca de las que te quitan el hipo con solo ver el precio. En uno de los brazos del sillón había una bolsa con lencería de encaje blanca bastante cara, y en su interior una nota: "No tengo pensado quitarte nada esta noche, pero espero que lo lleves puesto, cielo. Se me nubla la mente solo de pensarlo. H, xx."
Una sonrisa se asomó por mi cara, divertida ante la nota de Harry pero a la vez un poco decepcionada. Quizás porque esa noche no volvería a ser suya después de todo, opino que todo esfuerzo obtiene su recompensa, ¿no?
Me duché rápidamente y me vestí con todo lo que Harry había elegido detalladamente para mí. Me maquillé ligeramente aplicando máscara sobre mis pestañas, colorete de tono melocotón sobre las mejillas, y un poco de gloss. Recibí un mensaje de mis amigas en el que me indicaron que me esperaban donde me habían dejado una hora antes. Al abrir la puerta de casa, dispuesta a salir en busca de ellas, una silueta que llevaba tiempo ansiando ver estaba situada enfrente de mí envuelta en unos vaqueros negros perfectamente definidos a sus piernas, y una camisa blanca sobre la que una americana gris oscuro cubría su torso musculoso. Sostenía un pequeño trozo de cartulina blanca en el que había escrito: "Felicidades por adelantado. Harry, xx."
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THEY DON'T KNOW ABOUT US
Hayran KurguEllos no saben lo que hacemos. No saben nada sobre los "te quiero”. Pero apuesto lo que quieras a que si lo supieran, estarían celosos de nosotros. No saben nada acerca de nuestras noches. No saben lo que te he esperado durante toda mi vida: solo...