Capítulo 6.

2.7K 365 39
                                    

CAPÍTULO 6.

Un dolor inexplicable me recorrió la pierna entera, provocando que unas cuantas lágrimas comenzaran a resbalarse por mis mejillas. Escucho a mis "amigas" soltar chillidos y acercarse, junto las exclamaciones de las personas presentes en el partido.

La gente comienza rodearme, preguntando si estoy bien. Estoy bien, solo creo haberme roto un hueso, pero estoy bien.

Trato de sentarme, pero el movimiento provoca que una punzada me dé directo en la pierna. Me muerdo los labios, tratando de no gritar.

Un chico se abre camino entre la multitud. A pesar del dolor que siento, noto que trae puesto el uniforme del equipo. Él se arrodilla a mi lado y coloca una mano en mi espalda. Escondo mi cabeza en su pecho. No lo conozco, pero da igual. 

—Te llevaré a la enfermería, ¿de acuerdo?—Escucho que me pregunta.

Mi vista se vuelve nublosa y al final caigo en la oscuridad, estando en los brazos del desconocido.

(...)

Mamá cree que quedé traumada debido a mi decisión de querer volver a ser porrista, pero, ¿quién no lo estaría después de caer de una altura de dos metros porque "accidentalmente" tu compañera te dejó caer? Gracias a ello, ahora tengo una pierna rota y tengo que usar ese molesto yeso por unos cuantos meses.

—Oí que terminaste con Ryu—comenta mamá, mirándome de reojo mientras pasa la aspirada.

Ruedo los ojos, cambiando de canal.

—Sí, ¿qué pasa con ello?—Ryu había sido un idiota, el Rey de los idiotas. ¿Cómo era posible que él, estando ahí presente cuando me lesioné en el partido, ni siquiera se dignó en acercarse a ayudarme? ¡Ni siquiera a verme al hospital! En cambio...

— ¡Ves! ¡Esa es una prueba de que estás deprimida por dejar el equipo...!—Y mamá siguió hablando y hablando, sin darse cuenta de que yo no le prestaba atención. Estaba encismada recordando al chico que sí me había ayudado a pesar de que no me conocía.

No lo había notado por el dolor a su momento, pero el chico era increíblemente atractivo por lo que podía recordar. Era tan atractivo que pagaría por una foto de él....¿Foto? ¿Pagar? Eso me trajo una idea, una muy excelente idea.

La melodía de llamada de mi móvil sonó dentro de mi bolsillo. Lo saco y visualizo en la pantalla papá. Contesto rápidamente.

—¡Hola, papá! ¡Qué bueno que llamas!—exclamo alegremente.

Papá ríe.

—Suenas animada a pesar de tener que andar con un yeso por tres meses.

Me rio junto a él.

—Sí, bueno, es que se me acababa de ocurrir una excelente idea justo antes de que llamara.

Mamá deja de hablar con ella misma y me mira, preguntándome con los labios si es mi papá. Asiento en respuesta, provocando que ella hiciera una mueca. Mis padres se divorciaron hace un par de años y creo que no se hablan desde que firmaron los papeles.

— ¿Qué se te ocurrió, cariño?

(...)

—No sabes lo mucho que te extrañamos en el equipo, Aimi—dice Ayame, una excompañera porrista que deseaba fervientemente mi puesto de capitana y que ahora lo tiene. Ah, y también la que accidentalmente me dejó caer y culpable de que ahora ande con una maldita muleta en los pasillos de la Preparatoria.

—Oh, sí, yo también las extraño. Y por cierto, felicidades por tu ascenso, aunque si lo piensas bien, es un poco lamentable que para que pudieras obtenerlo tuvieras que esperar que me fuera.

Un sonrojo cubre sus bronceadas mejillas. Me pregunto si será un sonrojo de rabia o de vergüenza... O de ambas.

Me detengo para mirarla a los ojos, sonriéndole.

—Pero tranquila, entiendo que no existe nadie que me supere en lo que hago.—No me da pena alguna decir que yo soy, o era, realmente muy buena siendo porrista.

Un chico detrás de Ayame me llama la atención. Me parece vagamente conocido. Hago a un lado a mi examiga y doy unos cuantos pasos hacia el chico.

¡Es él!, exclamo en mi mente al verlo más de cerca. El mismo cabello negro, la misma nariz, los mismo labios, lo mismo todo. Es el chico que me ayudó.

El chico comienza a alejar, en dirección a la salida. Me muerdo los labios y corro detrás de él, con muleta y todo. Siento un par de punzadas pero las ignoro. Él, como presintiéndome, se da vuelta. Me tropiezo con la muleta a sólo unos centímetros de él. Cierro los ojos por inercia y espero el golpe, aunque este nunca llega. Abro los ojos, parpadeando. Los brazos del chico están rodeándome firmemente por la cintura.

— ¿El medico no te dijo que no puedes correr con el yeso?—Dios, él es verdaderamente caliente. Quiero una foto de él en mi cámara nueva.

Sonrío levemente.

—Creo que mencionó algo parecido.

Un poco sobre cómo se conocieron Aimi e Itachi. Espero que les haya gustado. ♥

Actualice por mi gran mejor amiga Aomi , quien me ayudó bastante a crearlo. Te lo dedico a ti, sorra. Te hamo<3

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


¡Hey, acosadora!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora