Capítulo 12: RUNAWAY.

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Capítulo 12: Runaway.

02 DE MARZO DEL 2014

Azael estaba ahí, sentado en el sillón individual. Se veía más delgado, su rostro parecía un poco demacrado y su expresión era bastante sombría. Creía que, si el volviese a hablar, sólo diría calamidades por la horrible oscuridad de sus ojos avellana; no fue así. Se levantó luego de sus profundas palabras e incluso sonrió un poco, se acercaba a mí a paso lento, temeroso de parecer desesperado, temeroso de lo que fuese a hacer. Cuando estuvo frente a mí, aún bajo la tenue luz que entraba desde las ventanas de mi casa, respiro profundo, y en esa frágil oscuridad, pude percibir cómo se movía su manzana de Adán al tragar saliva, él estaba nervioso.

-Camelia, lamento estar aquí sin previo aviso, llegar sólo así, de sorpresa –arrastraba cada palabra y la entonaba de manera oscura –. No sabía que tendrías visitas y fue algo estresante escucharlos hablar sin parar.

-Yo no sabía, Azael, si te iba a volver a ver siquiera –dije un tanto molesta.

-No era mi intención irme de esa forma, dejarte. Tenía que solucionar muchas cosas en casa, cosas que no vas a entender. Tenía que darme un respiro de ti mientras volvía a un lugar donde parezco asmático. Dejé un problema por intentar solucionar otro y todo fue en vano. Yo sólo quería...

-Sólo querías, vaya –interrumpí de forma grosera –. Azael, puedes ahorrarte tus muy tontas excusas, no quiero escucharlas. Vete a casa o a donde sea que estuviste este tiempo, por el momento no quiero verte, ya has arruinado bastante mis días, no voy a dejar que arruines este.

-Camelia –dijo con sorpresa.

-Largo.

Me hice a un lado para que él pasara, y así lo hizo. No frunció el ceño, no cambió su mirada, no dijo palabra alguna, sólo pasó de mí y se fue.

Al instante me sentí mal, pero no fue por él, fue por mí. Yo quería que él regresase y cuando lo hizo prácticamente lo eché a la calle; no dejé que se excusara, que hablara, que se disculpara. Le dije que no quería que arruinase mi día y la única persona que arruinó algo fui yo.

Cené muy poco esa noche, tomé una ducha rápida y me fui a la cama sin ganas. Una vez acostada no pude conciliar el sueño, sólo pensaba en las cosas que más dolor me habían causado y para mi sorpresa entre esas cosas estaba la doble partida de Azael. Luego me ponía a pensar en las cosas buenas, en lo que había sucedido este día, lo alegre me sentí al verle, y de nuevo, mi mente jugaba partidas sucias y volvía a la persona más estúpida de todas, sí, Azael. Me acosté a las 10 de la noche, ahora eran las tres de la madrugada y yo aún no podía dormir, así que decidí hacer una pequeña excursión en pijama.

Me puse unas sandalias, tomé un bolso mediano y metí una botella de tequila y dos caballitos. Salí de casa y cerré con llave, mis pies parecían moverse solos hasta que llegué a mi destino. Mis piernas comenzaron a temblar y creía que si daba un paso más me caería y tendría que volver a rastras hasta casa. Pero eso no sucedió.

Caminé hasta la puerta de su casa, y golpeé esta suavemente, como si fuese un vendedor de aspiradoras al que aún le faltan cincuenta por vender. Él no respondió, ni si quiera se vio actividad en la casa. Toqué nuevamente, y una vez más nada pasó. Hice lo mismo cuatro veces más, cada vez aumentando la intensidad del golpe, pero nada pasó. Dándome por vencida me di la media vuelta algo decepcionada, apenas había dado dos pasos cuando la puerta se abrió y él dijo mi nombre "Camelia", sonó casi a súplica. Aún estaba de espaldas, indecisa, respiré profundamente unas tres veces, y una leve sonrisa apareció en mi cara, al darme la vuelta, él con esa mirada tan seria, tan oscura, volvió a decir "Camelia", nunca había amado tanto mi nombre hasta ese momento.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2016 ⏰

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Rompe Flores. (EN EDICIÓN) -Zaira Nápoles Díaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora