Me despierto con un escalofrío. Abro mis ojos y encuentro todo oscuro, la cama está totalmente vacía y el suave movimiento del velero me revela donde estoy antes de siquiera preguntármelo. Estoy completamente desnuda y descubierta, la que probablemente es la causa de mi escalofrío. Al recordar porque estoy desnuda me ruborizo y busco entre la oscuridad mi ropa, fallando miserablemente. Finalmente consigo algo que parece ser suficiente para cubrir me y a tientas salgo de la habitación.
La cubierta del velero está iluminada por algunas lámparas, pero iluminan lo suficiente como para ver a Brett en la proa hablando por teléfono y para darme cuenta que lo que llevo puesto es una de sus camisetas.
Me acerco a él con cautela, no queriendo interrumpir la conversación, de la cual oigo fragmentos a medida que me acerco.
—Está bien. Sí, estoy seguro de eso, la llevaré mañana temprano —silencio—. De acuerdo Sam, lo que tu digas
Él se gira de repente, abriendo los ojos al verme.
—De acuerdo, te veré el lunes —dice antes de colgar—. Estás despierta
—Lo estoy —murmuro en voz baja.
Sé que no soy la cosa más irresistible en este momento, usando una camiseta que me queda enorme y con el cabello hecho un desastre, pero algo en la mirada de Brett me hace olvidar eso momentáneamente.
—Era tu madre —me explica—. Le dije que pasarías la noche aquí, aunque si quieres regresar, podemos irnos ahora
—¿Qué hora es?
—Casi las ocho
Mis cejas se alzan. ¿Dormí más de tres horas?
—Oh, yo. No lo sé —lo miro a los ojos—. ¿Quieres que me quede?
Una brisa fría mueve mi cabello hacia todos lados, y debo abrazarme a mí misma en un intento por ahuyentar el frío. Brett sabe hacer eso mejor que yo, porque cuando su cuerpo cálido está junto a mí y sus brazos en rodean, el frío desaparece.
—No deberías estar aquí afuera semi desnuda —dice suavemente—. Aunque sea verano, en las noches puede llegar a hacer mucho frío
—Fue lo único que pude conseguir en la oscuridad —murmuro contra su pecho.
Brett ríe, acariciando mi cabello.
—Recogí tu ropa antes de salir a llamar a ti madre —siento sus labios en mi frente—. Aún no has respondido mi pregunta
Levanto mi vista hacia él.
—Me quiero quedar
Él asiente y vuelve a besar mi frente.
—¿Hambrienta?
—No demasiado
—Necesito que comas algo si quieres pasar la noche conmigo —sus ojos se ven más oscuros de lo habitual—. No pienso en dormir precisamente —me guiña un ojo sensualmente.
Río, dejando que mi cabeza caiga hacia atrás.
—En ese caso deberías alimentarme
Una sonrisa perezosa tira de sus labios antes de besarme.
—Espérame en el camarote —dice suavemente.
Obedezco sin dejar de sonreír, y me adentro a la oscuridad del camarote la cual suplanto con una luz tenue cuando finalmente consigo una lámpara que encender. Localizo mis cosas sobre una pequeña silla, justo donde los había dejado al cambiarme por el bañador.
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Something Stupid
RomanceChristina Grimmie siempre tuvo una regla básica durante toda su adolescencia: cero chicos. Y no porque no le gustasen, era porque tenía pánico a terminar como su madre: madre soltera a los diecinueve, y no de una, sino de dos niñas que nunca conocie...