—¿Todo bien friendo té—pregunta Adam volviendo a la tienda.
Asiento levantándome del asiento detrás de caja.
—Parece que tu mayor clientela está comprendida entre estudiantes de secundaria
En el tiempo que estuvo ausente, las pocas ventas que hice fueron a unos cuantos estudiantes de secundaria. Le di gracias a Dios porque cada artículo tuviese su precio y antes hubiese trabajado con el sistema contable que tiene Adam, porque él simplemente se fue sin decirme a ciencia cierta qué hacer.
—Ah, lo notaste —musita él con una sonrisa—. Qué bueno, justamente por eso te contrate
Enarco una ceja.
—¿Qué se supone que significa eso?
Adam ríe.
—Viste los adolescentes ¿No? Y te viste en un espejo también esta mañana ¿Verdad?
—No consigo entender lo que dices —replico confundida.
—Chris, tu eres la persona correcta para atraer a más adolescentes cachondos
Mis ojos se abren ante la sorpresa momentánea antes de soltar una carcajada.
—Ya sabía que estabas loco, pero no a estos extremos
—Es una actitud comercial —Adam me guiña el ojo—, lo entenderás más adelante
—Si acepto el trabajo —advierto caminando hacia las estanterías.
—¿Cómo que si lo aceptas? ¡Ya lo hiciste!
—No —lo corrijo—, te salve el culo con un par de clientes mientras estabas con mi sobrina. Y hablando de ella ¿Con quién está?
—Mi madre esta con ella —responde suavemente.
No conozco a la madre de Adam, pero Haley dice que es una mujer hermosa. Rubia y con ojos verdes, y que nunca entendió como Adam tenía los ojos oscuros siendo su madre de ojos claros.
—Entonces... —musita él atrayendo mi atención— ¿De verdad no vas a aceptar el trabajo?
Suspiro.
—¿Exactamente en qué consiste? Necesito un empleo pero no voy a ser la modelito que te atraiga a adolescentes cachondos
Adam se ríe haciendo que yo ría con su risa contagiosa.
—No tienes que hacer nada de eso —asegura—. Básicamente, es atención al público, nada de otro mundo. Tengo a dos chicos más trabajando también, pero hoy decidieron no aparecer por razones que desconozco —su mirada me escanea de arriba abajo—. Puedes venir vestida como quieras, no se necesitas de un uniforme y aparte de atender a las personas quizás te toque una que otra vez facturar
—¿Sólo eso? ¿Tienes quien limpie, quien lleve la contabilidad y quien se haga cargo del inventario? —pregunto sorprendida.
Sus cejas se alzan.
—Pareces estar al tanto de como se lleva un negocio
—No me tomes por niña mimada —replico de inmediato—. Tengo un empleo de medio tiempo en __, así que sé todo lo que hay que hacer
—¿Y en qué trabajabas? —pregunta con interés.
—Trabajé en una librería
—¿Y dejaste tu empleo por regresar?

ESTÁS LEYENDO
Something Stupid
RomanceChristina Grimmie siempre tuvo una regla básica durante toda su adolescencia: cero chicos. Y no porque no le gustasen, era porque tenía pánico a terminar como su madre: madre soltera a los diecinueve, y no de una, sino de dos niñas que nunca conocie...