Capítulo 8

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Habían pasado como 20 minutos. Seguía llorando, el nudo de mi garganta no desaparecía e Isabel no llegaba.
El ruido de la puerta principal del sanitario de mujeres me hizo levantar la cara de mis brazos para mirar; Isabel apareció en mi campo de visión, el alivió me invadió el cuerpo al instante.

—Amiga...— Isabel rompió el silencio antes de acercarse y darme un abrazo.

Solté un sollozo, no era capaz de articular palabra.

—Antes de venir, hablé con Ross, me contó lo que pasó — hizo una pausa —, él quería venir pero le dije que no. Sinceramente aún no soy capaz de aguantarlo por lo que te hizo con Samantha, pero se ve que le gustas mucho —me tocó el cabello, yo aún seguía sumergida en mis lágrimas —dime lo que pasó, por favor dime qué fue lo que te pasó y quiero que seas sincera Eliza.

Tomé una larga respiración antes de hablar.

—Hoy, Ross me encontró y me llevó hasta la estatua de Abraham Lincoln, él... Él me preguntó si me gustaba, creo que sabía la respuesta pero no podía decirlo, entonces me besó para después decir que yo le gustaba —una sonrisa estúpida se apoderó de mi rostro — y me volvió a besar.

—¿Por qué saliste corriendo? —Isabel me interrumpió, mi sonrisa desapareció.

—Zack —las lágrimas volvían a caer por mis mejillas —Isabel, le hice una promesa. Le prometí ser el único hombre en mi vida y lo he llevado todo a la mierda —se me escapó un sollozo — lo acabo de traicionar, Isabel.

—Vamos nena... Zack ya no está con nosotros. Aunque te duela, él no volverá, sé que lo amabas pero no puedes castigarte de esta forma, tienes que seguir adelante —me abrazó —¿recuerdas esa película, la cual nos deja llorando cada vez que la vemos? ¿cómo se llama?

—¿Tengo ganas de ti? —alcé la cabeza, esta conversación empezaba a interesarme.

—Sí, esa. ¿recuerdas a la mejor amiga de Babi? Bueno ya no eran tan amigas pero en la primer película sí. En fin Katina, perdió a su novio en un accidente, muy similar al tuyo pero más emocionante —le di un leve golpe en el muslo —tranquila sólo juego... Pero hay una similitud contigo, él murió a su lado, ella sufrió a mares por él. Pero siguió adelante, aún lo amaba pero no se rindió y en esta película conoce a un chico, se enamoran y ella vuelve a ser feliz.
Es como Ross y tú, tú eres Katina. Tú eres la chica que esta sufriendo por esa perdida pero que puede salir adelante —hizo una pausa —y claro, yo soy Babi, aunque sea una perra pero seré sexy —las dos comenzamos a reír — entonces dime, ¿qué hacemos?, ¿quieres salir adelante, casarte, tener hijos y ser feliz o vivir amargada toda tu vida? Yo no quiero una amiga aburrida Eliza.

No tenía las palabras para describir cómo me sentía, Isabel era indispensable para mi vida.

—Me acabas de decir amargada. Me siento humillada —me alejé con burla —No sé si debo agradecerte a ti o al escritor de tres metros sobre el cielo, pero créeme que ahora me siento como una estúpida. Me duele, me duele mucho lo que pasó hace un año pero no quiero vivir así toda la vida —hice una pausa, entonces Isabel me interrumpió.

—Esta es la Eliza que amo tanto.

—Solo hay un problema. Dirás que lo he sacado de una novela, pero cuando Ross me besa imágenes del accidente atacan mi cabeza, me siento mal, me siento toda una perra traidora. No tienes idea de lo mucho que me duele, trato de dejarlo de lado pero cada vez el dolor y los recuerdos crecen y es inevitable no llorar —. Sentí al instante un nudo en la garganta.

—Te invito a saltarnos la próxima clase, te quiero llevar a un lugar y espero tener resultados o me dejaré de llamar Isabel Álvarez de la Rosa.

—¿A dónde me llevaras?

— Si te lo digo no irás.

***

¡Sorpresa! a Isabel se le había ocurrido la gran idea de traerme al cementerio, sabía cómo me sentía y hacía esto.

—¿Por qué? —pregunté sin un atisbo de felicidad.

—Necesitas cerrar este capítulo y esto tiene que desaparecer —señalo la lapida, sabía a lo que se refería. Mi mención en el pedazo de piedra.

—No podemos hacerlo, sus padres lo decidieron, no yo.

—Tú nunca les otorgaste el permiso ¿o sí? Dime Eliza, ¿quieres hacer esto? Si la respuesta es no, te juro que nos vamos y no volvemos nunca — hablaba de una forma tan fría y segura que por un momento dudé si estaba feliz de tenerme como 'amiga'.

Mi parte valiente quería hacerlo, pero la cobarde y llorona solo quería correr.

Pero lo haría, porque quería seguir adelante.

—Lo haré —Isabel me mostró sus dientes en una sonrisa orgullosa y me tendió un bote pequeño con mezcla, borraría la palabra "novia" de la lápida que cada vez que miraba no podía evitar hacerme pedazos..

<<Toma la palita y esparce sobre la palabra, no es tan difícil>>. Me repitió esa vocecita una y otra vez, podía hacerlo, tenía que hacerlo.
Sumergí la palita en la mezcla de cemento y empecé a tapar la mención, deseaba que los padres de Zack no se molestaran por esto.
Al cabo de 10 minutos entre hacerlo o no, la palabra había quedado perdida debajo de la delgada capa de cemento.
Lo hice.

—A partir de esto empieza el cambio, estoy orgullosa de ti amiga —Isabel me abrazó, tape la palabra que me tenía tan inquieta, pero sinceramente no me sentía del todo bien, solo había ocultado mi relación con Zack de mi vista, mas no de mi memoria — , me la he pasado investigando, salían miles de soluciones en google pero ninguna me parecía útil. Ven Eli, sígueme —Isabel empezó a caminar hacia la salida del cementerio. La seguí

Caminamos hasta el estacionamiento sin decir nada, llegamos hasta el audi azul 4x4 de Isabel.
Sabía que tenia algo entre manos porque revisó su celular y me mostró una de sus tantas sonrisas.

—Eliza, ¿quieres desayunar? —preguntó y yo me limite a asentir con la cabeza.

Recordé que no había ingerido nada desde la mañana, la imagen de Ross y Samantha juntos me habían quitado el apetito y ahora mi estomago comenzaba a rugir.

Subimos al auto e Isabel condujo por la carretera de Nueva York, no tardamos ni 5 minutos en estar fuera de un Starbucks.

Salimos, ordenamos y nos sentamos en una mesa del fondo.

—¿Vamos a regresar al instituto? —pregunté con curiosidad, la verdad no tenía ganas de volver.

—Si tú quieres no, pero la verdad empiezo a preocuparme. Tú eres un genio, no todos podemos aprender con solo una clase y bueno, mi padre me amenazó y dijo que si volvía a reprobar me quitaría a Marcela y ¡no estoy dispuesta a pasar por eso! —Sí, el audi 4x4 de Isabel se llamaba Marcela.

Mi atención se posó en la puerta de la cafetería, un chico estaba entrando y estaba segura que venía hacia nosotras.

—Isabel, ¿me puedes decir qué hace Ross aquí?

—Era una sorpresa —se encogió de hombros en una señal de defensa, había notado mi repentino cambio de humor —Eliza, no te enojes, no te pongas así. Me duele aceptarlo pero de verdad le interesas a este chico.

—Justo ahora no me siento de maravilla como para andar pensando en él, te dije claramente que no quería hablar con él ahora —estaba furiosa, tanto que me levante de la silla y salí del establecimiento pasando al lado de Ross.

Estaba segura que me estaba mirando la retaguardia pero no me importaba, sentía que me iba a salir humo por las orejas.
Sabía que me sentía así de enojada porque Ross no me había ido a buscar, sabía que yo no me sentía así por Isabel, sino que también por Ross.
Estaba cruzando la calle, y mire hacia la puerta del Starbucks. No, Ross no salía, ninguno me había ido a buscar, tal vez les había hartado la idea de tener que lidiar conmigo.
Seguí caminando, Ross no había ido a buscarme y ahora me sentía peor que antes.

INFELIZ |Ross Lynch|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora