Capitulo 9

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Después de un trayecto lleno de risas habíamos llegado al castillo dejando todo nuestro juego atrás para no causar sospechas

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Después de un trayecto lleno de risas habíamos llegado al castillo dejando todo nuestro juego atrás para no causar sospechas. Pero al cruzar la muralla nos llevamos la grata sorpresa de que no había gente caminando en los jardines, incluso los establos estaban solos, lo que me dejó con la gran incógnita de saber en dónde estaban todas las personas.

Bajamos de nuestros caballos y Colm me hizo indicaciones con la cabeza para caminar hacia el castillo, en dónde suponíamos estaban todos.

En los pasillos había poca gente lo cual era inusual, pero nosotros seguimos caminando y hacia el ala dónde se localizan nuestras alcobas, pero sonidos de música y risas provenientes del salón del trono nos hicieron dar la vuelta y caminar hacia allá.

Nos asomamos por la puerta y me sorprendí cuando vi a tantas personas reunidas en el lugar. Todos bailaban, conversaban animadamente o bebían como si festejarán algo.

— ¿Estamos celebrando algo? —le pregunté al hombre a mi lado.

—No que yo sepa —Colm estaba más sorprendido que yo—. Quizá mi padre solo quiso hacer una fiesta.

Pero no era solo una fiesta y eso lo supimos cuando algunos soldados se acercaron a Colm y le pidieron que se acercara hacia su padre.

Colm volteo de un lado a otro buscando al rey y cuando lo hizo se giró hacia mí para pedirme que lo acompañara. El príncipe le pidió una capa a una mujer quién gustosa se la dio, después la colocó encima de mis hombros para cubrir mi vestido rasgado por los árboles.

—Vaya, parece que esto ya lo habíamos vivido antes —murmuró en mi oreja—. Hubiera deseado ser yo el que te rasgara el vestido.

El rubor y una pequeña sonrisa fueron mi respuesta antes de caminar uno junto al otro hasta el rey. El susodicho conversaba junto a su esposa y dos personas más que me resultaron desconocidas.

Eran dos jóvenes, un hombre y una mujer cuyos rasgos eran similares, piel blanca, cabello rojo y altos. Ambos portaban una corona y solo podía relacionar a una familia con aquellas características físicas.

—Aquí estás Colm —el rey nos vio a ambos y esbozó una gran sonrisa sospechosa—. Te buscamos durante horas.

En ese instante me percaté de todo el tiempo que habíamos pasado en el bosque, y que lo más probable es que algunas personas me preguntarían dónde me había metido todo el día.

—Ven Colm, acércate un poco más —la reina Emily extendió una mano hacia su hijo—. También tú Arlana.

Dudosos nos acercamos hacía el círculo con la atenta mirada de los desconocidos en nosotros. La chica veía con tanta intensidad a Colm que no pude evitar sentirme celosa, en cambio el hombre desconocido no me despegaba los ojos de encima.

El hombre deslizó lentamente la mirada por mí haciéndome sentir incómoda, aunque sus ojos se detuvieron en un punto específico de mi vestido y no despegó la vista por un buen tiempo. Queriendo saber lo que veía dirigí mi atención hacia el mismo lugar y me percaté de que la capa no había cubierto una parte de mi vestido rasgado, rápidamente lo acomodé y al levantar la vista él me dedicó una sonrisa ladeada.

El Castillo de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora