DunBroch vs. Mor'du

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Mi madre me mira fijamente con sus ojos avellana, toma mis mejillas y me hace agacharme para acercarme más a su cara. Por una cabeza por lo menos soy más alto que ella. Me da un beso en la frente cariñosamente, en más tiempo de lo que los demás en mi vida han durado. Cuando separa sus labios de mi fría piel, me abraza.

-No sé ni por qué te dejo ir -hace cinco minutos le comenté acerca de la batalla destinada para el día de hoy.

Al principio se rehusó de manera muy necia, pero después de todo, la logré convencer con ágiles argumentos de los que se usarían para hacer que te deje salir con tus amigos a ver una película.

-Porque tienes que hacerlo -digo con tranquilidad, casi en susurro. Recargo mi barbilla en su cabeza.

-¿Qué tipo de madre dejaría que su hijo fuera a sacrificar su vida por destruir a un fenómeno de bestia?

-Tú, no eres una madre normal, no eres común ni mucho menos corriente. Y yo nunca dije que voy a sacrificar mi vida, no moriré.

-Eso no lo puede saber nadie, por eso no quiero que vayas. No, no vas a ir -se separa estrepitosamente. Frunce el ceño y cruza sus brazos, lista para obligarme a ir a mi habitación.

-Mamá, ya lo hablamos. Por favor, si no lo hago, podría seguir matando gente, ¡haciendo un gran caos!

Por siete segundos pierde su mirada, analizando. Y me vuelve a mirar como ya últimamente hace: preocupada.

-Está bien, pero prometeme que volveras. ¡Te juro, Jackson, que si no vuelves antes de medianoche estarás castigado por una semana! -me apunta con su fino dedo amenazador.

-Te lo juro - levanto mis brazos como si ella tuviera un arma y me pidiera que lo hiciera.

Toma mis manos entre las suyas.

-Cuídate.

***

Mis pies tocan tierra mientras acomodo mi sudadera, ahora negra, que se alborotó por el violento aire mientras volaba. En las noticias de la mañana anunciaron lluvias probables para el día de hoy en esta ciudad. Puede que aún no llueva, pero el viento parece lleno de rencor.

-¿Eres la primera en llegar? -le pregunto a Corona, está sentada en una gran roca frente al bosque, sola.

-¿Ves a alguien más aquí? -bosteza estirando sus brazos, aburrida.

-Ja, ja, ja -miro que, tal y como le pedí, cumple al traer su sartén, el cual está enterrado en el pasto-. Oye, ¿me lo prestas?

Se encoje de hombros mientras lo saca de la tierra y me lo lanza. Lo atrapo con la mano derecha pero por poco se me cae. ¡Está más pesado de lo que cualquier persona esperaría al verlo nada más! Ya entiendo por qué logra ser tan letal hasta un simple toque suyo. Y por qué se puso tan histérico Hadock anoche cuando estabamos a punto de ser impactados por esta arma, apuesto a que si yo me hubiera percatado antes de su peso, me habría puesto igual que él, tal vez peor.

-¿De qué está hecho? ¿Del metal más fuerte del planeta?, ¿quizá de otro planeta? -le pregunto con los ojos bien abiertos, ella se ríe por tal expresión.

-Eso no lo sé, tendría que preguntarle a mi madre. -de nuevo se encoje de hombros.

Planeaba recomendarle que sea más precavida al lanzarlo, para no matar a los de su propio equipo, pero de pronto llega Rider, en una moto. Cuyo motor suena como si en lugar de uno fueran cien, quizá más.

'The Big Eight' -SuperHéroes del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora