Hay química...

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Entro al banco justo cuando están a punto de cerrarse las puertas del ascensor. Alguien las detiene por mí, y cuando me meto me llevo la sorpresa de encontrarme a Hernán allí.

No está solo. Junto a él está Pablo, Matías, y Flopy, la alegría del hogar... También hay dos personas más que conozco de vista. Es demasiado para mí.

-Buenas tardes... Uy, somos muchos. Mejor me bajo... -comento al tiempo que intento pegar la vuelta y salir.

-Hola, Ana. Tranquila que es para trece personas -replica Pablo mientras oprime el botón.

Entonces retrocedo y me recuesto a la pared espejada, de cara a Hernán, y cuando lo miro detenidamente se me erizan todos los pelos de la nuca.

No lo puedo creer... La boca. La mordida... ¡Por Dios! ¿Cómo no pensé en eso? ¿Cómo no se me ocurrió que esa marca iba a ser más evidente al día siguiente? Es que es imposible de ignorar... ¿Qué explicación habrá dado cuando le preguntaron?

"¿Esto? Nada, me mordió la gerenta de Negocios con el Exterior mientras me sobaba la pija en el auto"

Ay, carajo. Por suerte no tardo mucho en averiguarlo.

-Veo que notaste que nuestro contador estrella tiene la trompita hecha una flor -dice Pablo riendo. La dirección de mi mirada me vendió, sin duda.

Trago saliva. La cara de culpable que tengo debe cambiar ya.

-Sí... ¿qué te pasó, Hernán?

Pestañea rápidamente. Sus pupilas se dilatan.

Pero Flopy es la que responde por él.

-Se dio con la puerta del auto de la madre, pobrecito... ¿Te sigue doliendo? Si querés cuando lleguemos te traigo más hielo -ofrece la huequita con cara de preocupada.

Lo miro alzando las cejas, y de pronto empiezo a disfrutar del evidente malestar de mi proyecto de auditor.

-No, gracias. Estoy bien -murmura mientras las puertas se abren y baja uno de los que venían en el ascensor.

-Qué mala suerte tuviste... -le digo con mi mejor cara de preocupación.

Su mirada me fulmina.

-La camioneta es nueva. La puerta es curva. Un error de cálculo -comenta encogiéndose de hombros.

-Los errores de cálculo son fatales para los contadores. Cuidado... -repongo sonriendo, y todos a nuestro alrededor también ríen.

Todos menos Hernán, que mantiene su mirada fija en mí. La mía desciende por su cuerpo. De su boca a su garganta. La piel de su cuello está enrojecida... Sigo bajando por su pecho, su abdomen. No puedo seguir más allá porque de pronto el cruza las manos delante de su bragueta, impidiéndolo.

Sobresaltada por el súbito movimiento, alzo la vista y lo veo sonreír.

Cuando llegamos a nuestro piso y me instalo en la capsula vidriada, nuestros ojos se vuelven a encontrar, pero a esta distancia apenas distingo la herida de su boca, y tampoco su expresión.

No quiero llamarlo por teléfono. Tiene a Florencia trabajando al lado.

Entonces recuerdo que tengo su número, así que lo agendo a Whatsapp y le mando uno.

"Siento haberte puesto en una situación incómoda. Ana."

El corazón me late bien fuerte cuando lo veo leerlo, sorprendido.

No me mira, solamente escribe.

"¿Te referís a lo del ascensor?"

Giro la silla para no tentarme y mirarlo. Lo voy a gastar de tanto hacerlo.

Séptimo CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora