8.- "Como salir de un túnel."

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"Pensaba que no volverías." Dijo Dylan apoyado en el marco de su puerta.

"Es que no vuelvo." Contesté de forma grosera sabiendo que eso le daría a entender que no quería perder más el tiempo.

Entré de forma violenta quitándole del medio. Él sonrió de forma cínica pensando que mi actitud era muy graciosa. Nunca se había tomado la cosas en serio y no lo iba a hacer ahora.

Llegué hasta su habitación y recogí mis cosas sin intentar mirarle a la cara, sabiendo que cualquier cosa que dijera me iba a hacer entablar una batalla con él que no ganaría.

"Eres un auténtico coñazo cuando te pones así."

"Tú lo eres al natural." Respondí y él no tardo en reír.

No entendía a qué venía su sonrisa. ¿A caso todo le parecía divertido? Claro, él no conocía la palabra preocupación. Eso le venía muy grande... Aunque pensándolo mejor, lo mismo era yo quién le hacía gracia, después de todo, no era más que un saco de huesos tratando de huír de la vida. Y mira que normalmente es al revés.

"¿Qué pretendes ángel?" Preguntó pronunciando aquella palabra que me hacía tan débil.

Miré a Dylan de arriba abajo una vez más. Desde sus ojos cautivadores hasta su mueca favorita. No había vuelta atrás había tomado una decisión y está vez iba a salir bien porque sí, porque tenía que ser así y él lo sabía mejor que nadie. Este no era mi sitio.

"Desaparecer."

Cogí todo lo que había venido a buscar y me marché prometiéndome a mí misma no volver nunca.

Cerré la puerta con delicadeza como todo lo que se hace cuando duele. Miré el número 72 por última vez y juro que escuché alguna blasfemia y golpe procedente del interior de la casa, pero ya era demasiado tarde.

No volvería a caer en el vicio que suponía Dylan Marland porque aunque él me enseñó a ver el vaso medio lleno, tan solo me sirvió para ahogarme.
Después de haber perdido el norte, el sur, el oeste y el este por todos lados, sólo me quedaba una salida.

Esta era la última vez que me permitía fallarme a mí misma. Ya no iba a ser nadie más que yo. No me iba a dejar engañar por el amor, ni por la amistad, ni por los encantos del peligro.

De los errores se aprende decían, lo único que aprendí yo es a caerme de boca. No iba a ser así o por lo menos, no estaba dispuesta a permitirlo.

Por eso había tomado aquella decisión. Quería retormarlo todo, pero la única manera de hacerlo era con la ayuda de la música. Aquella que una vez me destruyó de una forma tan delicadaq iba a ser la que me ayudaría a despertar. La forma más delicada de destruirse es la más bonita después de todo.

Pasaría horas en aquel edificio. Tocaría cada nota de ese piano del conservatorio hasta que me sangraran los dedos. Así es, la canción que yo pensaba que nunca iría a parar a ningún sitio.

"Nunca escribo nada bueno cuando estoy sola y cabreada" le dije una buena vez a Dylan. Ahora estaba apunto de cambiar mi teoría e inventar mis nuevas leyes. Sí, tenía cada músculo de mi cuerpo desgarrado y cada hueso roto, pero podía sacar provecho de aquella situación.

Y es que del amor al odio hay sólo un paso.

En un principio notaba los dedos destruidos, la falta de práctica últimamente me había echo perder agilidad. Sin embargo tras un par de minutos ardiendo, algo hizo 'clic' y supe que había empezado la magia.

-o-

El día no estaba tan oscuro como parecía, incluso chocaban un par de rayos de Sol em asfalto. De nuevo notaba el frío sobre mis mejillas y es que ya me había acostumbrado a él.

Broken Arrow (Adam Lambert FanFic Parte II) HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora