Despertar fuera del cuerpo.

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El origen .




Capítulo 1: Despertar fuera del cuerpo.




Kuroko despertó, si es que a eso se le puede llamar despertar.

Su cuerpo inerte, en mitad del salón, restos de loza rota, cristales. La silla volcada, la mesa arrastrada a un lado, apenas si se movía para alojar pequeños sorbos de aire que le habían mantenido con vida en su inconsciencia.

El dolor, brutal, le hizo gemir en respuesta.

Estaba oscuro, ¿Era de noche?...

Intentó sentarse, lo intentó, pero su cuerpo se negaba a responder. Al menos como él quería. Quiso abrir los ojos, pero solo uno de ellos obedeció. El otro, lo notó hinchado al tacto, tanto que los párpados se habían montado uno sobre el otro.

Gimió de nuevo.

Dolor, mucho dolor.

Notó entonces la sangre reseca en su rostro, en la sien, en la nariz. El labio estaba hinchado, partido en al menos dos sitios.

Un pinchazo brutal en las costillas le hizo encogerse sobre sí mismo en el suelo. Recorrió con la mirada su mano, la llevó al costado y palpó con ella por encima de la piel. Notó un bulto, que presionó hasta notar el hueso, puntiagudo, fuera de su piel.

Los jirones rotos de su ropa se movieron con él, cuando delante suya vio el móvil, al menos la carcasa.

Se arrastró, viendo con un solo ojo, todo borroso. Cada segundo que pasaba le hacía consciente de un nuevo y terrible dolor.

Consiguió rozar el plástico del teléfono y vio un poco mas adelante la batería. Necesitaba llamar a alguien, quien fuera.

Metió la batería dentro del teléfono y apretó el botón para encenderlo entre sollozos.

Sintió un nuevo dolor, que le devolvió los recuerdos. El movimiento había roto la costra de sangre reseca alrededor de su entrada, abriendo la herida y haciendo presente de nuevo la sensación de presión, de fuego en sus entrañas.

Se sentó, dándose cuenta de que no podría moverse. Contuvo el aliento mientras introducía los números en el teclado para desbloquearlo y esperó. No se escuchaba nada, ni siquiera en la calle.

Él tampoco estaba. O eso quiso creer. Bien podía haberse ido a dormir tan tranquilo y haberle dejado ahí tirado, sin importarle lo más mínimo si estaba con vida o no.

Vio su pequeña maleta, a un lado de la puerta, tirada.

Tenía que haberse ido cuando recogió sus cosas, pero no, quiso darle la oportunidad de hablarlo, de recuperar lo suyo antes de que fuera demasiado tarde.

Kuroko no pensó que ya era demasiado tarde, no quiso verlo.

La luz de la pantalla cargando la pantalla inicial le robó un suspiro de alivio.

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