Cuando los reinos son grandes, suelen ser mas deseados.
Cuando la gente es avariciosa, mueve aquí y allá esperando ganar.
Cuando un reinado termina, el reino se vuelve el punto de todas las miradas.
Pero si de dicho linaje aun hay alguien con vida...
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Logramos salir del castillo con éxito. Colm le pidió a Madeleine que se acostara para que nadie la pudiera ver y obedientemente ella lo hizo. También me pidió que hiciera lo mismo, pero me rehusé, si nos hundíamos íbamos a ser los dos, no solo uno; además, no había demasiado espacio para que también me acostara.
—La cabaña está aislada y posiblemente esté muy sucia, lleva años deshabitada, pero creo que será mejor que estar en un calabazo —Colm habla mientras mira por la ventana. Dándole a Madeleine todas las indicaciones para sobrevivir.
—Estaría mejor en mi casa —contraataco con enojo—. Pero claro, la familia real quiere acabar con los de mi clase ¿Acaso tienen miedo? —Habló lentamente acercándose a Colm—. Miedo de que con solo un chasquear de dedos les quitemos su preciada corona. Ustedes son inferiores a nosotros ¿Creen que con sus joyas lo tienen todo? Que equivocados están.
—Cierra la boca, maldita bruja —masculló Colm viéndola con desprecio.
—No le tengo miedo príncipe, es débil y estúpido —le susurro demasiado cerca de la cara y él solo aparto la mirada—. No replicará nada porque sabes que es verdad. Ella es más valiente que tú —concluyó señalándome.
El resto del camino lo pasamos en silencio. Colm no me miraba y eso me lastimaba. Sabía que las cosas cambiarían después de asesinar a aquel hombre.
—Hemos llegado —nos avisó el escudero de Colm.
El lugar estaba desierto y rodeado de árboles. La pequeña cabaña estaba descuidada y sucia.
—Supongo que en comparación con el calabozo, esto es un castillo para ti —bromeó Colm.
—Tal vez lo sea, tal vez no. Si desea se puede quedar aquí a comprobarlo, digo, usted sabe más de castillos que yo —contraataco Madeleine.
—Maldita bruja, no te atrevas a jugar conmigo.
— ¡Ambos, basta! Somos un equipo ahora y debemos estar en armonía —comente entrando a la casa después de ellos.
— ¿Equipo? ¿De qué infiernos estás hablando? —preguntó Madeleine inspeccionando todas las orillas del lugar.
—Arlana, está jugando el rol de princesa vengadora, así que ha cometido estupidez tras estupidez, aunque la más grande fue haber pedido ayuda a mi padre. Sabes, ahora que lo pienso, hubiera sido bueno que alguien te dijera que lastimosamente mi padre no es alguien en quien confiar —dijo Colm con una sonrisa socarrona, recargado en la pared.
—Tengo dudas sobre una alianza que hice con el rey Craig —susurre con pena.
—Déjame adivinar, quieres que haga un hechizo ¿no es así?
—Sí, eso es lo que quiero. ¿Puedes ayudarme?
— ¿En qué me beneficia? —preguntó Madeleine sonriendo.