Capítulo 37.

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Llegué a Nueva York y me enamoré de la ciudad a primera vista. Esta sí era una forma de comenzar una nueva vida. La ciudad era como un planeta nuevo, aquí nadie se fijaba quién era la otra persona, ni se molestaba en hablar mal de otra persona. Aquí nadie sabía quien era yo, ni sabía mi pasado.

Los primeros días no tenia en donde vivir y paraba en hoteles pequeñísimos que no estaban tan mal mientras iba a la universidad pero luego con mucho esfuerzo conseguí un empleo pequeño y toda mi vida comenzó a cambiar.
De ese pequeño empleo en un estudio de abogados pequeño, conseguí otro en un lugar mas grande, y luego otro, y otro, y otro hasta que llegué a trabajar en Wall Street.
Vivía en un departamento en Manhattan que no era una mansión, pero estaba bien para mí y mi pequeño Jerry.

Poco a poco dejé de pensar en Justin. Hubo días de debilidad que recordaba todo y tenía que ir a comprarme un pote grande de helado. Había visto por la televisión noticias de él, parece que entró a rehabilitación seis meses, me hacia feliz saber que él estaba bien y está mejorando.

Mi vida amorosa en Nueva York no era la mejor, tenía citas de vez en cuando, pero nadie me gustaba realmente. No buscaba a nadie por el momento quería estar solterona.
Estaba feliz con mi trabajo, mis amigas y mi perro.

-Jerry- Grité cuando volví del trabajo- Ven pequeño, nos vamos a correr- Sonreí

Me puse mi ropa deportiva y mis auriculares y como todos los días Jerry y yo nos fuimos a correr a central Park. Amaba la vida en Nueva York.
Estábamos corriendo cuando Jerry comenzó a correr para otra dirección y se soltó de mi agarré.

-Jerry vuelve aquí- Grité pero no me hizo caso- Jerry- Grité pero no volvió

Corrí atrás de Jerry esquivando a personas. El maldito perro no frenaba, ya llevábamos más de cinco cuadras y aún no bajaba la velocidad.

-Jerry amigo basta- Gritaba y gritaba mientras lo perseguía. Mis piernas ya no aguantaban más

Luego de unas siete cuadras el infeliz perro entró a un hotel enorme y lujoso donde había gente super elegante que me miraban mal con mi ropa deportiva y mi cabello desaliñado.

-Te tengo- Lo atrapé por atrás y conecte su correa al collar. Jerry miraba adelante y movía su trasero.

Levanté mi vista y ahí estaba él en el ascensor. Se lo veía tan maduro. Tenia mas bigote, mas cara de hombre, más músculos. La rehabilitación le había echo muy bien. Todos y cada uno de nuestros momentos me vinieron a la cabeza.
No dejaba de mirarlo mientras sonreía como idiota. Él y yo, llámalo destino o como quieras, pero estábamos destinados a estar juntos.

-Enana-Sonrío

-Biebs- Sonreí

Vecinos| Justin Bieber y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora