Capítulo 10: Por Camelia.

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Capítulo 10: Por Camelia.

24 DE FEBRERO DEL 2014.

Desperté cara a cara con Azael. Él seguía dormido, su rostro estaba un poco distorsionado debido a la mala posición de su cabeza con la almohada. Incluso parecía que hacía pucheros.  Sonreí de verle así, tan tranquilo y quitado de la pena, sin temores, sin nada que enfrentar, sin preocupaciones.

Su respiración se hizo un poco más pesada y lentamente abrió los ojos, tardó aproximadamente dos segundos en reaccionar y darse cuenta de que le veía fijamente.

-¿Tan guapo soy? –dijo con la voz ronca y cansada.

-Solo eres extraño, es todo.

-Ya sé que no soy la persona más linda en la tierra, Camelia, no hace falta recordármelo  –. Reí ante su comentario  y enseguida el acarició mi mejilla–. Sin embargo tú si eres de las personas más lindas que he conocido, no la más guapa, esa es mi madre, pero sí la más linda.

-Tú, de verdad, has sido la persona más extraña  que he conocido.

-Gracias –sonrió levemente y mordió el labio indeciso, sin saber si decirme o no las palabras que obviamente ya tenía en la boca –Suelo ser yo el que ve como duermes, ¿sabes? Me gusta despertarme antes precisamente para eso, para notar como sí puedes ser relajada. Han sido pocas las veces que hemos dormido juntos pero todas, exceptuando esta, te he visto dormir. Lo digo en serio, eres linda. Además, duermo mejor contigo. No, más bien, contigo si duermo.

-¿Por qué no puedes dormir, Azael? –se puso de pie sin contestar. Yo me senté poco a poco en la cama sin perderle de vista. Descalzo, llegó hasta al marco de la puerta, aún sin responder mi pregunta y giró con la mirada triste. Sonrió un poco y dijo:

-Te veo en treinta minutos, haré el desayuno.

No hizo contacto visual conmigo y se fue dejándome confundida. Me acosté nuevamente de golpe tratando de asimilar su rostro. Nada, solo tristeza.

Bajé media hora exacta después, seguía en pijama y sin lavarme la cara.

Cuando Azael me vio,  sonrió divertido, aunque yo no encontraba la gracia en nada.

-Despertaste alegre, ¿qué te molesta ahora?

-Tú.

-Era de esperarse.

Sirvió el desayuno y por primera vez, desde que él había estado aquí, comimos en la mesa.

Puso todo en ella: pan, agua, jugo, leche, café, cubiertos, platos y flores. Unos tulipanes, morados y azules, y rosas blancas.

Quedé boquiabierta al ver su elección de flores, incluso una lágrima rodó por mi mejilla.

-¿Por qué escogiste precisamente estas flores y estos colores? –pregunté sintiendo un nudo en la garganta.

-Porque, cuando te conocí, te llevaste exactamente esas flores e hiciste ese pedido de rosas, Camelia. Nuestro primer encuentro fue bueno pero algo me impulsó a querer hacerte daño. No sé qué me recordabas, o a quien. Y luego tú, cuando fuiste por tu pedido de rosas blancas, te portaste de forma tan arrogante y estúpida que terminé queriendo dañarte enserio. Y ahora mi cabeza es un torbellino. No sé qué quiero hacer contigo, no sé si hacerte daño siga siquiera en mi pensamiento. No sé cómo portarme a tu lado, algunas veces solo quiero que cierres la boca y otras que no pares de hablar. Anoche me quedé con la duda, ¿de quién te enamoraste, Cam? ¿Qué mierda pasa por tu cabeza todos los días? ¿Estás igual de confundida? O es que solo me quieres para protegerte porque, Camelia, con gusto lo hago, de verdad, pero no quiero seguir durmiendo tan plácidamente si a ti te da igual. No sé ni lo que digo ahora, solo desayuna, ¿sí? Ignora todo si quieres, de verdad tengo hambre.

Y lo hicimos, solo comimos. No hubo ni tiempo de reaccionar por parte mía; sin embargo, el desayuno no fue incómodo y nuestro silencio hizo que me diese tiempo de procesar todas sus palabras y de pensar mis respuestas.

Cuando terminamos, recogí los platos sucios. Azael seguía callado y no se acomidió para nada. Acabé de recoger todo, esperando a que Azael no se parase de la mesa, cuando terminé, me senté al otro extremo de él y estando segura y seria contesté sus anteriores preguntas.

-Me enamoré de alguien prohibido hace unos años, mi hermana aún vivía –me miró lentamente sabiendo que estaba respondiendo sus incógnitas– Él me hacía temblar de pies a cabeza, me encantaba. Me hizo algunos regalos y además de sentirme bien, también creía ser una estúpida y mala persona, aun lo creo. No sé, algunas veces siento que le sigo queriendo y, si llegase a mi puerta y me dijese que me quiere en su vida, sin dudar lo haría –algo en la mirada de Azael se rompió, pero yo no logré sentir nada ante esa reacción– pero no creo que eso pase. Por mi cabeza pasan mil y un cosas, Azael, sobre todo tú. Pienso exactamente eso, ¿qué estará sintiendo ahora este idiota? Y nunca logro tener respuestas claras, jamás. Pienso en ti noche y día, porque no sé si hoy estarás bien y mañana mal. No, Azael, no estoy confundida, me aterras y a ese hombre le amo; sin embargo, algunas veces pienso que podría enamorarme de ti, no lo sé con exactitud. Y no, te considero un amigo, no solo te quiero conmigo para que me protejas, y por cierto, lo haces excelente. No me das igual, me preocupas. Hombre, no puedo ignorarlo, no puedo y no quiero.

Su rostro se hizo tan sombrío, tan... horrible.

Se levantó de la mesa, agradeció por la estancia y se fue. No dio ningún portazo, no gritó, no insultó, no berreó. Solo se fue en lo que parecía un "para siempre".

...

Azael.

Dolió. No fue el orgullo, ni mi hombría, fue el corazón el que sentí partir. Quería gritar en ese momento, llorar como pocas veces lo he hecho y reclamarle por hacerme esto pero, no podía.

Sé que vio como me quebré en ese momento, lo noté en su mirada tan seca. ¿Cómo puede ser tan linda y al mismo tiempo una perra?

Nunca he tenido algo bueno propio en mi vida, creí encontrarlo con ella pero estaba rotundamente equivocado. Ella estaba enamorada, yo igual solo que, Camelia no sentía nada por mí y yo lo sentía todo por ella, incluso mi odio contra ella era grande.

Al llegar a mi horrible casa, el estúpido gato estaba ahí, le corrí cuando lo vi, le dije que se largara, que no quería volver a verle y, cuando entré solo a casa, me arrepentí pues de verdad estaba sin nadie.

Mi madre, muy de vez en cuando, me hablaba a escondidas por teléfono. Mi padre me odiaba, él quemó mi cabello, él me quería muerto. Mi hermano cree que todo lo que hice fue por perjudicarlo. Mis antiguos amigos piensan que todo lo que hice fue por mi propia y buena estadía, sin darse cuenta de que lo sacrifiqué todo por ellos. Toda mi familia está en contra mía, pensando que fui yo el que provocó a mi padre ese horroroso día.

Cuando escapé de ese lugar, creí encontrar un lugar en la florería, luego la dueña murió, entonces ahí estaba Camelia, tan preciosa y dañable, pero fue ella igual al resto, terminó dañándome a mí. Ahora sé que el verdadero ingenuo soy yo.

Lloré en ese momento, por todo lo malo que me ha pasado en la vida, por todo lo estúpido, por todo lo bueno. Lloré en ese momento por cada palabra de afecto y cada palabra de odio lanzadas a mi alma. Lloré en ese momento por tener esperanzas y por no tenerlas. Lloré en ese momento por ser estúpido y por salirme con la mía. Lloré en ese momento por creer en el amor y por amar el odio. Lloré en ese momento por mi familia y amigos. Solo algo fue diferente, grité, berreé, insulté, azoté y por último reí por Camelia.

Bebí como un loco, por Camelia.

Reí como un tonto, por Camelia.

Estaría dando mi vida en ese momento, por Camelia.

Desaparecí en ese momento, por Camelia.

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Lloré un poco al escribir este capítulo, no sé si sea por las canciones que reproducía mientras lo hacía o que cosa.

Si siguen aquí, muchas gracias, espero les esté gustando. No olviden comentar, los quiero mucho.

Besos y abrazos.

XOXOXOXOXO

-Zaira.

Rompe Flores. (EN EDICIÓN) -Zaira Nápoles Díaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora