Tu mirada.

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Uno mas en el equipo.

El origen de todo.

Capítulo 11.


Momoi le mentía, lo sabía de sobra. No era tonto y ese tal Kagami, no podía haber surgido de la nada.

Si jugaba al basket tan bien como le habían dicho, estaba claro que no acababa de empezar, y si ya jugaba antes Satsuki tenía que saberlo.

Pero ya estaba acostumbrado a que todos a su alrededor le dejaran de lado... mentirle en su cara era una nueva faceta mas de su amistad.

Amistad, ja... que palabra tan fea. Sus amigos no eran amigos, ninguno de ellos.

Tampoco los necesitaba, que se fueran todos a la puta mierda.

Akashi, el cabecilla del grupo, no le había dicho nada. No sabía nada de Kuroko ni de donde había pasado el verano... y por supuesto no tenía ni idea de quien era Kagami, ni le importaba.

Era mentira, lo notó en el tono de su voz, pero con Akashi nunca se podía estar seguro.

Su manera de hablar tan calmada, monocorde y adulta era difícil de interpretar, y podía mentirle en su cara sin despeinarse.

No podía contar con él. Midorima ya le había dicho que no tenía ni idea, y él sabía que estaba fuera. Al igual que Kise, en el extranjero por trabajo.

Murasakibara vivía en una realidad alternativa... ni contaba con él.

Lo poco que sabia de Kagami lo había buscado por su cuenta, y no le gustaba mucho.

Era buen jugador, le había visto en algún partido, y había aplastado a su ex-compañeros de Teiko con una extraña mezcla entre suerte y fuerza bruta.

Y se había acoplado a Kuroko con facilidad. Había comprendido su juego en nada de tiempo, y ambos se habían sincronizado para ser una pareja peligrosa en el campo de juego.

Y no solo eso, en apenas uno o dos días se había ganado la confianza de Tetsuya, hasta el punto de... no, mejor no pensarlo.

Fue totalmente casualidad. Quiso pasear, alejar la mente de todos esos que le mentían continuamente.

No le habría molestado si le hubieran dicho la verdad... la que fuera. Habría asumido y se habría resignado a cualquier cosa, pero que le mintieran en su cara le tocaba los cojones, y mucho.

Ese fue el punto de no retorno... el que le hizo ver que no necesitaba confiar en nada ni en nadie. Su padre, Miya san, Satsuki, que de repente le seguía a todas partes como un perro... mas bien como una perra... en fin, pasaba de todos ellos.

Estaba caminando sin mas sin ir a ningún sitio en realidad, solo caminaba y caminaba hasta que le dolían los pies, y en ese momento simplemente se daba la vuelta para volver a casa, punto.

Su vida se había convertido en un montón de vacíos que no quería llenar.

En cuanto acabara el año pensaba largarse, algo que ya había pensado un millar de veces, pero algo le impedía llevarlo a cabo... algo no, alguien.

Ese estúpido y escandaloso rubio. Kise le tocaba los cojones por encima de las tetas... mucho.

Era escandaloso, irritante, su voz de pito le daban ganas de partirle la cara, su mirada, sus labios tan... ¡Oh, joder!! mierda... estúpido y sexy rubio.

Uno mas en el equipo: El origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora