Aparqué el coche de mis padres lo más cercano posible a la dirección que me dio Liz. Cogí de nuevo mis guantes y con un enorme suspiro, bajé del coche. Portal número ocho, número ocho... No tardé en dar con él. Miré la nota: vivía en el octavo E. Nº 8, 8 E. Me armé de valor y llamé al botón que correspondía con su apartamento, tardaron un poco en responder.
-¿Si? - Sonó al través del micro. La voz la reconocí al instante como la de Luke. - ¿Es el cartero? - Preguntó, abriendo la puerta de la entrada mientras emitía un pitido. Empujé la puerta y Luke colgó el micro.
Suspiré por segunda vez. Fui hacia el ascensor y marqué el octavo piso. Mientras ascendía, me miré en el espejo. Tenía el pelo hecho un desastre, así que intenté peinarme un poco pasando los dedos entre algunos nudos y colocando algunos mechones rebeldes. Me aflojé la bufanda, allí hacía más calor. El ascensor se abrió antes de lo que quería, cuando salí de él y me encontré ante la puerta del piso E me di cuenta de que aún no sabía bien qué decir a Luke. Cómo hablarle. Para empezar, no sabía si quiera como reaccionaría él. ¿Le importaría un bledo esta situación? ¿Me mandaría a la mierda?
Llamé al timbre y oí unos pies arrastrarse al otro lado de la puerta antes de que ésta se abriera. Debían ser las nueve (¿cómo se me ocurre venir a las nueve de la noche?) y un Luke vestido con pijama y zapatillas abrió la puerta. Tenía el cepillo de dientes en la boca, lo aguantaba con su mano derecha. Su mano izquierda permaneció en el pomo de la puerta cuando me vio. Apartó el cepillo rápidamente y casi se atraganta con la pasta de dientes que tenía en la boca, le colgó un poco por la comisura.
-¿Danielle? - Pareció sorprendido, pero no supe descifrar su expresión. Me costó hablar.
-En persona.
-Pensé que serías Michael y Calum. - Murmuró, casi más diciéndoselo a sí mismo que a mi. Tenía mis manos en los bolsillos y jugueteaban nerviosas con la tela. - ¿Qué haces... ? ¿Cómo has...?
-Necesitaba hablar contigo. Tu madre me dio la dirección. Es algo serio Luke, y no estaría aquí si no fuera estrictamente necesario. ¿Puedo pasar...? ¿Por favor?
Luke me observó, pensativo. Al final decidió dejarme pasar y se hizo a un lado.
-Un segundo... Puedes sentarte allí.
Luke señaló con su barbilla la entrada al salón y se fue, seguramente al baño a terminar de cepillarse los dientes. Fui hacia un sofá de cuero granate, bastante cómodo. Me pareció extraño la cantidad de muebles aparentemente caros que había en el salón: el sofá de cuero, una baja y extensa mesa de cristal junto a un sillón a juego con el sofá, una televisión con demasiadas pulgadas... ¿Cómo habían conseguido todo esto? Pensé varias teorías: Michael o Calun eran multimillonarios, a alguno de los tres les había tocado la lotería, los tres habían robado un banco, alguno se dedicaba a vender droga...
-¿De qué querías hablar? - Luke había vuelto, esta vez sin pasta de dientes por su comisura. Se sentó en el sillón y me miró, cosa que hizo ponerme bastante nerviosa.
-Para empezar... - Tosí y me quité la bufanda y guantes, y después el abrigo. Esto iba a llevar tiempo. - ¿Tú me viste hace unas semanas en una fiesta, verdad?
-¿En qué fiesta concretamente? - Preguntó, parecía estar intentando hacer memoria. ¿A cuántas fiestas iría este chico?
-Era de Thomas Drew.
-Oh, sí.
-¿Lo conoces?
-No.
-¿Entonces qué hacías allí?
-¿Vienes a preguntarme por mis círculos de amigos?
-No. Ahora responde, ¿me viste?
-Sí. - Respondió bajando la mirada, dirigiéndola a sus pies. Ya no me miraba y me sentí un poco menos nerviosa.- Te vi en el cobertizo. Tenías una pinta deprimente, se notaba que estabas algo borracha.