INFELIZ |Ross Lynch|

Capítulo 18

El toque suave de un nudillo en mi mejilla me hace sobresaltar.
Abro mis ojos de golpe y miro el escalofriante escenario en el que me han metido sin mi consentimiento.
Era una bodega. Había cajas por todos lados y olía a caño; no había ventanas, solo una puerta que se encontraba a unos escasos pasos de distancia.

Trato de moverme pero es imposible, tenía ambas manos amarradas detrás de mi espalda en la silla en donde estaba sentada, sin mencionar a ambos pies de la misma forma.
El miedo se empezaba a filtrar dentro de mi sistema nervioso.

—Lo lamento cariño, parece que esta no es una buena forma de reencontrarnos — dice una voz ronca entre la oscuridad.

Grité.

Un escalofrío recorre toda mi espina dorsal y palidezco.
Todo lo que aparentemente he logrado construir se ha hecho mierda.
Esto no puede ser cierto.

—Princesa, ¿no me vas a saludar? — Zack se posa delante de mi.

Las lágrimas comienzan a empapar mis mejillas y ahora todo era borroso. Empezaba a marearme, no descartaba la opción del desmayo.
Quería gritarle, quería abrazarlo, quería golpearlo, quería besarle, quería salir de aquí.

—Estás vivo...— digo sin aliento.

Mi asombro es tan grande que mis ojos arden, apostaba no haber parpadeado desde que lo escuché hablar.

—Debes alegrarte, no soy sólo una hermosa imagen de tu cabeza. Soy real querida — hablaba con ese tono de voz tan arrogante que comprimí las ganas de escupirle en la cara.

—Yo estaba a tu lado, no es posible... ¡no puede ser cierto! — cierro mis ojos y vuelvo a abrirlos. Zack seguía aquí.

—Cuando nos... Chocaron tú te desmayaste por un rato. En cambio yo no. Por una razón no mostraron mi cuerpo en el funeral.

La confusión surca mis facciones.

—¿Por qué lo hiciste?— me detengo a esperar su respuesta. No responde —. Si querías deshacerte de mi esta no era la mejor forma de hacerlo — me costaba hablar debido al nudo en mi garganta.

—Si me quisiera deshacer de ti, no hubiera pedido que te trajeran aquí — una sonrisa arrogante se apodera de su rostro.

—¿Sabes cómo me sentí en todo este tiempo?, ¿sabes lo doloroso que fue para mí perderte? Estaba mal Zack, me sentía terrible y nadie podía llenar ese vacío más que tú. ¿Por qué lo hiciste? — el nudo en mi garganta era insoportable y mi voz se volvió ronca — ¡maldita sea! ¡pase sufriendo un año!...— mi voz se quiebra y agacho la mirada — Por ti.

—Eliza. Princesa, basta. Lo lamento mucho, yo...

—¡Eres un imbécil! ¡un jodido hijo de perra! ¿¡qué ganaste Zack!? ¿¡por qué lo hiciste!?—sollozo—. Dímelo.

—Trate de hacerlo, te busque varias veces y traté de traerte a mi, pero de una u otra forma alguien intervenía.—se rebusca en su bolsillo y saca una fotografía— acaso, ¿conoces a este tipo?

Siento que el corazón me ha dejado de latir unos instantes, de pronto es como si me encontrara en medio de la nada a punto de caer de un precipicio.
Zack sostiene en sus manos una fotografía del perfil derecho de Ross en su audi negro a través de su ventanilla abierta. Esto no es cierto.

— No — miento.

—Bien, porque pensaba mandarle a hacer daño para que deje de interponerse en mi camino.— tira la fotografía delante de mi.

Las lágrimas comienzan a empapar mis pupilas y la respiración se vuelve entrecortada. No es posible que haya dicho eso.

—¿Por qué?— digo entre sollozos. Menuda cobarde.