Capítulo 15.

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Hola de nuevo, aquí os dejo un nuevo capítulo algo corto, pero espero que aún así os guste. Ya va quedando poco y la cosa se va poniendo fea...

Becky Towers


Todos nos encontrábamos en casa de mi madre, esperando que la policía nos diera noticias sobre el paradero de mi sobrina.

Mi hermana no paraba de llorar y para variar, mi madre en vez de tranquilizarnos lo que hacía era ponernos mucho más nerviosos con sus comentarios inapropiados. Entre ellos, según ella quién se había llevado a la pequeña seguro que era alguien que iba tras su padre, simplemente porque no era español. Ella y su racismo.

Sentí como mi teléfono vibró en el bolsillo del pantalón. Lo primero que pensé era que se trataría de Nick, queriendo saber sobre el tema, pero para mi sorpresa no era de él.

Había recibido un mensaje de texto de la persona que menos deseaba, pero también de la que me esperaba que estuviera detrás de todo esto.

Tras leerlo, regresé el teléfono al bolsillo. Me levanté del sillón y tomé mi bolso.

- Edurne, me llevo tu coche-me acerqué hasta el bolso de mi hermana y tomé la llaves de su interior.

Todos se volvieron para mirarme, atónitos por mi reacción.

- ¿Cómo?-mi hermana se acercó hasta mí, mientras se secaba las últimas lágrimas que había derramado-¿Se puede saber a dónde vas?

Me alcanzó justo cuando tomaba el pomo de la puerta de entrada. Me agarró con fuerza el antebrazo derecho.

- Tengo que marcharme-forcejeé con mi hermana para que soltara mi brazo.

Finalmente lo conseguí y salí de la casa. Una vez sentada en el asiento del piloto, volví a sacar mi móvil. Releí de nuevo el mensaje que había recibido.

"Si quieres que Carla esté bien, reúnete conmigo aquí" pinché sobre el enlace que acompañaba el mensaje, abriéndose la App Maps. Se trataba de la localización, donde Rubén me hacía ir. Supe desde el principio que él estaría detrás de todo esto, igual que de la muerte de Charlie.

Me extrañaba que Nick aún no se hubiera puesto en contacto conmigo, desde que nos despedimos en el aeropuerto, no era propio de él que se desentendiera de mí y mucho menos en una situación como esta.

Busqué su número en la lista de contactos, pulsé sobre él y al momento colgué. Rubén me había amenazado con hacerle algo a Carla si le decía a alguien donde iba...dejaría a Nick como última llamada por si lo necesitaba, no podía tentar a la suerte, no sabía cómo Rubén se terminaba enterando de todo.

Activé la ubicación en el móvil para poder usar el GPS y así llegar al lugar que Rubén me había indicado.

Sabía que lo que iba a hacer era una locura. Encontrarme de nuevo con Rubén, el hombre que me había maltratado durante años, que había mandado matar a un hombre y secuestrado a mi sobrina. Acudir sola a la cita, siguiendo sus instrucciones...pero Carla era la menos culpable de todo esto y debía hacer lo que fuera por salvarla, aunque pusiera mi vida en peligro.

Miré hacia mi vientre y lo acaricié. Pondría en peligro mi vida y la suya, lo siento.

Introduje las llaves en el contacto y arranqué. Me puse el cinturón y salí de la casa de mi madre en dirección al lugar.

Ya había anochecido y siempre había odiado conducir de noche, y mucho más por una zona que no conocía.

El GPS me había llevado hacia el norte de Madrid, llevaba más de una hora conduciendo y cada vez estaba todo más desierto, ni siquiera sabía cómo podría aparecer aquella zona en el GPS.

Pocos minutos más tarde, había llegado a mi destino. Se trataba de una zona aislada, en el lateral de una carretera secundaria poco transitada y sin civilización en varios kilómetros a la redonda.

Observé la zona a través de la ventanilla del copiloto. ¿Desde cuándo tenía esto?

Enfilé el camino de tierra hasta la verja que rodeaba toda la propiedad. La puerta se abrió automáticamente en cuanto el coche estuvo a pocos metros de distancia...Rubén no dudaba de mi visita, estaba claro que estaba esperándome.

Aminoré la velocidad, el nerviosismo que llevaba en el cuerpo se iba acrecentando por segundos. Miraba a ambos lados del camino que llevaba hasta la entrada de la vivienda, unas tenues luces indicaban el sendero por el que circulaba.

Se trababa de una parcela rústica, rodeada de grandes árboles. Había una casa principal y otra a pocos metros, más pequeña.

Detuve el coche ante la entrada de la vivienda principal, donde Rubén se encontraba esperándome. Estaba apoyado en el pilar de piedra, que había en el porche, con los brazos cruzados a la altura del pecho y con una sonrisa torcida en la boca.

Dejé las llaves puestas por si tenía que salir huyendo en cualquier momento, aunque me imagino que sería imposible salir si la verja de la entrada seguía cerrada.

Guardé el móvil en el bolso, desabroché el cinturón y salí del coche. Nunca me había costado tanto abrir una puerta de un coche como esta vez.

Cerré la puerta con tan poca fuerza que se quedó un poco abierta. No presté más atención, ahora lo único importante era salir viva de la boca del lobo donde me estaba metiendo y sobre todo, lidiar con el lobo.

Para paliar un poco el nerviosismo y el miedo, fui a meter las manos en los bolsillos de la rebeca que llevaba, pero caí en que pudiera pensar que llevaba algo en su interior con lo que pudiera agredirlo y me lo pensé mejor. Cuanto menos lo provocara, mejor. Por lo que al final dejé los brazos caídos a ambos lados, y tan sólo jugué con mis dedos que estaban húmedos del sudor.

Llegué hasta la escalera del porche de la casa, deteniéndome a los pies de ésta.

- Bienvenida-me recibió, incorporándose.

No le contesté. Tenía la mirada fija en él, igual que él en mí.

- ¿Te vas a quedar ahí?-miró hacia el cielo y yo le seguí la mirada-Dentro de poco empezará a refrescar. Entremos.

Mis pies no querían reaccionar, se negaban a volver a estar en un lugar cerrado con él.

- ¡Ruth, mueve el puto culo de una puta vez!-pegué un respingo del susto al escuchar su grito.

Su sonrisa había desaparecido, apareciendo un gesto amenazante y de pocos amigos. Su mirada llena de ira, me atravesaba por completo.

Mis pies tardaron en reaccionar, pero finalmente comenzaron a moverse y subí, como si de un robot se tratara, las escaleras del porche.

Rubén me dejó pasar primero, invitándome a entrar en el interior de la vivienda. Accedí, tampoco me quedaba otra.

Tras de mí, escuché como la puerta se cerraba y a continuación, la cerradura también. Me giré y vi, como las llaves con las que había cerrado la puerta se las guardaba en el bolsillo de su pantalón.

Estaba encerrada en este lugar, sin que nadie supiera de mi paradero y con mi maltratador.

De aquí no iba a salir viva.


Saga White. RescátameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora