Capítulo 2.

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Primero de todo. FELIZ AÑO!!! Cómo habéis pasado estas fiestas navideñas? Aquí en España aún nos quedan los Reyes, espero que a todas mis españolit@s os traigan muchas cositas jejejej.

Y tras esto, ya estoy de nuevo por aquí. Uff como ha costado este capítulo, espero que no os de tanta pena como a mí y por supuesto que no me odiéis mucho.

No me enrolló más, que mañana trabajo y tengo que irme a la  cama jajajaj y son casi las doce de la noche.

Espero como siempre que os guste y le deis a la estrellita y comentéis que ya sabéis que me encanta saber vuestra opinión.

Lo dicho, os dejo el  capítulo.

Becky Towers

El puto destino no hace más que hacer que nos encontremos, sin importar el lugar ni el momento.

Cómo puede ser que estando a miles de kilómetros volvamos a encontrarnos.

Aunque está claro que el tonto soy yo, que no puedo evitar seguirla nada más verla después de haber estado evitándola durante estos días, al no contestar sus insistentes llamadas. No tengo remedio, desde que la vi por primera vez no puedo vivir sin poder tocarla, escuchar su voz, el ruido que hace al reírse…

No podía creerlo cuando la vi aparecer en el salón donde se celebraría el evento que hoy tenía lugar en el hotel.

Lo primero que se me vino a la mente es que había acudido interesada en alguno de los chicos, pero entonces me fijé en que la acompañaba Charlie, por lo que se me fue dicha idea de la cabeza. Posteriormente se confirmaría al ver a éste sobre el escenario.

Tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no acercarme a ella en cuando se quedo sola. Le di muchas vueltas a esa opción, pero finalmente decidí que no era el momento idóneo, rodeado de tantas mujeres, aunque tampoco nadie me conocía.

Observé cada uno de sus movimientos, escondido en el final de la sala, donde la iluminación era nula. Me gustaba supervisar este tipo de eventos, ya que era algo que nunca se había llevado a cabo y había confiado en la locura de estas chicas. Ya se sabe que una reunión de mujeres, con tan solo unos pocos hombres se puede desmadrar en cualquier momento.

No pude evitar sonreírme cuando tomó uno de los canapés preparados para la ocasión, sabía que si lo probaba no le iba a gustar. Lo olió y arrugó la nariz, en señal de desaprobación aún así iba a probarlo cuando alguien la detuvo.

La aparición de aquel tío hizo que hirviera toda la sangre que recorría mis venas. La miraba de arriba abajo, comiéndosela con los ojos. A pesar de no estar juntos, la seguía sintiendo como mía y no me gustaba que nadie le prestara la atención que sólo debía recibir de mí.

¿Pero soy gilipollas?

Ella había dejado de ser mía desde que salió, aquel día, por la puerta de la suite.

La sorpresa se hizo latente en su rostro cuando descubrió que me encontraba a escasos metros de ella en aquella sala.

Seguro que ni se imagino en poder encontrarse conmigo en esta ciudad y mucho menos en ese momento.

Ahora, nos encontramos aquí. Encerrados en este habitáculo de acero, con nuestras miradas fijas uno en el otro y sin permitir que nuestros ojos parpadeen y perdernos la visión del otro.

A pesar de seguir molesto por el trato que había recibido por su parte el día del velatorio.

A pesar de no entender que eligiera a su marido antes que a mí, no puedo evitar mirarla e imaginármela entre mis brazos. Miles de perversiones pasan por mi cabeza, sobre todo con ese maldito vestido negro que le regalé aquella vez, para la cena de aniversario. El cual aún no he podido quitarle a mi gusto.

Saga White. RescátameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora