Capitulo V

1.7K 161 8
                                        

    Aunque mi madre se ha salido con la suya al hacerme ir, yo me he salido con la mía al elegir que usar. Ella pretendía que yo usara uno de sus vestidos, pero era algo que yo no quería usar. Era algo para usar cuando estabas deseosa por impresionar a alguien, y si bien Brett era un hombre atractivo no estaba muriéndome por impresionarlo. Para el calor del verano decidí usar una blusa sin mangas de color verde menta, con un pequeño escote redondo que apenas dejaba ver el nacimiento de mis pechos, unos jeans ajustados de un azul muy oscuro y unos zapatos de tacón negro. Esos sí que me encantaba usar.

Mamá había protestado por mi elección, pero Brett pareció claramente relajado al verme de esa manera. Quizás le gustaba verme de manera informal, lo que no iba de acuerdo con su esmoquin, pero igual le había gustado lo que había visto.

—¿A dónde me llevas exactamente? —pregunto al ver que se dirige a la bahía.

—No me apetece ir a un restaurant en una primera cita, cenaremos en mi velero

Lo miro sorprendida.

—¿Intentas sorprenderme?

Él ríe.

—¿Después de ver que olvidaste nuestra cita? Si, maldición, intento sorprenderte

Me relajo por primera vez desde que subí al auto y me permito reír junto a él. A su vez, luce más joven cuando ríe.

—¿Qué edad tienes?

Él me mira unos segundos y devuelve su vista a la vía.

—¿Contraataque por lo de esta mañana?

Sacudo la cabeza riendo.

—No, solo tengo curiosidad

—Tengo treinta —dice después de unos segundos.

Mis cejas se alzan.

—Eres bastante joven para ser tan rico como dice mi madre

—Gran parte de esa fortuna pertenece a mi padre, la cual he ido triplicando desde hace un par de años por cuenta propia

El auto se detiene y Brett se apresura a bajar para abrir mi puerta.

—Todo un caballero —murmuro sonriendo.

—Lo que sea por una dama —él me devuelve una sonrisa deslumbrante al tiempo que me tiende su brazo.

Lo tomo y camino junto a él por el muelle de Quincy, admirando la gran variedad de botes, yates y veleros que aquí hay. A lo lejos, el océano Atlántico desaparece en el horizonte, tan oscuro y traicionero como la noche misma. Decido que debo venir a pintar una noche, solo porque debe ser maravilloso. De pequeña siempre lo hice, ahora no sé porque no he venido desde que llegué de vuelta.

—Tu madre me contó que estudias arte —dice de repente.

Lo miro, estudiándolo. Es como si hubiese sabido que estaba pensando.

—Mi madre te contó muchas cosas de mí

—A ti también te ha contado cosas sobre mí —contraataca.

Blanqueo mis ojos.

—Sí, estudio arte

Él sonríe y me guía a través de la pequeña rampla para ascender al velero, donde un hombre de unos cuarenta años nos recibe.

—Sr. Edwards, que sorpresa verlo por aquí esta noche

—Simon, fue algo de último momento —explica Brett estrechando su mano—. Imagino que no hay nada decente para cenar

Something StupidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora