N de Nieve

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Caminaba tan apurado como podía sin tener que parecer un pingüino o algo por el estilo.

Los pies se me trababan a cada paso y era jodidamente molesto. Odiaba el invierno, a diferencia de muchas personas. El andar tan abrigado nunca había estado entre la lista de mis cosas favoritas.

De todas formas, tampoco es que me enojara tanto el hecho de caminar ridículamente por las calles de Barcelona, la gente estaba tan concentrada en sus cosas que con suerte se fijarían en mí. Estaba enojado porque llegaba tarde a nuestra cita, y vamos ... que yo era la persona más puntual que tendrías el placer de conocer.

Habíamos quedado con Willy en una cafetería cerca de su hogar. Y sí, también era el mío, pero aun no me había mudado y apenas estaba llegando a la ciudad.

"Hombre, Vegetta ¿llegas un poco tarde o mi reloj se adelantó?" se burló mi compañero al verme llegar.

"Tu chaval, no me toques la moral, que suficiente tengo con la bendita nieve de las narices" gruñí al sentarme frente a él en la pequeña mesa. Rápidamente llamé a la moza y pedimos nuestras ordenes. Al irse la joven en busca de nuestros chocolates calientes, Willy volvió su atención a mí.

"¿No te gusta la nieve macho? ¿Qué clase de persona eres?"

"Pues de las que gustan caminar en camisetas y shorts, sintiendo los rayos solares calentar levemente el ambiente" Respondí aburrido, apoyando mi rostro en el dorso de mi mano derecha.

"¿Nunca te ha gustado? ¿Ni siquiera de niño?" volvió a plantear, esta vez pareciendo genuinamente confundido.

"Mamá siempre fue muy protectora, no gustaba que saliera mucho en invierno pues pensaba que moriría de un resfrío o algo así" respondí desinteresado. Y era verdad, mi madre cuando pequeño siempre me sobre protegió mucho al ser hijo único, no me quejaba, pero se me había privado de ciertas cosas que hoy en día ya no estaba en edad de probar.

Guille parecía estar a punto de opinar algo cuando nuestro perdido llegó y el tema quedo zanjado ahí.

Al terminar nuestras bebidas calientes -y tras una larga lucha por ver quien pagaría la cuenta- ambos decidimos dar un paseo por un hermoso parque que se encontraba a tan solo unas pocas calles abajo.

No había gente recorriendo la ciudad, pero considerando que había empezado nuevamente a nevar era razonable. Aprovechando la soledad de las calles acerqué mi cuerpo hacia el de Willy, con la intención de tomar su mano y caminar así por un rato; un gesto que pocas veces teníamos el placer de darnos, gracias a nuestro trabajo en Youtube y nuestra relación secreta.

Pero el se separó, dejándome completamente desorientado ¿Y a este que le pasa? Me pregunté.

Lo vi correr unos cuantos metros lejos de mí, hacia donde un montículo de nieve se había amontonado. Mi primer pensamiento, al verlo agacharse fue pensar que orinaria sobre la superficie blanca, jugando a escribir su nombre o alguna otra idiotez que los tíos consideraran divertido; pero no tuve mucho tiempo más para pensar en otras opciones, cuando algo completamente frío y duro impactó de lleno en todo mi rostro, dejándome empanado por unos instantes.

Miré cabreado a Willy "¿Tu chaval, que cojones te pa-" gruñí, o bueno, eso intenté hasta que otra bola de nieve golpeó en mi cabeza, interrumpiéndome.

"Venga Vegettitta, ¿o tienes miedo de mostrarle al mundo la mala puntería que tienes?" me picó, mientras reía entre dientes, preparando otra bola de aquella sólida sustancia horriblemente helada.

Y, como buen orgulloso y competitivo que soy, no rechacé el reto, o, no, claro que no. Pasamos toda la tarde en el parque, jugando como dos pequeños niños, tirando nos nieve, persiguiendo nos el uno al otro.

Cuando el juego había terminado, las estrellas brillaban en el cielo y la luna iluminaba todo a su paso con su halo blanco. Tratábamos de regularizar nuestra respiración tirados el uno al lado del otro, en el suelo, completamente empapados y helados, pero felices aún así.

"¿Y esto porque fue?" le pregunté, jadeando en busca de aire, con una sonrisa idiota en mi rostro.

"Dijiste que no te gustaba el invierno y pues- yo creo que es porque-ya sabes- porque realmente nunca has visto lo mejor que nos puede ofrecer. Nunca habías tenido la experiencia de jugar en la nieve, y me pareció que tal vez te gustaría tenerla ¿ahora?" balbuceo rápidamente en respuesta, evitando mi mirada.

Una sonrisa idiota se plantó en todo mi rostro, dios es que me lo comía a besos cuando se comportaba así.

Con mis últimas fuerzas me incorporé en mi lugar y me subí a ahorcadas suyo. Mis rodillas dobladas a cada lado de su cadera, mis manos apoyadas en el blanco y frío suelo a los costados de su cabeza.

Acerqué mi rostro al suyo, y a pocos milímetros de unir nuestros pálidos labios, murmuré "Pues si todos mis inviernos son así, creo que podría pensar en cambiar mi opinión"

Y así por fin uní nuestros labios en ese beso que ambos habíamos ansiado, que ambos habíamos deseado tener desde hace mucho tiempo.

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Maratón 4 / 7 :)

Dendri XOXO

PS: Que irónico es escribir este drabble estando bajo la influencia de 32° ;-; Vegetta te cambio de estación, vos dame el invierno y yo te regalo el verano.

Con las letras del abecedario |Wigetta|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora