El viaje

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El paisaje de las montañas era algo maravilloso: los montes, el verde, los cielos.

Acostumbrada al desierto de verdes secos al amarillo del Páramo todo era un mundo nuevo para Alas. Las flores y hojas a veces entraban incluso hasta por la ventanilla del carruaje y por primera en vez en su vida hizo una corona de flores. Lili, su dama de compañía, le había dado la idea y enseñado como.

Solo en ese instante, mientras trenzaba aquellas flores en una corona, tras asimilar todas las cosas nuevas a las que se enfrentaría de ahora en más, se permitió sentir algo de alivio. Un mundo nuevo la esperaba, un mundo lleno de flores, árboles y paisajes por descubrir. Lejos de la desolación y distante del Páramo.

El viaje, en cierta forma, había sido una distracción para el pesar de Alas: el movimiento del carruaje y las historias que los caballeros de la guardia contaban junto al fuego, habían logrado atenuar algo su depresión.

Pero el silencio de la noche, con los murmullos de los hombres a la distancia, solo la hacía pensar en sus grandes errores. Envuelta en las pieles que la protegían del frío, recostada en la tienda que habían levantado para ella y su dama, no podía evitar que la nostalgia la invadiera. Extrañaba su cama, a sus hermanas, a su madre, a su padre, a sus amigos... 

Pero no extrañaba a Ilumina.

La decepción que sintió por su hermana en esos días de viaje exhaustivo se había convertido en amargura, en resentimiento. Por culpa de su hermana ella ahora se había convertido en una asesina, en una bruja asesina.

Apretó con fuerza la piel de oveja, tan fuerte que sus nudillos emblanquecieron. Había convertido a un buen muchacho en asesino... Y por eso, tanto lady Rita como Aldren ahora estaban muertos. Las lágrimas eran inmediatas ahora. Después del segundo día de viaje las lágrimas volvieron.

Extrañaba.

La angustia de estar lejos de sus padres la destrozaba, extrañaba sus abrazos y cariño.

—Ya te acostumbrarás, niña—le dijo su dama de compañía—. En solo unas semanas te acostumbrarás a estar sola y a no conocer a nadie con quien hables. Harás nuevos amigos, y aprenderás en quienes confiar y en quienes no. Ojalá todas las señoritas de cuna alta tuvieran esta clase de oportunidades. Son lecciones muy valiosas.

Lili era una mujer en sus cuarenta años, según le contó a Alas. Además, era madre de ocho hijos, dio a luz diez, pero murieron aquellos otros dos. Según Lili, el mundo era un lugar muy difícil, no se podía confiar en nadie. No existían los amigos. Ella solía decir "¡Amigos son los calzones!" cada vez que Alas mencionaba que no vería nunca más a sus amigos.

—En unas semanas te olvidarán, recordarán haber sido los amiguitos de la hija del Lord, pero nada más. Seguro tuviste buenos momentos con ellos—No lo decía de maldad, no, Lili insistía que ella era muy honesta—, pero nada más. Ya encontrarán alguien más con quien jugar y tú también.


Esa noche, Alas abrió su libro de bitácoras. Y, como otras veces, le mostró una imagen que poco a poco tomó forma. Era una chica, una muchacha; sentada entre papeles, su cabello un desastre. No podía ver su rostro, pero parecía completamente destrozada en llanto. No podía reconocerla, no creía conocerla. Pero le preocupó lo corto de su cabello, corto hasta los hombros y lacio: como el de Ilumina.

En el quinto día del viaje, Owen jugaba con ella una partida de ajedrez durante la tarde antes de cenar. Al parecer era bueno... No se lo esperaba de alguien con poca cabeza en libros. Pero la estrategia y la batalla eran algo en lo que Owen se destacaba, y por lo tanto a Alas no le costó creer que había perdido en cinco jugadas. Aún estaba intentando comprender como había caído en esa situación cuando llegó al trote un mensajero del Páramo.

—Es para mí, Alita— le dijo el príncipe apenas terminó de leer la nota—... Y es necesario que hablemos.

El muchacho llamó a Bricio, quien jugaba con algunos caballeros al tiro al blanco, y corrió hasta ellos. Su sonrisa desapareció apenas vio el rostro serio de Owen. Alas no quería que algo malo hubiera pasado en su casa mientras ella no estaba. En su cabecita se aparecían los peores escenarios posibles relacionados a las invasiones de los salvajes del otro lado de la frontera.

Owen la tomó de la mano y la guío con ellos hasta la tienda de campaña, tapando la entrada y dejando a los guardias afuera.

—Estamos en serios problemas, la carta es de nuestro padre— le dijo a Bricio en voz baja y sentando a Alas en un banquillo—. Quinn desapareció, lord Héctor sospecha que él secuestró a Ilumina y está furioso. Quiere que regresemos, sospecha que haremos lo mismo con Alas.


— ¿Tan fácilmente pierde la fe en nosotros?— cuestionó Bricio tomando el mensaje y revisándolo. Era de su padre sin dudas—. Para que él haya decidido pedirnos regresar Héctor debe estar que escupe fuego.


— ¿Tú crees que Quinn haya secuestrado a Ilumina?— preguntó Alas—... Nunca demostró ningún interés en ella.


Ella no era la persona más perceptiva del mundo en esos aspectos, pero los hombres solían ser muy predecibles cuando de interés a su hermana o madre se trataba... No obstante, el silencio de Bricio fue suficiente para Alas, existía la posibilidad de que Quinn hubiera planeado llevarse a Ilumina. Pero no sabían por qué.

— ¿Qué haremos ahora?— Alas estaba confundida, ella sabía que los príncipes la estaban llevando sin falta hasta el templo de las Valquirias y que primero pasarían por el territorio de los Pantanos de lord Duhia.

El mayor de los hermanos tomó la carta una vez más y la acercó a la vela que estaba sobre la mesa.

—Seguir nuestro camino, eso haremos. Estamos muy cerca de lord Duhia y tenemos un hermano que ajusticiar—concluyó mientras la carta se encendía con la llama de la vela—. La falta de confianza de tu padre es temporal, cuando te dejemos en el templo de las valquirias le enviarás un mensaje desde allí.

—Tienes razón, estamos haciendo todo esto solo por Roy— lo respaldó Bricio, y le acercó a Alas papel y pluma—. Escribe a tu padre que estamos bien y en camino a terminar nuestro viaje. Que no se preocupe.

La sacerdotisa del ValleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora