Lágrimas.

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Cerré la puerta del apartamento detrás de mi, arrojé mi cartera hacia no sé dónde luego de quitar las lágrimas que había en mi rostro con rabia. ¡Qué estúpida soy!

¿En serio no me detuve a pensar que esto era demasiado perfecto para ser real? ¿Cómo fui tan idiota?

Escuché el cerrojo de la puerta moverse y caminé rápidamente hasta la habitación para cerrar con llave y así no tener que verle la cara. El momento simplemente no paraba de repetirse en mi mente.

—Leah...—escuché su voz hablarme del otro lado de la puerta. Y sin poder evitarlo me ericé.—Leah, escúchame por favor. Déjame explicarte.

Claro, déjame adivinar...

—¡No es lo que piensas!—dijo.

—¿Y qué se supone que fue eso?—le grité a la puerta—No me digas que fue un accidente porque no te creeré el cuento de que iban caminando y mágicamente se tropezó y sus labios cayeron directo en los tuyos.

—No, Leah, no...—su voz me atraía hacia él por más que no lo quisiera y terminé sentándome de espaldas a la puerta para poder escucharlo mientras seguía llorando—Las cosas no son como crees. Yo no la besé, ella me besó a mí.

Y la duda creció de repente. Vi todo, él no se retiró.

—Y si fue así, ¿por qué no te retiraste en el momento que ocurrió?—pregunté con voz casi inaudible.

—Yo... yo me quedé en shock, no estaba esperando eso.—dijo inmediatamente pero no le respondí—Leah, tienes que creerme, ¡yo no la besé!

Me paré del suelo y abrí la puerta luego de unos segundos y simplemente me limité a mirarlo, las lágrimas aún caían por mis mejillas. Él caminó hacia mí pero retrocedí haciendo que él se detuviera.

—No llores, por favor...—habló luego de un gran silencio—Me rompe el alma verte así.

—Y a mí me rompió el corazón ver ese momento.—dije provocando que él bajara la cabeza mientras suspiraba y más lágrimas caían.

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