Me Cura

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-Hasta que te encuentro. ¡Dios, Frost! -me mira muy preocupada mientras se agacha a mi altura- No creí que DunBroch hablara enserio.

¿Enserio? ¿De todos tenía que ser ella la que me encontrara?

-Winter -digo mirándola a sus azules y hermosos ojos.

¡Calla, Overland! Me reprendo. ¿"Hermosos"? No debo de pensar en éso ahora, sino en huir de aquélla platinada que no aparta la vista de mi sudadera húmeda del líquido rojo oscuro que no cesa de salir, aunque ya disminuyó tanto en cantidad como en velocidad. Sus delicadas manos se acercan temblorosas a mi abdomen, y parece que sólo su uña del dedo índice de la mano izquierda se atreve a tocarlo, ya que sin tiempo las vuelve a apartar frenéticamente.

-¿Eh...? ¿Qué fue lo que te dijo? -pregunto mientras me siento correctamente con las piernas cruzadas y mis codos sobre las rodillas, las cuales ocultan vista a mi herida. Es seguro que cualquier acción o palabra fingida será vana, puesto que ya vio (también toco) mi sudadera que manifiesta sin duda mi dolor.

-Dijo que el oso te enterró sus garras. Pero yo creí que sólo sería un rasguño insignificante. Y no, lo que te hizo preocupa, hay que llevarte a un hospital -se pone de pie para después tocar el auricular en la oreja, seria-. Chicos, lo encontré.

¡¿Qué?! No debo ir a un hospital, sino llamarían a mi madre y ella se enteraría cómo me afectó haber venido. No lo permitiré.

-Estamos en... -comienza a desdoblar una hoja que seguro es el mapa que DunBroch nos entregó.

Hago un gesto con mis dedos índice y medio, expulsando un rayo de hielo que impacta con el mapa y lo hace volar en el aire lejos de las pálidas manos de La Reina de las Nieves.

-¡Hey!, ¿por qué hiciste éso? -me mira furiosa.

-Lo siento, fue accidental. -me encojo de hombros sonriendo inocentemente.

-Lo siento, chicos. Perdí el mapa -les dice con decepción mirándome. Después de unos segundos se dedica ahora a mirar el entorno-. Pues... la hierva está muy al...

¡Ay, no! ¡Ay, no! ¡Plan "B"!
Me concentro mirando intensamente su oreja, en donde está su auricular, con el ceño fruncido, y un poco los ojos entrecerrados. El artefacto comienza a llenarse parcialmente de escarcha. Estoy congelando el auricular desde adentro, desde clabes y procesadores en forma material.

-... y también una pendiente muy grande y... ¿Me oyen?... ¿chicos? -funcionó. La Reina de las Nieves ha de estar escuchando el sonido que crea un celular al pasar por debajo de un puente.

Toma, se aparta el dispositivo y lo mira extrañada. Y entonces sus pupilas me enfocan ahora. Se le nota el enojo.

-¡Hey!

-Perdón, no me di cuenta. - digo levantando un poco mis manos en indicación de ser inocente.

-No quieres ir a un hospital, ¿verdad? -me mira fijamente, casi comprensiva.

-La verdad no -admito.

-¿Por?

-Temo que mi identidad sea descubierta -¡buena esa! Seguro acepta la idea. Me felicito internamente.

-¿Pero entonces qué planeas hacer? Yo no te dejaré aquí muriendo.

-¿No lo ves? Estoy recuperándome. Me siento mejor -y era cierto, antes no podía ni hablar, y ahora creo que hasta logro caminar.

-No puedo confiar en éso. -pone sus brazos en jarra mientras me mira con el ceño fruncido. ¿Es que no me dejará en paz?

-Okay, está bien. Confío en ti en que no sabrán mi identidad en el hospital. Pero, ¿podrías llamarles a los chicos?, es que no logro caminar siquiera. Me duele todo.

'The Big Eight' -SuperHéroes del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora