Capítulo I:

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Ann:

Bueno supongo que debería empezar esto presentándome. Soy Ann Willow, estudiante promedio de un instituto, la típica chica impopular no importa lo que haga pero oye, estoy bien porque así es mi vida; moverme de un lado a otro sin que me noten a excepción de cuando se necesita algo de mí. Ahora supongo que te mostraré el carrusel que va a ser mi vida.

***

—Oye tú, chica.—oigo una voz gritando tras de mi pero no doy la vuelta porque estoy segura que no es para mí, nunca lo es y me gusta que se mantenga de esa manera—. Espera, maldita sea.— un gruñido más le sigue a la voz pero sigo mi camino, como siempre lo hago.

La salida está cerca, por lo que no tiene mucho sentido mirar hacia atrás para verificar.

Tan pronto como ese pensamiento cruza mi mente un chico aparece frente a mí, es Marcus Wilde. Lo conozco. Popular. Ellos no se juntan ni hablan con personas como yo, marginados sociales. Quiere algo, eso es seguro.

Lo miro impaciente esperando que me diga porque está obstruyendo mi camino. Lo miro a la cara esperando y él levanta una ceja y suelta una sonrisa, de la cual estoy segura funciona en muchas chicas pero en esta chica no. Levanto mi ceja con impaciencia y pregunto con sequedad: — ¿Se te ofrece algo?

—Claro que sí. — me da una sonrisa torcida—. ¿Estás en la clase del señor River?— tan pronto termina su pregunta sé porque está aquí hablando conmigo, así que me preparo mentalmente para el golpe que sé que vendrá si no hago lo que él quiere.

—Sí.— respondo en voz baja, mi falsa valentía cayendo en picada.

—Excelente—. Sonríe torcidamente, está tratando de ser encantador, estoy segura—. Me preguntaba si te importaría prestarme el proyecto que debemos entregar mañana. — se queda callado un momento como si estuviese meditando algo, hasta que abre la boca y un brillo malvado aparece en su mirada dándole un tinte siniestro y prosigue hablando—. En realidad, estoy bastante seguro de que no harás nada esta noche y la verdad es que hay una fiesta a la que realmente quiero ir pero con este trabajo me temo que no podré asistir, así que me preguntaba... ¿Te molestaría realizarlo en mi lugar? — me da sus mejores ojos de cachorro y la sonrisa que aún no se ha dado cuenta que no tiene efecto en mí.

Chico estúpido. Así son todos los chicos geniales por aquí, piensan que tiene el derecho a dirigirte a su placer.

—¿Qué gano a cambio?— pregunto está vez tratando de mantener mi voz fuerte. Al contrario de mi estereotipo no me dejo pisotear muy seguido. Todo depende del golpe que den.

—Es claro que estoy hablando contigo y tal vez te salude algunas veces es lo pasillos. Eso debe ser suficiente para ti por ahora. Quiero decir, hará que al menos alguien te note, ¿no?—. Realmente detesto a los tipos que se creen lo mejor en la villa del señor.

Pongo una mano en mi barbilla como si realmente lo estuviese considerando y la sonrisa de suficiencia en su rostro se extiende realmente grande con arrogancia destilando de él en oleadas—. Considerando tu menos que satisfactoria recompensa, temo decir que declino esta laboriosa oferta—. La sonrisa de antes se borra más rápido de lo que la tuvo, el ceño fruncido y la barbilla altiva toman su lugar, la crueldad y asco llenando sus ojos inmediatamente.

—Escucha, terminé de jugar a ser amable con alguien como tú—. Con una mirada despectiva recorre mi cuerpo y luego procese a mirarme con una sonrisa cruel—. Al menos trata de ser amable y dispuesta la próxima vez que se te pida algo, una persona como tú no debería ser tan exigente y menos con alguien como yo. Ahora diré esto una sola vez, escucha bien porque no lo repetiré. Harás mi tarea cuando y como yo lo diga, no te negarás, no dirás una mierda al respecto y sólo tomarás mi cosas e iras a hacerlas, ¿quedó claro? Hay cosas mucho peores que ser una marginada sin importancia. Es tu decisión, rata de biblioteca—. El tono condescendiente con el justo borde de crueldad agregada al insulto con el que termina es la gota que colma el vaso.

Aprieto mis dientes tanto que sé que mis muelas dolerán después, tomo una respiración profunda y le doy un pequeño pedazo de mi mente.—Te puedes ir con todos tus pequeños insultos y amenazas donde alguien más débil lo soporte, conmigo has llegado a una pared, escucha tú esto muy bien, Wilde—. Mi labio se frunce con repugnancia al decir su nombre—. Piérdete de mi camino y ve a joderte silenciosamente a otra parte—. La rabia en mi tono es palpable. Estoy furiosa por su trato hacia mí, estoy furiosa de que me crea tan estúpida y él se crea tan superior, no es más que basura. Su clase de gente no son más que desperdicio humano.

—Espera un maldito momento, estúpida, no me humillarás. Una ultima advertencia toma mis jodidas cosas y hazlas. No pienso decirlo una vez más—. La vena en su cuello a punto de estallar hace juego con su cara roja por la ira. Y justo en ese momento empiezo a temer de lo que va a hacerme si no me someto a él. Camina aún más cerca de mi, ahora tratando de intimidarme con su cuerpo, lo cual podría lograrlo porque a pesar de tener un 1.65 metros de altura soy pequeñas y delgada comparada con su cuerpo alto y musculoso.

—¡Hey, Mark! ¿Qué hay, hombre?—. La voz alegre de Theo Johnson hace eco a través de mi mientras la sensación de miedo que estaba empezando a invadirme empieza de nuevo a disiparse hasta que recuerdo quién es el tipo junto a Marcus. Theo, otro popular y ahí la tensión regresa a mi cuerpo más rápido de lo que se fue. Estoy en problemas—. No me digas que estas intentando hacer que está chica haga tu tarea, hemos hablado de está mierda Marcus, no puedes seguir haciendo eso—. Sus ojos me miran y me encojo instintivamente, el ceño que consigue con mi acción hace que me encoja pero pronto me doy cuenta que no es para mí sino para Marcus—. ¿Qué le has dicho?— exige con voz fuerte.

Es está extraña escala social pese a que ambos son populares Theo está casi en la cima junto a Alec Donovan. Marcus no tiene oportunidad contra él tampoco físicamente.

—Sólo teníamos una agradable charla, Johnson.— Marcus le ofrece una sonrisa apretada.

—Si, como la mierda eso parecía. Hazme un favor. Ve a casa y no hagas caso de lo que ha dicho—. Después de unos segundos caigo en la cuenta de que está hablando conmigo, sus ojos me miran con una disculpa y una sonrisa amistosa adorna sus labios. Aunque mi mente sólo atrapa que me está dando una salida. La tomo.

Salgo disparada de donde estamos, caminando tan rápido como mis piernas me lo permiten, intentando salir como el infierno de ahí, tropiezo en mi camino casi caí una vez pero... ¡Logre escapar! Fue un gran alivio alejarme de ese tipo. Matones como él nunca faltan.

***

Ese día me quedé en el "pasillo secreto" o almenos así lo llamaba en mi cabeza, realmente era el antiguo cuarto de conserjería, era oscuro y más o menos amplio, perfecto para mí la rata de los libros. Era mi escondite cuando habían días particularmente difíciles como el de hoy.

Tú Camino Coincide Con El Mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora