Confraternizar con el verdugo, nunca sirvió de nada.

551 46 15
                                    

El sonido de aviso del Whatsapp me está enloqueciendo.

"Se tiene que poner el vestido negro con las medias negras de encaje, portaligas y botas de taco aguja".

"Sin duda, Magalí. Y ¿saben dónde se me ocurrió que lo podría llevar? A Séptimo Cielo. Allí tienen una habitación ambientada onda mazmorra... Grilletes, cadenas... ¡hasta una jaulita tiene!" pone mi loca amiga Silvana.

"Para mí tendría que llevarlo al apartamento, cerrar todas las persianas, prender velas..." interviene Karina, la romántica del grupo que no termina de entender de qué va la cosa.

Las dejo expresarse libremente pero tengo una idea bastante clara de qué es lo que quiero para esta noche.

En principio, ni muerta quiero parecer una dominatriz tradicional así que descarto las botas, y demás.

Tampoco me interesa meterlo en una jaula... ¡por Dios, qué locura! ¿A quién puede excitarle encerrar a alguien? Desde luego que a mí, no.

Mucho menos considero la posibilidad de traerlo a mi departamento. De eso, ni hablar.

Lo voy a llevar a Séptimo Cielo sí, pero no quiero la famosa habitación que recrea una mazmorra, sino una común. Lo llevo ahí porque es el único motel que conozco dónde queda, por haber pasado por la puerta varias veces. No quisiera improvisar ni recurrir al GPS porque no encuentro el sitio. Tengo que mostrarme segura de mí, y no vacilar en nada, ni siquiera en el recorrido.

Sobre mi atuendo, no estoy muy segura aún.

Voy a ver si estas brujas me pueden ayudar, así que les grabo un audio.

"—Chicas, no quiero asustarlo así que nada de habitación del dolor, ni ropa negra. No es mi intención que asocie esto con una relación tradicional BDSM porque estoy segura que eso no le va. Si en este momento está googleando qué significa ser un esclavo sexual y ve lo que sabemos, y luego se encuentra con lo que ustedes pretenden, no será un buen comienzo, ¿no creen? Además ni yo misma sé si es eso lo que en verdad deseo..."

Es Magalí la primera que responde.

—"Creí que querías tener a ese chico como esclavo sexual. Que querías ser como la señora Robinson."

"Sí, yo también. Que querías acostarte con él, pero antes darle pa que tenga, guarde y reparta" dice Silvana.

Karina pone un emoticón sorprendido.

¿Cómo explicarles lo que yo misma no sé?

Es decir, Hernán me gusta y quiero tener algo con él muy distinto a una relación amorosa, pero no sé hasta dónde quiero llegar. Sólo sé que disfruto de ciertas circunstancias cuando estamos juntos, y de otras no tanto. Sin duda que acostándome con él no la pasaría nada mal, pero estoy segura que hay otra forma de alcanzar una mayor satisfacción y estoy decidida a recorrer ese camino.

"Vamos a ver qué sale. Tengo que comprobar cuan receptivo lo encuentro y qué es lo que me provoca hacerle. Improvisaré, brujas. Ahora las dejo que me tengo que arreglar."

Casi de inmediato recibo otra notificación de Whatsapp pero lo ignoro. No quiero seguir con esto, porque sino se me hará tarde.

Me doy una larga ducha. Me depilo a conciencia cualquier vello que pudiera tener desde el cuello hacia abajo. Me encremo y me perfumo, pero no de forma exagerada.

Mi ropa interior no es de encaje sino de microfibra. Práctica, duradera y de rápido secado. Elijo un conjunto blanco, no demasiado revelador.

No tengo idea de si esta noche ese conjunto será exhibido. Estoy sin rumbo, pero mi GPS interior me lo marcará.

Séptimo CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora