Ann:
Saliendo del instituto siempre voy a la biblioteca de la escuela, es algo así como mi santuario donde prácticamente los raritos y yo pasamos el rato, nunca verás a un idiota intimidante como Wilde aquí o un popular como Theo, es simplemente perfecto.
Como un reloj a las 3:00 p.m. entro, saludo a la señora Brennett y sigo mi camino buscando mi siguiente lectura. Es una rutina y siempre encuentro calma en ella, como una red de seguridad desde que mi vida ciertamente no lo es. Por eso es que ayer no me sentí tan bien con la basura que paso con Wilde y me salte mi vista a la biblioteca, no me gustó porque perturbo mi perfecta calma.
Al tomar un libro lo suficientemente bueno, me dirijo a la mesa que siempre ocupo aquí, es como un acuerdo tácito entre todos en la biblioteca, cada uno tiene su mesa que es algo así como su territorio, nadie toma un libro y lo acomoda si lo has dejado ahí. Solo que cuando miro mi mesa ésta está practicamente vacía, no hay un sólo libro sólo que mi mesa no es la única afectada, la mayoría de ellas están vacías y lo frecuentes tienen el ceño fruncido.
No le tomo tanta importancia a esto como ellos y simplemente me siento como si nuevo libro, es ahí cuando noto una más en la silla a mi lado. Lo tomo leyendo la parte posterior y debido que es mejor que el que había escogido previamente. Lo reviso para ver si hay un marcador de página adentro y cuando no encuentro ninguno lo tomo. Otra regla tacita, si hay una marcador es que alguien más lo lee, entonces esperas tu turno.
Alec:
Cuando terminé las demás tareas que la señora Brennett me asigno, era libre de irme. Hace horas habría salido pitando de aquí a la menor oportunidad pero irónicamente ese libro que había escogido antes me estaba encadenado aquí. Era un rasgo de mi, la curiosidad, cuando ese bichito picaba no había nada que podía hacer hasta que la saciara así que leería más del libro y me iría a casa.
Cuando me acerqué a la mesa donde había dejado el libro, está ya no estaba vacía. Había alguien ahí, para ser exactos una chica estaba sentada leyendo mi libro, pero lo cualquiera chica, sino la chica antisocial del instituto lo reconocí del uniforme y el hecho de que creo que esta conmigo en historia no podía estar seguro de eso ya que no le había dedicado más allá de una mirada. Ella era peligrosa porque debía saber quien era yo, era del instituto, si esta chica habría la boca mi vida social se iría por el caño. Tan silencioso como pude ser me dí la vuelta y salí como el infierno de ahí.
Pasando por el escritorio de Brennett con mis cosas decidí parar y averiguar el nombre de la potencial amenaza para mi vida social.
Después de algo de persuasión, esta bien mucha persuasión logró sacarle el nombre a Brennett. Ann Willow. Tenía razón era una amenaza, era mi rival en cuanto a calificaciones y estaba en mi clase de historia.
Los próximos cuatro días pasé observándola desde la distancia. El primer día fue para medir sus reacciones y analizarla en sí, una persona puede saber mucho sobre otra conforme se comporta con su ambiente. El segundo día dejó de ser menos sobre medirla y más sobre simplemente observarla. El tercer día fue todo sobre observarla pero era gracias a que mis ojos siempre gravitaban hacia ella cuando estaba cerca, siempre escondido tras una repisa de libros o con la cabeza gacha y mi capucha puesta. Ella era grácil y delicada, cada movimiento de su cuerpo era fluido, casi hipnótico desde sus delicados y pequeños dedos hasta la pequeña curva de su cintura, toda ella era una distracción y una seducción de la cual nunca había prestado la suficiente atención para verla. Ahora que la vi no podía ser capaz de parar y esa tarde cuando ser fue no pude evitar sentir un pequeño vacío.
Para el cuarto día me preocupe cuando no llegó a las 3:00 p.m. ella era como un reloj nunca se retrasaba un minuto, cuando finalmente entró en la biblioteca con un moño despeinado en su cabello rubio y gafas de montura negras con su siempre presente uniforme del instituto, pude haber sido un montón en el suelo pero nunca lo admitiría, hoy era ni último día y ya no había mucho que hacer por aquí así que Brennett sólo me dio una simple tarea y me dijo que me quedará aquí hasta que se cumpliera mi tiempo, creo que por fin podría estar agradándole, era difícil saberlo con ella. Quién si le agradaba definitivamente era Ann, Brennett era toda sonrisas cálidas y pláticas amistosas con ella.
Hoy como el acosador en el que recientemente me convertí, la observe desde la distancia mientras aún leía mi libro, siempre tenía una pequeña sonrisa bailando en sus labios rosados que me hacía sonreír. Esta silla al otro lado de su mesa se había vuelto mi escondite para verla.
—Así que aquí te escondes, ¿eh?—. La voz gruñona que Brennett tenía reservado para mí me hizo soltar el libro que utilizaba como tapadera con un fuerte estruendo en la mesa de la silenciosa biblioteca. Mire cerca con las caras molestas mirando en mi dirección. Me encogí de hombros señalando a Brennett a mi lado. Con bufidos molestos volvieron a lo suyo.
—¿Necesita algo, señora Brennett?—. Le dí mi mejor sonrisa esperando que no me haya grapado viendo a Ann lo últimos cuatro días.
—Sabes podrías ser útil en este momento y dejar de acosar a la chica con tus ojos por cinco minutos—. Con eso se dio la vuelta y salió por le pasillo. Suspirando me levante de mi puesto de vigilancia y mire la mesa de Ann donde nuestros ojos se cruzaron por un momento y mi corazón se salto un latido pero tan pronto como sucedió, terminó. La respiración me dejó de golpe. Ella era hermosa, más que hermosa, ella era arte.
Después de ese pequeño lapso de tiempo dónde todo se detuvo cuando sus ojos se detuvieron juntos que supe no sería lo suficientemente bueno para Ann, porque esa chica se merecía un caballero y yo ciertamente no lo era.
Me quedé durante horas en mi casa pensando en como acercarme a ella pero todo las ideas terminaban con ella mandandome a la mierda, sé como la trataban las personas que eran de mi estela social y sin duda yo no sería de su agrado. Mi corazón se desinflo como un globo por este descubrimiento hasta que utilice mi ultimo recurso. Google.
Caí tan bajo como para buscar: ¿Cómo conquistar a una chica si ella posiblemente te odia? Aunque sea increíble dio resultado muy lucrativos. Por ejemplo que ya sé como acercarme a Ann sin decirle que soy yo.
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Tú Camino Coincide Con El Mío.
ContoElla es Ann Willow, solitaria en casa, solitaria en el instituto. Él es Alec Donovan, popular en el instituto, popular entre sus amigos. Siendo dos polos opuestos, de dos escalas sociales diferentes no deberían tener porque coincidir. Nunca. Hasta q...