Miro mi reloj nuevamente, sintiéndome tonta. Llevo más de media hora esperando a las afueras de la tienda de Adam, la cual continúa cerrada, a pesar de que ya pasa bastante de la hora de apertura.
—Esto es increíble
Gruño al ver de nuevo mi reloj ¡Una hora! Y Adam sigue sin aparecer. Camino hasta dar con la puerta que da directamente a las escaleras hacia su piso y comienzo a tocar con desenfreno el timbre, hasta que oigo pasos al otro lado de la puerta.
—¿Qué? —gruñe con mal humor al abrirme la puerta.
Adam aparece utilizando solamente unos pantalones, dejando al descubierto su torso, que si bien no está tan ejercitado y marcado como el de Brett, tampoco está pasado de kilos. La barba de dos días lo hace lucir mucho más atractivo, incluso con su ceño fruncido y su cara de pocos amigos.
—¿Sabes qué hora es? —le espeto cuando finalmente dejo de fijarme en el musculo en forma de v que desaparece dentro de sus pantalones.
—No, no tengo ni puta idea de qué hora es
—Bueno, pues ya son más de las diez y la tienda sigue cerrada
Adam frota su rostro con las manos.
—¿Y eso qué? Es mí tienda. Puedo abrir o dejar de abrir cuando me dé la gana
—¿Acaso te olvidas de mí? trabajo para ti, si no se te antoja abrir la tienda bien, pero avísame de antemano
Adam blanquea los ojos.
—Estuve ocupado, olvide hacerlo
—Pues la próxima vez, deja de follarte a mi hermana por unos segundos y ten la decencia de avisarme que no necesitas que venga a trabajar —siseo enfadada.
Me doy vuelta para irme pero Adam me detiene, tirando de mi brazo hasta pegar mi pecho al suyo, el cual es más sólido de lo que se aprecia a simple vista.
—¿Acaso estás celosa? —pregunta contra mis labios.
Apenas los rosa cuando habla, pero siento una especie de descarga eléctrica que recorre mi cuerpo cuando hace eso.
—¿Podrías soltarme? —pregunto cuando al intentar alejarme, él me sostiene con más fuerza.
Me sonríe burlonamente.
—¿Incomoda?
Puedo ver cómo me reta con la mirada, y como está disfrutando de todo esto.
—Todo lo contrario, Adam. Pero es un pueblo pequeño, y estamos en plena calle. No quiero que llegue a oídos de mi hermana, rumores que no son ciertos, especialmente cuando anoche te acostaste con ella
Adam se carcajea.
—Y volvemos a tus celos ¿eh?
Sonrío, envolviendo su cuello con una de mis manos.
—Lo estaría, si no hubiese disfrutado de una noche espectacular con un hombre igual de espectacular en la cama
Adam hace una mueca y me aleja de su cuerpo.
—No abriré hoy, pero mañana sí. Espero que llegues a tiempo —sisea antes de cerrarme la puerta en la cara.
Suspiro, borrando mi sonrisa de triunfo. Ambos quisimos herirnos mutuamente, y lo logramos. Solo espero que el sabor amargo se me quite de los labios pronto, no me gusta sentirme así para nada.

ESTÁS LEYENDO
Something Stupid
Roman d'amourChristina Grimmie siempre tuvo una regla básica durante toda su adolescencia: cero chicos. Y no porque no le gustasen, era porque tenía pánico a terminar como su madre: madre soltera a los diecinueve, y no de una, sino de dos niñas que nunca conocie...