Capítulo III:

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Alec:

Hoy es mi primer día de detención pero no ha estado del todo mal, he llegado a la puerta principal y nadie me ha detenido para conversar, indetectable. Ahora sólo debo pasar, buscar a la vieja Brennett, ayudar una jodida semana aquí; luego que alguien de casualidad pase y vea al gran Alec Donovan en este lugar, lleve el chisme a un amigo y este a otro amigo, que el instituto se entere, se burlen de mí y me quede sin popularidad, sin chicas y luego sea un... Marginado. Respiro profundo dos veces antes de entrar y enfrentar mi suicidio social si alguien se entera.

Tan pronto como entro busco a la señora Brennett y me dirijo hacia el saco de arrugas cascarrabias sentado detrás del mostrador asumiendo que ella es, no es que la conozca, sólo tiene apariencia de bibliotecaria, vieja, amargada y remilgada.

—Hola usted señorita Brennett. ¿Cómo se encuentra? —. Trato de usar mi encanto para ganar algo de empatía de la vieja. Si hay empatía entonces puedo sacarme de esto de alguna manera.

—Soy yo. ¿Usted es Alec...—. Mira el papel en su motrador para leer mi nombre, creo—... Donovan el ayudante?

—Esto... Sí—. Mi vos se tambalea mientras miro el lugar. Suicidio social, las palabras son como un disco rayado en mi cabeza.

—Bien—. Aplaude para llamar mi atención —. Necesitaré que acomode todos los libros que están sobre las mesas, si es posible en orden alfabético y en la sección que va, sino sabes a que sección pertenecen en sus lomos debe estar indicado—. Luego de esto me entrega un croquis de la biblioteca donde está cada sección señalada—. ¿Entiendes lo que hay hacer?

—Claro, todo captado. No soy tan estúpido —. Levanto una ceja por la implicación de su pregunta a la cual hábilmente le dí voz.

—Bueno, nunca se es demasiado cuidadosa, ¿verdad?—. Me da una sacudida de cabeza y me despide con la mano.

***

El primer día fue "productivo" y lo imposible pasó, me interesé en un libro, no es que no lea sólo prefiero no hacerlo en ese lugar, ya sabes el suicidio social y todo eso. Por más que intento no tomarlo y ojearlo, la curiosidad puede conmigo así que decidí que mientras este aquí bien podría hacerlo porque no sabía si podía llevarlo a casa conmigo y de todos modos no lo haría porque eso implicaría volver aquí más adelante y eso no estaba en mis planes.

En el momento que tuve de inactividad, lo tomé y decidí leerlo en el lugar más apartado, sólo por si acaso.

La mesa entre la sección de fantasía y ciencia parecía perfecta, desolado y oculta de la vista.

Tú Camino Coincide Con El Mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora