Al día siguiente...
-Mía! Arriba vamos! -gritó mi padre desde abajo.
Pero la cabeza me daba vueltas y vueltas y de ayer sólo recuerdo que comencé a beber.
Me metí en el baño rápidamente a causa de una arcada y deposité todo en el váter.
Al acabar me miré al espejo y me alarmé. Mi collar no estaba en mi cuello.
Ese collar era muy importante para mí. Me lo regaló mi abuela, ella se llamaba como yo y el collar ponía Mía.
-No, no, no -dije levantando las sábanas, muebles, todo.
Pero no estaba.
-Mi madre me mata -digo para luego sentarme en el suelo y soltar un suspiro.
-Mía me voy a trabajar! Luego nos vemos! -gritó mi padre y escuché la puerta cerrarse.
La fiesta. Era el sitio donde tenía que estar.
Asique me vestí corriendo y rompiendo las reglas del castigo fui a casa de Dani.
Toqué varias veces pero nadie respondía. Estaba a punto de irme hasta que Jesús abrió la puerta.
-Hola... Mía no? -pregunta.
-Si, voy en tu clase de física. Hicimos hace meses un trabajo juntos.
-Si si, me acuerdo de ti. Querías algo?
-Si... Ayer perdí un collar y supongo que lo perdí aquí.
-Tu... Viniste a la fiesta?
-Si.
-Am... Pasa -dice dejándome sitio para pasar.
Entré a la casa. Y exactamente, olía a alcohol.
Era un olor asqueroso, ya que también olía a vómitos.
-No hemos limpiado aún -dice Jesús al observar mi cara de asco.
-Lo suponía... -hago una mueca.
Me puse a buscar el collar por el salón esquivando vasos que aun contenían liquido. Dios, podrían manchar la moqueta.
-Ves algo? -pregunta Jesús mirándome, sin ayudarme.
-No -suspiro.
-Jesús porque haces tan- -Se paró al verme- Mía?
-Hola -digo.
-A que no te acuerdas de nada?
-Que?
-Lo que yo decía. Que haces aquí?
-Ha perdido su collar -le dice Jesús.
-Vaya por dios -dice Dani para luego ayudarme.
Oh dios mio, alguien decente. Gracias Daniel Oviedo.