Mía.
Volví a casa después del odioso día. No me hicieron caso en toda la mañana. Puf. Sam si que está enfadado conmigo.
Abrí la puerta y dejé la mochila en el sofá. Entré en la cocina y vi una nota de mi madre.
«Volveré para cenar, te quiero
Mamá.»
Abrí la nevera y cogí espagueti.
Los puse en un plato y los metí en el microondas.
Puse la televisión mientras esperaba a que se calentaran.
•••
Realicé los deberes de matemáticas mientras sonaba She's Kinda Hot de five seconds of summer en el reproductor de mi móvil.
Se paró la música y en la pantalla apareció un número desconocido.
Lo cogí.
-Si? -pregunté.
-Mía Mía Mía... Es necesario que te diga qué te alejes de Daniel? -dijo una voz femenina.
-Perdón? -dije con confusión.
-Daniel Oviedo, no es para ti. -vuelve a decir. Y ésta vez se quien está al otro lado de la línea. Miriam, la rubia de por la mañana.
-Oye, yo no quiero nada con Daniel, solo es mi pareja de Física.
-Oh vamos, veo como le miras -dice con obviedad.
-Cómo? Con los ojos? Anda ve a hablar con alguien de tu misma mentalidad.
-Como Sam y Chloe? Pobres injenuos. Te dejan sola y por detrás dicen qué te echan de menos. Ñoños.
-Que quieres?
-Solo quiero que Dejes a Daniel. Me lo tienes muy confundido.
-Daniel tiene novia.
-Oh, has descubierto América.
-Yo no busco problemas vale? Ni los buscaré. -cuelgo.
Pero como tiene mi... Joder. Este tío me está tocando la moral.
Me puse una remera y cogí el móvil. Baje las escaleras y salí afuera.
Me dirigí a su casa y toque a la puerta. Las piernas me temblaban debido a lo que iba a hacer. Abrió la puerta y sin decirle nada estampé mi mano contra su mejilla –Pero que...?! —volví a hacerlo. –Mía!
—Quien te cres para darle mi número de teléfono a tus amigos?! Daniel debiste preguntar antes!
—De que hablas?!
—Miriam me ha llamado amenazandome de que me alejara de ti. Y creo que no es lo suficiente lista para adivinar mi número. Creo que no llegaría a acertar el primero!
El rió.
—¡No te rías! —exclamé.
—Eres muy graciosa.
Chasquee la lengua —Eso conmigo no funciona.
—Quieres pasar?
—No! Quiero golpearte! Dime porque le diste mi número!
—Mía yo no le di nada! —gritó él ahora.
—No me grites!
—Me pones nervioso!
Mordí mi labio.
—No hagas eso. —pide. Mas bien obliga.
—No puedo ni morder mi propio labio?
—Acabarás haciendo que yo muerda tu propio labio.
Cuando quieras, sin prisas, tómate tu tiempo.
—Debería ir a hablar con Sam y Chloe. —digo para salir de esta.
—Un placer.