CAPÍTULO 2.
— ¡Vamos, Hinata! ¡Cómpramela! ¡Tú tienes dinero! ¡Vienes de una familia rica!—exclamé, haciendo un puchero y blandiendo en su cara la foto de Naruto sin camisa que había tomado el día de ayer.
La chica pelinegra que está delante de mí niega nuevamente, sonrojada a no más poder. Sé que su debilidad es Naruto, y que siempre lo está mirando durante el receso y en clases. Es una de sus fans, tal vez la número 1.
—L-lo s-siento, Aimi—tartamudea una respuesta, alejándose de mí con pasos torpes. Naruto de verdad le afecta.
Frunzo el ceño. Hoy no es mi día. Todas a las que les he ofrecido fotos se han negado excusándose con no tener dinero.
— ¡Por eso morirás virgen, Hinata!—le grito, sin importarme que todos los estudiantes presentes en el pasillo me escuchen, de hecho, sólo me ignoraron, ya están acostumbrados a mí.
—Ni que tú no lo fueras, Aimi—dijo una vaga voz femenina detrás de mí, la cual rápidamente reconocí.
Doy vuelta sobre mis propios pies, encontrándome con Sakura. Le sonrío. Tal vez ella sí me compre una foto, no de Naruto, pero sí de Sasuke porque así como Hinata es fan número 1 del rubio y siempre lo acosa, Sakura lo es de Sasuke y así justamente lo mismo.
—Para tu información, dejé de ser virgen hace mucho tiempo —contesté divertida. Había sido algo que nunca olvidaría. Lo curioso es que había pasado con el hermano mayor de Sasuke, Itachi—. Pero cambiando de tema, tengo una foto de Sasuke sin camisa, ¿quieres comprármela? —digo, mostrándole la sexy foto de Sasuke que hasta a mí me hacía babear cuando la miraba. Ahora que lo pienso, tal vez debí ofrecerle una del Uchiha a Hinata.
Un leve sonrojo cubre las mejillas de Sakura mientras sin pensarlo dos veces escarba en su bolso y saca su monedero.
— ¿Cuánto dijiste que era?—pregunta, abriéndolo.
Le dije el precio felizmente. Sakura era un buen cliente que jamás me decepcionaría. Tomo el billete que me tiende y le entrego la foto.
(...)
Suspiro al ver la multitud de gente que está en el centro comercial. Si estoy aquí con mi madre y mi hermano, es por una sola razón, para comprarme mi Macintosh. Y estoy ansiosa por eso. Llevo tres meses reuniendo dinero para comprármela.
—Mamá, voy al segundo piso—le aviso, aunque soy ignorada porque mi hermosa madre está ocupada sacándole algo de la boca a mi hermano. Me encojo de hombros y subo las escaleras, siendo golpeada un par de veces en el proceso. Lo primero que visualizo es la tienda donde venden mi Macintosh. Camino hasta ella y pego mi cara contra el vidrio. Chillo emocionada al ver que está en el mismo precio.
—La verdad es que no me sorprende verte aquí—dijo una voz detrás de mí, que reconocí inmediatamente.
Me despego del vidrio lentamente. Mordiéndome el labio me giro a verlo, y le sonrío sinceramente. Itachi está mirando igualmente por el vidrio, pero sin pegar la cara como yo. Él si es normal.
Antes de hablar le miro de arriba abajo. Sigue viéndose igual de guapo que siempre, pero más maduro, más adulto.
— A mí sí me sorprende verte aquí, ¿qué te trae por estos lugares?—le pregunto, volviendo mi vista hacia mi futuro computadora. Es la primera vez, en cuatro meses, que nos vemos. Muevo mis dedos sobre el vidrio, a pesar de que dice no tocar. El verlo después de tanto tiempo me hace darme cuenta lo mucho que lo extrañé.
Me mira, dejándome sin aliento. De verdad necesito la receta de sus padres. No podía ser posible que alguien fuera tan atractivo como él.
—Mi computadora se dañó y vengo a comprar una—contesta, sonriendo un poco, aunque parece forzada.
— ¿Qué le pasó?—No debería preguntar, pero lo hago. Entro a la tienda seguida por él, notando que hay bastantes personas dentro y que tendremos que esperar. Itachi cuidaba muy bien su computadora, no, mejor dicho, Itachi cuida muy bien de sus cosas.
—Es una larga historia—musita.
Nos quedamos en silencio, esperando a que nos atendieran. Le miro de reojo. Siempre me he preguntado si yo fui alguien importante para Itachi, digo, nosotros nos besábamos, teníamos sexo y todo eso, pero nunca lo formalizamos y tampoco dijimos un terminamos cuando nos dejamos de ver, simplemente... Nos alejamos, o él se alejó. Es un poco confuso todavía.
Después de comprar mi computador no me sentía igual de emocionada que como me había sentido al llegar al centro comercial, y era culpa de alguien, era culpa de él.
—Adiós, Aimi. —Se despide, sin siquiera darme su número para ponernos en contacto de nuevo. Es lo que siempre se hace, ¿no? ¿Y qué significa ese adiós? ¿Es un espero no verte más nunca en mi vida?
—Nos vemos—digo en su lugar, mirándolo alejarse.
Aprieto la caja contra mi pecho, nunca entendí por qué las cosas quedaron de esa manera. Pongo la caja en el suelo suavemente y saco mi teléfono del bolsillo. No puedo evitar hacer una mueca de asco al saber dónde estuvo ese teléfono el día de ayer.
Entro a Facebook y publico un estado. Y sí, yo soy ese tipo de personas que le gusta poner lo que siente en sus redes sociales.
Oh, bebé. Te veías bastante bien hoy, como siempre... Me pregunto si ya me habrás olvidado.—Aimi se siente entristecida.
Rápidamente las reacciones y comentarios inundan mis notificaciones. Las ignoro, ya los leeré cuando esté en casa.
Me pregunto si tendré a Itachi agregado en Facebook.
¡Olá, belas!
Espero les haya gustado el capítulo. No olviden votar y comentar, por favor. 🙏😘