No era posible que Quinn hubiera hecho algo como eso, siempre había sido muy educado y políticamente correcto en todo durante su visita. Pero Alita bien sabía que Ilumina también siempre fue muy educada y correcta... Hasta que un día se demostró que así no era realmente. Posiblemente, siguiendo esa línea de lógica, Quinn también era un chico con una máscara. Nadie sabía lo que Quinn quería o pretendía hacer.
Y esa es la clave, pensó Alas recapacitando, que nunca nadie sepa lo que quieres. Ilumina había querido más que a ninguna otra cosa a Aldren, y nadie lo supo hasta que ya era tarde. Pero sobre Quinn... ¿Qué sería aquello que él tanto quería?
Podía querer dinero, poder, tierras... O capaz algo más específico. Alas entonces temía que la imagen de la chica llorando en su libro fuera de su hermana. Todavía estaba molesta con ella, aun no la perdonaba, pero Ilumina debía volver a casa y enmendar todos sus errores. No debía estar secuestrada y perdida, lejos de todo.
La nodriza Tamar siempre le contaba que no debían estar a solas acompañadas de hombres, porque ellos podían hacerles daño. Nunca era muy específica, pero la nodriza siempre le decía que los hombres eran perversos y viciosos, que desvestían mujeres y las humillaban, que las tocaban indebidamente.
—No, esa no es la naturaleza de Quinn— le dijo Bricio aquella noche después de cenar—. Él no es para nada primitivo, sus instintos son más filosos. Si él realmente se llevó a Ilumina es porque sabe algo que nosotros no.
A menos que nos haya engañado a todos, pensó Alas, pero no lo dijo. No quería amargar a Bricio.
Estaban sentados junto al arroyo, a lo lejos escuchaban las risas de los caballeros y Owen, como todas las noches contándose historias y chistes. Su dama de compañía los observaba desde la distancia, entendiendo que debían hablar con privacidad, sin embargo los observaba con cierta cautela.
—Esa mujer desprecia a los hombres— le dijo Bricio acercándose más—, todo el tiempo está viendo con desprecio a los guardias. Y cuando cree que no estamos viendo, también a mi hermano y a mí.Alas lo sabía, sabía por qué Lili era de esa forma. Ella le contó que su esposo había sido borracho y golpeador, le contó el enorme alivio que sintió cuando él falleció. No... En realidad se había sentido destrozada, sola e indefensa. Pero solo fue un tiempo, un muy breve tiempo.
"Es el miedo a la libertad, niña" le había dicho la mujer. "En ese momento tuve miedo porque creía estar perdida en un mundo enorme, sola, sin nada que poder hacer respecto a mis ocho hambrientos hijos. Pero no, mi gran ancla ya no existía y me di cuenta de que era libre, y mis hijos también".
—Ella dice que no es correcto que yo este viajando con tantos hombres— le dijo de repente, partes de la conversación volviendo a su mente—. Ella, como gran parte del Páramo, ya te ven como el esposo de mi hermana... Dice que deberías estar buscándola.
El tono claro natural de la piel de Bricio se tornó rojo hasta la frente. Sus ojos morados enfocados en la mujer a la distancia.
— ¡Entrometida!— gruñó en voz baja, maldiciendo, el tema del matrimonio lo sacaba de sí—. La buscaré cuando regrese de mi reunión con lord Duhia— escupió el pasto seco que había estado masticando con sumo rencor—. Aldeanos desagradecidos, criticándome. Todo lo que hago es por ellos.
—Tu no quieres casarte con ella, por eso no corriste a buscarla— musitó Alas, sus ojos juzgándolo—. Si yo también desapareciera, ¿simplemente seguirías en tus asuntos esperando desocuparte para salir a buscarme?
El rostro del chico seguía rojo, frustrado ante la idea de que ella también ahora lo pusiera en una prueba de moral.
—Más vale que no te desaparezcas, Alas— le dijo serio—. Porque en ese caso estaríamos en más problemas y tu padre nos corta—se detuvo a medía oración, aquello que estaba por decir despertaría malos recuerdos. Alas miró al suelo en el acto. Iba a decir "cortaría la cabeza", bien se dio cuenta—...Perdóname, Alita. No fue mi intención.
Alas se puso de pie en un salto, su cabeza encogida entre los hombros, le hirió que dijera eso y le hirió la idea de volver a ser la causante de más ejecuciones. Fue como tirar sal a la herida abierta...
—Alita, en serio. No quise decirlo de esa forma, no quise decir eso— balbuceó Bricio acuclillándose junto a ella tomándola de los hombros, buscando sus ojos—. Sí, claro que te buscaría. Dejaría todo y te buscaría.
Alas quiso creerle por un instante. Pero en ese momento las palabras de su madre acerca del rey Sayer y las palabras de Lili sobre los hombres se mezclaron en su mente.
Sabía que Bricio hablaba solo para animarla, para no hacerla sentir mal. Como todo caballero debía hacer cuando se trataba con una niñita sola y lejos de su familia. Vio a sus pies la tierra fértil con pasto y recordó que ya no estaba en el Páramo, ya nadie le daría una palabra de apoyo o afecto genuina... Y que en ese mismo instante estaba recibiendo lástima y compasión.
Ella no quería la lástima de nadie.
— Y... es lo que debes hacer, como este viaje y como casarte con mi hermana— musitó la niña sin mirarlo. Hizo una pausa, sabía que Bricio no diría nada—. Está bien, porque yo también solo hago lo mejor para el Páramo: como este mismo viaje o casarme contigo en caso de que Ilumina sea desheredada.
Antes de que Bricio pudiera articular palabra alguna, corrió hasta Lili y le pidió que ya se fueran a descansar, que tenía sueño. Alas era tan solo una niña de ocho años, casi nueve, pero entendía cómo funcionaba el mundo de los nobles, de las personas que nacían con títulos. Sabía que Bricio y Owen eran excelentes chicos que siempre harían lo que se esperara de ellos, todo por honor. Y lo mismo ella.
Ahora no debía distraerse, no debía amargarse, de ahora en más solo debía preocuparse en enmendar todos sus errores y enorgullecer a sus padres sin tener que solo ser un plan de respaldo.
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La sacerdotisa del Valle
AventureContinuación de " La Bruja del Páramo". El mundo de los Doce Reinos se amplía con los sucesos que vienen desde otro continente. Alas inicia una nueva vida con Jíni, su mentora. Jíni, heredera del Valle Inmaculado. Quien nació solo para servir a las...