9. 1997

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Primavera de 1997, volando sobre alguna parte del océano atlántico. 

Blake Henderson.

Deja de moverme Benjamin... Por favor deja de moverme. 

"Señorita."  La voz se escuchaba lejana.

"Benjamin, basta." Gruñí por lo bajo. Una vez mas ese molesto golpeteo en hombro. "¡Benjamin!" Mis ojos se abrieron de golpe y dios quería morirme. La azafata me miraba con el ceño fruncido, agachada y con los labios color carmín apretados. "Oh, lo siento." 

"Póngase el cinturón, por favor." Dijo con seriedad antes de alejarse de mi asiento. Mire con vergüenza a la los pasajeros de alado que me miraban con humor. Demonios. 

Pase las manos por mi cara y cabello tratando de no lucir como una idiota que babea mientras duerme. De mi bolso saque la revista que había comprado en el aeropuerto, una copia de Rolling Stone; sumé la otras que llevaba, dos revistas de vestidos de novias que Eve me había dado pensando que eso me entretendría en el viaje.

A diferencia de mi suegra yo deseaba un vestido sumamente simple, algo que incluso pudiera usar en otra ocasión, ella odiaba la idea pero Benjamin ya me había dejado comprar un vestido sencillo y económico en una tienda de Pretoria. Su madre no tenia idea y tenia pensado decirle después del viaje, esperando no matarle la ilusión de que alguna de las notas de sus vestidos favoritos me convencerían mágicamente.

Ignorando las revistas parecidas a bloques decidí ir por la revista con Gilian Anderson como portada. Y la había comprado por una sola razón. Un artículo con el título —Ray Carter festeja sus cuarenta y dos años a lo grande.— Mi corazón empezó a latir con fuerza que incluso temí el necesitar un doctor en pleno vuelo. Las fotografías de personajes como Cher, Bono, Jennifer Aniston, Shep Gordon y Celine Dion se encontraban festejando en lo que decía la nota era un club nocturno de Nueva York muy exclusivo, festejando al hombre que dejo a una chica embarazada en Charleston y que nunca volvió a saber de ella.

Pero lo mas sorprendente era el, después de un largo tiempo finalmente había vuelto a ver su rostro, aunque fuera en papel. La fotografía mostraba su expresión seria y mirada entrecerrada, el hombre parecía poco divertido; pude imaginarlo bostezando a las doce de la noche sentado entre sus amigos celebridades y contando sus billetes como era habitual.

No se parecía nada a la fotografía que guardaba en el baúl al pie de mi cama. Su rostro joven se había sustituido por una barba que le cubría el rostro y un cabello largo y castaño a lo largo del cuello, ese hombre era mi verdadero padre, o algo así. 

Mi estomago se revolvió y empece a golpetear la revista con mis dedos en un intento de tranquilizarte. 

"Lindo anillo." La señora a mi lado me hablo y pare de moverme, mi movimiento había captado su atención. "¿Comprometida?" 

Mire hacia mi mano, el anillo en mi dedo anular lo decía claramente, asentí con una sonrisa melancólica, ya empezaba a extrañar a Benjamin. Mi prometido sobre-protector habría subido al avión junto a mi de no ser por su trabajo, habían sido años de arduo trabajo y estaba a nada de terminar su investigación la que lo pondría en la linea donde los mejores médicos se encontraban, el era uno de ellos; con el corazón mas grande que su enorme intelecto, siempre queriendo hacer algo por los demás, incluyéndome, el me había salvado de mi misma. 

"Mi boda es a fin de año." Le dije a la mujer de cabello canoso y sonrisa amable. "Luce como una eternidad." Me reí por lo bajo. 

"Se espera, por las mejores cosas, siempre se espera." 

Problemas de una rubia (CALM#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora