K de Kilogramos

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Me encontraba en uno de los pequeños cambiadores que ofrecía la tienda. Una montaña de camisetas a mi lado.

Me había probado todas y cada una de ellas, y las había odiado completamente.

Odiaba comprarme ropa, por esta razón.

Odiaba a mi cuerpo, nunca me encontraba conforme con el, siempre encontraba esos kilogramos de más.

Sabía que Willy se encontraba fuera de los cubículos, esperando a por mí. Probablemente insultando me en mil idiomas por estar casi una hora aquí encerrado.

Observe mi reflejo en el espejo, me encontraba en ropa interior, numerando todos y cada uno de mis defectos.

Esas piernas son demasiado grandes.

El estomago está demasiado abultado.

Los brazos demasiado obesos.

Y la lista seguía. Me odiaba, eso estaba claro.

La puerta, a mis espaldas, se abrió de improvisto y alguien entró conmigo al pequeño espacio.

Willy me observaba molesto "Tu Vegetta macho, llevo una hora esperándote allí afuera sentado como un parguela espe-" se cortó a si mismo suspirando al ver, seguramente, mi expresión "¿Que ocurre cariño?"

Observé apenado la gran montaña de ropa a un lado, sin saber que responderle.

"Ven aquí" suspiró.

Yo no entendía a que se refería, realmente y me quedé parado en mi lugar sin saber que hacer.

Willy se rió de mi ineptitud y me tomó de mis hombros, obligándome suavemente a posicionarme frente a él, ambos mirando hacia el espejo del mostrador. Nuestros cuerpos realmente cerca el uno del otro, debido al reducido espacio.

"¿Que ves ahí?" señaló a nuestro reflejo.

Reprimí mis ganas de contarle todas las cosas que mi mente había estado maquinando la última hora. No estaba en mis planes causar lástima, ni el mostrar me al desnudo frente a la persona que amo en un lugar público tal y como lo era aquella tienda del centro comercial. Así que simplemente lo resumí en un "Nada que me guste, realmente"

Él soltó una suave risa que causó aquellas molestas cosquillas en mi oído y en mi vientre bajo. Estúpidas mariposas, gruñí.

"Pues te diré lo que veo yo" murmuró emocionado como un niño.

El pánico me invadió. ¿Realmente quería escuchar el como me veía mi propio novio?, es decir ¿estaba preparado para ser destrozado completamente por una de las personas más importantes de mi vida?.

Cerré mis ojos fuertemente, esperando el golpe que nunca llegaría.

"Veo alguien hermoso, Samuel.
Veo un cuerpo esbelto, de hombros anchos y fina cintura. Veo los brazos mas cálidos para dar los mejores abrazos del mundo mundial. Veo unas piernas que cualquier mujer envidiaría. Veo un plano vientre levemente marcado que me hace babear cada que lo veo..." hizo una pequeña pausa, en donde se mordió el labio inferior y yo aprovechaba a tomar un poco de aire, porque sentía mis pulmones arder ante tales palabras. "Veo a la persona que amo. Y aunque tuviera una gran barriga, aunque la cara se le callera a arrugas y su cabeza brillara en calvicie, lo amaría igual, porque para mi siempre será perfecto, sin importar si tiene unos kilogramos de más, o unos kilogramos de menos."

Mis ojos, llorosos, se conectaron con los suyos, pequeños y rasgados, a través del espejo.

Mi corazón latía desesperado entre mis costillas y mis manos picaban ante la idea de querer abrazarlo. Así que les concedí su deseo.

Me abalancé a sus brazos, sintiendo las lágrimas deslizarse por mis mejillas como una cascada "T-tu maldito cursi" lloré en su hombro, manchando probablemente, su camiseta de mis mocos, baba y lágrimas, pero realmente en ese momento no me preocupe de eso.

"Aprovecha, que mis momentos cursis no son tan seguidos" bromeó a mi costado.

Uní bruscamente nuestros labios aún con nuestras sonrisas. Un beso tan torpe como el de dos primerizos, pero estaba tan emocionado por el momento que realmente no importaba. Willy reía mientras correspondía y me apretaba contra su propio cuerpo.

Luego de unos minutos y unos cuantos besos mas, el salió bajo la excusa de que alguien podría pensar otra cosa si nos vieran así.

Comencé a vestirme, ahora más conforme conmigo mismo. Sus palabras, si bien no eliminaban todos mis demonios, serían ese pilar que me faltaba, serían mis ganas de luchar, serían mis ganas de amarme a mi mismo.

De amarme tanto como me amaba él, o aunque sea una cuarta parte, porque se veía realmente imposible igualarlo.

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Maratón 1 / 7 :)

Dendrita xoxo

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