Capítulo 4.

3.1K 400 207
                                    

CAPÍTULO 4.

Advertencia: Lemon-chan está presente.

En la cama se encontraba un Itachi dormido, vestido sólo con unos jeans negros que dejaban a la vista la musculosa parte inferior de su cuerpo. Y gracias a Dios estaba dormido o me vería babear por él.

Mi mirada vaga por su habitación, tratando de distraer mi mente de tan trabajados músculos. Se notan algunos cambios, pero para mí sigue estando igual. 

Suspiro. Me trae muchos recuerdos estar entre esas cuatros paredes. 

Me agacho delante de Itachi. Su respiración es pausada y tranquila. Acaricio su rostro con la yema de mis dedos. Su rostro luce tan cansado, lo cual probablemente sea por culpa del estrés de la universidad, o, por culpa del estrés que le provoca su padre todos lo días. Pero a pesar de ello, sigue viéndose bien, y quiero una foto de él durmiendo.

De recuerdo, por lo menos.

Duro unos minutos buscando mi teléfono entre el montón de cosas que tengo en mi cartera, en mi entrada a Narnia. Cuando lo consigo, trato de hacer el menor ruido posible al sacarlo. Y, segundos después, ya tengo mi foto de Itachi durmiendo, la que por cierto, envié a mi correo por precaución. Uno nunca sabe qué puede pasar en esta vida.

Desvío mi mirada a la mesa de noche mientras guardo mi teléfono nuevamente, sorprendiéndome al encontrar una foto enmarcada de nosotros dos. Él besaba mi mejilla mientras sus brazos rodeaban mi cintura. Recuerdo el momento en que tomamos ésa foto, fue en su fiesta de graduación. Sonrío sin poder evitarlo, había sido un día muy divertido.

— ¿Aimi?—Una voz ronca llega a mis oídos y sé inmediatamente a quien pertenece, después de todo, éramos los únicos en esa habitación.

No me giro a verlo. Me da miedo ver su mirada molesta por encontrarme ahí. Siento su mano acariciar mis cabellos.

—Te extraño, Aimi. —Su cálido aliento contra mi oreja me hace estremecerme.

Te extraño, Aimi. 

Cierro los ojos, repitiendo internamente esas tres palabras que han hecho que mi corazón se acelere. Muchos chicos me lo han dicho, pero cuando lo dice él, es diferente, se siente diferente.

Giro mi rostro con lentitud, conteniendo la respiración. Cuando sus ojos se encuentran con los míos, puedo ver algo diferente en ellos, no es amabilidad ni ternura, es algo más profundo que hace que hasta mis huesos se estremezcan.

—Itachi...—dije, en un suspiro, antes de pegar mis labios contra los de él.

Dios, había deseado estos últimos meses volver a besar esos labios y ahora lo estoy haciendo, después de que había perdido la esperanza de que tuviéramos algo nuevamente. Lo mejor de todo, es que Itachi respondió de una manera apasionada y confiada, como si él hubiera esperado que hiciera eso. Su lengua jugaba con la mía; entrelazándose, acariciándose.

Pero, lamentablemente, comenzamos a sentir la falta de oxígeno. Nos separamos, respirando agitadamente. Evité mirarlo a los ojos, dirigiendo mi mirada hacia su lindo reloj de oro.

La mano de Itachi se ubica en mi barbilla y me obliga a mirarlo.

—Realmente estas aquí—murmura, con voz ronca.

Enarco una ceja, sintiéndome algo confundida. No entiendo a qué se refiere con lo que dijo. Abro la boca para preguntarle pero sus labios vuelven a posarse encima de los míos, con la misma pasión de antes.

Sus manos bajaron por mi espalda y se metieron en mi short. Gimo levemente, al sentir sus cálidas manos apretar mi trasero. Un gruño brotó desde la garganta de Itachi. Éste abandonó su trasero para desabrochar mi blusa, y una vez que terminó de hacerlo, la retiró lentamente, rebelando mi sujetador rojo de encaje.

Sus labios abandonaron los míos y se dirigieron a mi cuello, mordisqueando, dejando marcas rojizas, haciendo agitar más mi respiración. Y puedo saber inmediatamente que más tarde tendría chupetones que cubrir.

Recorro su torso con mis dedos, para conocerlo, para sentir mío de nuevo. Sus manos se dirigen a mi espalda, para desabrochar mi sujetador. Me estremezco al sentir el aire frio golpear contra mis senos desnudos.

Itachi agachó su rostro hasta la altura de mi pecho, colocando su boca encima de mi seno izquierdo. Sus dientes mordisquean mi pezón y su lengua alivia el dolor, haciéndome emitir pequeños gemidos. Se siente tan bien. Tomo mi seno ignorado y se lo ofrecí, él también necesitaba de su atención.

Después de haberle dado su merecida atención a mis enrojecido senos, su boca volvió a colocarse sobre la mía. Luego, sin dejar de besarme, me ayudó a recostarme en su cama. Bajé mis manos sobre sus abdominales hasta dirigirme a su cintura, para desabrochar su cinturón. Itachi se alejó un poco y se retiró los pantalones y luego los boxers, quedando como llegó a este mundo. Su mirada se dirigió a mis shorts y frunció el ceño. Reí levemente y me los quité, junto con mis bragas. Ahora los dos estábamos desnudos.

—Te necesito, Itachi-senpai—susurré, contra sus labios, llamándolo cariñosamente 'senpai' como solía hacer cuando me impartía clases.

Itachi se posiciona entre mis piernas. Rodeo su cintura con ellas, escondiendo mi rostro en su cuello.

—Entonces me tendrás, Aimi.

(...)

—Pensé que era un sueño—murmura Itachi.

Me rio, contra su pecho. Estamos desnudos bajo las sabanas, con los pies entrelazados. Él juega con mi cabello mientras yo lo observo, sintiéndome muy cómoda. Tan parecido a la época de antes, sólo que esta vez no estudiamos ningún libro de historia.

— ¿Acaso sueñas conmigo continuamente?—Bromeo.

Itachi deja a un lado mi cabello y me abraza fuertemente contra él. 

—Siempre.

Levanto mi rostro, sorprendida ante su sinceridad. Puedo ver que no miente, sus ojos me lo dicen. Sonrío, sintiéndome risueña.

—Me hace feliz oír eso, pero no esperes que te diga que sueño contigo, ¿entendido?

El pecho de Itachi vibra debajo de mí, provocado por su risa. Niego, divertida. Me siento en la cama y alcanzo mi cartera, para sacar mi iPhone.

Me giro a verlo, con el susodicho en mano.

—Esto merece una foto.—Para tenerlo de recuerdo por si acaso no volvía a suceder jamás.

Me vuelvo a recostar contra su pecho y dejo que Itachi tome la foto. Lanzo un beso y él sonríe. Después de tomarla, un sonido en la puerta nos sobresaltó.

—Itachi, necesito hablar contigo.

Oh, eso sonaba como la voz del padre de Itachi.

¡Ta-dán! ¡Lemon-chan presente! ¡Espero que les haya gustado! No soy la mejor en ello, pero creo que he mejorado.

No olviden votar y comentar, por favor. 🙏❤️






¡Hey, acosadora!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora