Un pitido tras otro me despierta con un sobresalto. La alarma suena justo a unos pocos centímetros de mi cabeza sobre la mesa de noche de Brett mostrando que son las seis en punto. Santo cielos. ¿Él debe levantarse cada día a esta hora?
Me estiro lo suficiente para apagarla y espero impaciente a que él se despierte, pero solo escucho su respiración lenta y profunda que me confirma que él sigue dormido a mis espaldas. ¿Quizás la alarma no suena lo suficientemente fuerte y deba sonar por más tiempo para que él pueda levantarse?, ¿llegará tarde al trabajo por mi culpa?
Un brazo rodea mi cintura y me ciñe contra un pecho musculoso haciéndome chillar de sorpresa.
—Creí que seguías dormido —susurro.
—Siempre me despierto unos minutos antes de que suene la alarma —responde, trazando círculos con su dedo sobre mi estómago desnudo.
—¿Así que te despiertas antes y no pudiste desconectarla para evitarme el susto? Suena horrible esa alarma
Brett ríe roncamente junto a mi oído.
—Lo siento, por un momento me olvidé del desnudo y caliente cuerpo a mi lado —su mano se mueve hacia arriba para ahuecar uno de mis pechos—. Lamento lo de mi alarma, me habría gustado despertarte de una manera más placentera
Cierro mis ojos mientras Brett comienza a torturar mi pezón. Se podría pensar que después de la frenética noche que tuvimos donde la mayoría del tiempo estuvimos muy despiertos, él saldría a regañadientes de la cama. Pero no, acá está excitándome de nuevo y con una erección presionando contra mi trasero.
—Eres insaciable —murmuro roncamente.
Su trabajo en mis pechos está funcionando. Están duros como perlas y mi entrepierna comienza a humedecerse. Un gemido escapa de mis labios cuando Brett succiona la piel de mi cuello y sin pensarlo arqueo mi cuerpo contra el suyo, haciendo que su polla se deslice entre la abertura de mis nalgas.
—Joder —sisea en mi oído—. En algún momento tendrás que dejarme tomar ese precioso culo
—Ni lo sueñes —replico en un jadeo.
Sus caricias en mis pechos se detienen haciéndome protestar. Escucho su risa burlona mientras me acomoda sobre mi espalda y su cuerpo se presiona contra el mío en los lugares correctos.
—Dulce Christina —musita besando mi cuello—, a estas alturas ya deberías saber que siempre obtengo lo que quiero —él comienza a descender por mi cuerpo, llenándolo de besos entre sus palabras—. Y en este momento quiero tu culo
—Eso está fuera de discusión... Oh... —jadeo cuando su lengua rodea un pezón tras otro.
Lame un camino hasta mi ombligo donde juguetea un poco haciendo que mi cuerpo se estremezca.
—Creo que conozco maneras de hacerte cambiar de opinión, nena —asegura moviendo sus brazos bajo mis piernas—. Estoy casi seguro que me tendrás rogando por ello una vez te tenga donde quiero
Su aliento cae sobre mi humedecido sexo y yo comienzo a dejar de tener pensamientos coherentes. ¿Qué es lo que ha dicho sobre mi culo?
—Por favor —imploro levantando mi cadera en una silenciosa invitación.
Brett ríe, abriendo un poco más mis piernas.
—Si no tuviese que ir a trabajar, te torturaría por horas nena. Tu culo está a salvo por ahora, sin embargo, tengo tiempo para escucharte implorar unos minutos por lo que necesitas

ESTÁS LEYENDO
Something Stupid
RomanceChristina Grimmie siempre tuvo una regla básica durante toda su adolescencia: cero chicos. Y no porque no le gustasen, era porque tenía pánico a terminar como su madre: madre soltera a los diecinueve, y no de una, sino de dos niñas que nunca conocie...