Capítulo 28.

10K 383 3
                                    

    Pasé una semana en el hospital lego de la operación. Debía haber estado menos tiempo, pero se demoraron en darme el alta ya que cuando lloraba, hacia tanta presión que los puntos se descosían y descosían. Los últimos días estuve adormecida por los calmantes que me habían dado para no llorar y que mis puntos sanen.
       Una hora antes de darme el alta me sacaron los puntos y me dieron una silla de rueda que debía usar por cinco días más.

-Hogar dulce hogar- Dijo mi padre bajándome del auto. Lo único que podía ver era la casa de Justin, con un cartel de "En venta". Él se había ido. Lloraría en este momento, pero ya no tengo más lágrimas en mi cuerpo.

          Mi padre me preparó una habitación en la planta de abajo de mi cama, para que sea más fácil moverme con la silla de ruedas y las muletas por si necesitaba algo. Sería una semana dura sin poder caminar.
      Agarré mi laptop y busque a Justin en Twitter. Él no me aparecía. Lo busqué en instagram, tampoco, lo busqué en whatsapp, y ya ni siquiera lo tenía agendado. Me dolía mucho todo esto, pero ya no lloraba.
       Mientras estaba sedada por las pastillas tuve tiempo para pensar. Me di cuenta que solo tenía 17 años, tenía tiempo para aprender sobre el amor, y era prácticamente imposible llorar por Justin toda mi vida, así que era obvio que tarde o temprano lo superaría, y preferí hacerlo temprano, y dejar de hacerme sufrir a mi misma.
         Intentaba convencerme a mi misma que lo había superado, pero aún pensaba en él. Cuando me abrazaba, cuando me daba besos, cuando sentía su piel sobre la mía, cuando cruzábamos piernas para dormir, cuando me despertaba y veía su cara de bebé, cuando me trataba como a su hija, cuando me protegía, cuando me decía un "te amo" y alegraba mi día, cuando sonreía. Cuando estaba con él. Necesito a Justin, lo necesito.

     Esa noche volví a llorar mientras comía helado. Potes y potes de helado con ríos de lágrimas. Justin me enseñaba algo nuevo cada día, él no ponía en riesgo mi vida, él mejoraba mi vida.

     A la mañana siguiente no fui al instituto. Ni al siguiente. Ni al siguiente. Mi papá había conseguido certificados médicos para que pueda faltar. No podía ni siquiera distraerme con ir al instituto, me la pasaba encerrada en mi casa pensando en él.
      Intentaba caminar todos los días un poquito. Había días en los que podía caminar por toda mi casa, y otros que el dolor era tanto que apenas daba dos pasos y tropezaba. Esto era como volver a empezar toda mi vida de vuelta.
      Tenía la cicatriz de la operación aún, y aveces me pasaba horas viéndola. Como algo tan chiquito había causado tantos daños?. Gracias a ella Justin se alejó, me cuesta caminar, me causa un dolor insoportable, no puedo comer cosas pesadas ni con muchas grasas. Eran 2 centímetros de pura maldad. 2 centímetros que odiaba. 2 centímetros que habían empeorado mi vida.
        
          Esa noche se me antojó un yogurt de frutilla light. Y digo light porque todas las cosas que comía debían ser lights. Agarré mis muletas y fui sin hacer ruido a la cocina, porque pensaba que mi padre estaba durmiendo.

     Llegué a la cocina y escuché a mi padre gritar desde su habitación. Parecía bastante furioso, y como soy alguien muy, demasiado chusma, dejé mis muletas al costado de la escalera y bien agarrada de la baranda de hierro subí. Me concentraba escalón en escalón para no caer.

Vecinos| Justin Bieber y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora