Mis piernas están por sobre las suyas, mis brazos están enredados en su cuello y mi rostro no se aleja de la curva entre esté y su hombro. Una de mis manos acaricia lentamente su pelo y siento como todo su cuerpo vuelve a respirar con normalidad. Llevamos un buen rato así, sentados bajo el borde de la ventana sin nada más que escuchar que solo el latido de nuestros corazones. Connor me acaricia la mejilla y con su otra mano me aferra más a su cuerpo desde la curva de mi cadera. Siento la gran necesidad de no hacerlo hablar, no quiero lastimarlo con el pasado, no quiero.
Su largo suspiro me indica que no ay vuelta atrás, me lo contara todo.
-Mi madre murió cuando yo tenía diez años, mi padre enfermo sicológicamente y se enfrasco en el alcohol y en su propio y egoísta dolor. No voltio a mirar que yo también sufría por mamá. Cuando cumplí trece años mi padre decidió mudarse porque ya no soportaba el recuerdo de mamá encerrado en esas paredes. Prometió visitar un especialista y nunca más dejarme solo. Por esas vueltas de la vida encontramos a una de las mejores amigas de mi madre. Sandra Berry. Ella ofreció su ayuda incondicional a mi padre y prometió no dejarnos solos jamás, por la memoria de su amiga.
Mi padre comenzó en un nuevo empleo y yo en el nuevo instituto. La amiga de mi mamá nos iba a visitar con frecuencia y yo tenía la oportunidad de jugar con su hijo. Tenía casi mi misma edad, yo era mayor por dos años, es tu edad. La pasábamos genial. Un día mi padre llego feliz, dijo que nuestra vida estaba mejorando y así lo creí. Pero no. Nada en la puta vida podría haber cambiado lo que paso después. Lo ascendieron. Comenzó a llegar de madruga y ya no tenía con jugar o con quien hablar. La señora berry se ofreció a cuidarme por las noches y mi padre no pudo rechazar una vez más su ayuda. Me daba golosinas, veíamos películas y en con ella podía hablar horas de todo lo que mis maestros me pasaban y enseñaban.- su garganta emite un gruñido desgarrador y sus manos aprisionan con fuerza mis caderas. Me duele físicamente, pero nunca más de lo que me duele escuchar cada palabra que dice. Cada palabra que sale de su boca lo mata, cada vez cierra los ojos me aprisiona mas contra su cuerpo. Aun no sé qué es lo que paso, pero no estoy segura si quiero escucharlo.- Una noche me dijo que había inventado un nuevo juego solo para mi, un juego que nos iba a encantar.- sus ojos se cierran y mi corazón se acelera al cien. Sus dientes carraspean por la fuerza con la que apreta su boca una y otra vez. Siento que sus mandíbulas tiemblan por toda la rabia y toda la fuerza que está reteniendo.- Esa fue la primera vez que me violo.- mi cabeza niega una y otra vez y mis ojos duelen al mantenerlos cerrados con tanta fuerza, no puedo mantenerme fuerte por él, no puedo. Me aferro a su cuello y grito de dolor, sofocándolo en el. Mi garganta duele por el nudo que se ha creado en ella. Mis dientes muerden con fuerza mi labio y siento que sangra. Connor llora fuertemente y desgarradoramente en mi pecho.- Al día siguiente mi cuerpo dolía y era casi imposible moverme.
-No sigas, por favor no sigas.- cada palabra me mata.
-Tengo que hacerlo abby, tengo que hacerlo porque me está quemando.- sus sollozos son fuertes y su respiración se agita cada vez mas. Solo aprisiono su cabello a un mas en mis manos y aun que sé que estoy poniendo toda mi fuerza en ello, no lo suelto, lo aprisiono mas contra mi pecho. Mis dedos tiemblan y mis piernas ni siquiera responden. Todo mi cuerpo suda y tiembla sin control. Ni quiera mi respiración puedo controlar.- Mi padre no me envió a clases pensando que había cogido gripe o alguna enfermedad sin gravedad. Se sentía mal por dejarme solo y es ahí cuando una vez más la volvió a llamar.- sus manos comenzaron a temblar y del fondo de su garganta salió un gruñido desgarrador.- cuando vi aparecer su silueta en el umbral de mi puerta, sabía perfectamente que era ella. Mi mirada estuvo toda la noche en un mismo punto y ahí se quedo por horas. Comenzó hablar con mi padre y le sugería que no llamara a un médico, que solo era una gripe sin importancia de la estación. Que miles de veces pasaba, que ya me pondría mejor .Su voz me quemaba, yo estaba confundido y no sabía muy bien lo que había pasado. Solo sabía que estaba mal, que estaba muy mal. Porque mi mama siempre me decía que tuviera cuidado si en la escuelita o en el camino a casa me tocaban así. Solo recordaba las palabras de mamá una y otra vez en mi mente. Quería gritar y contarle a mi padre, pero cuando mi mirada abandono por fin ese punto en el vacío, solo pude ver su rostro, ese rostro que me miraba con maldad pura en los ojos. Solo los cerré con fuerza y desee poder nunca despertar. Su mano acaricio mi rostro y toda la piel se me erizo. Me pregunto si me había gustado el juego y me aseguro que lo podíamos repetir, que poco a poco me gustaría. Su aliento me repugnaba y su mano recorría sin control cada centímetro de mi piel .- no podía mas , sentía que mi piel se erizaba con cada palabra , sentía que mis dedos se estaban encarnando en su cabello y nos estábamos desgarrando el alma con todo esto . Pero él seguía sacando todo, y yo tenía que estar ahí por el.- La segunda vez que lo hiso el dolor aumento, la tercera disminuyo pero el asco era insoportable. Cada día llegaba del instituto y me encerraba en mi cuarto a mirar ese punto en el vacío. Mi padre al principio me hablaba y me preguntaba una y otra vez que es lo que pasaba. Me repetía una y otra vez que mamá nos estaba cuidando, que fuera fuerte, que no estuviera triste.- su llanto me desgarra cada vez más el alma.- Poco a poco fui quedando solo, ya no jugaba con mis vecinos y mis compañeros dejaron de insistir que volviéramos a ser amigos. La gran señora Berry por su parte, sugirió que esta etapa de trauma pos perdida de mi madre pasaría pronto, que mi padre no debería insistir, que solo debía darme tiempo. Paso el tiempo, si. Y ahora su juego sexual favorito era el sexo oral. Mis manos luchaban contra eso, pero solo las amarraba al borde de mi cama y me pegaba una y otra vez con el cinturón de mi padre para que dejara de llorar y de moverme. Luego comenzaba a gritar, pero también eso lo controlaba. Solo dejaba marcas en lugares que nadie podría ver. Paso un año y no pude soportarlo más, una madrugada que mi padre se demoraba en llegar, tome la decisión de no volver a dejar que nadie nunca más me tocara. La espere como siempre en mi habitación bajo sus instrucciones, cuando comenzó a tocarme me desespere y no lo dude ni un segundo más. Mientras ella estaba arrodilladla frente a mi practicando lo que tanto placer le daba, le enterré con todas mis fuerzas, con todo mi asco y con toda mi rabia un cuchillo en su cara, lo deslice hacia abajo con rencor y la sangre me inundo las manos. Corrí lo más fuerte que pude y me escondí bajo la cama de mi padre, me quede en posición fetal escuchando como sus gritos inundaban la casa.
Mi padre se mudo y le dio una y otra vez las gracias por no tomar catas legales en el asunto. Le pidió una y otra vez disculpas por mi comportamiento y justifico todo con el trauma de mi madre que ella misma le había hecho creer. Mi padre comenzó de nuevo y me envió a cientos de sicólogos, pero mi mirada seguía en ese punto en el vacío. Con los años volví a hablar, pero solo con el. Decidió suspender mis terapias y vivir juntos sin preguntas y sin nada más. Cinco años después logro fundar su propia empresa, y decidió establecerse en el lugar donde consiguió fundarla. Meses después conocí el amor de mi vida, Una niña preciosa que me enseño lo que es el amor, Una niña preciosa que me enseño que la vida no se vive mirando un punto en el vacío, Alguien por quien daría mi vida. Ella me enamoro con su risa, con su pelo, con sus ojos, con sus labios, con todo su ser. Abby waylan contigo aprendí lo que es vivir. Te amo mi amor, y aunque me dejes, te seguiré amando.
Mi pecho sube y baja descontrolado, ciento frio en todo mi cuerpo y mis lágrimas hacen un recorrido inúndante por mis mejillas, por mi cuello y por mi pecho, he llorado tanto que ciento que ya no tengo lagrimas. No puedo procesar nada, todo esto es demasiado. No sé qué hacer, No sé cómo reaccionar. Sé que lo amo y que no lo dejare, ni por esto, ni por nada. Es solo, que no sé qué decir.
Llevamos veinte o treinta minutos así, calmando la respiración y no queriendo soltarnos nunca. Su rostro sigue contra mi pecho y mis manos le acarician la espalda sin cesar. Sé que tengo que decir algo, Pero no sé qué decir para consolarlo. No sé cómo actuar.
Su rostro se separa y por fin puedo volver a mirar sus ojos, están rojos e hinchados por tanto llorar , y sé que los míos deben estar iguales. Nada ha cambiado, no lo miro con asco como él piensa, sigo amándolo de la misma manera. Loca e intensamente.
-No sé qué decir, no sé cómo actuar y no te quiero mentir, esto cambia todo.- Su mirada me abandona y mi mano toma enseguida su mentón.- Lo cambia por que indudablemente esto no me lo esperaba, pero no cambia en nada lo que siento por ti. Te equivocaste completamente, nunca te podría mirar con asco por esto, nunca. Sigo mirándote como una loca enamorada, sigo pensando que has sido el regalo más lindo en mi vida, que sencillamente sin ti no hay vida. Esto, Esto lo vamos a superar juntos, Te lo prometo.- ahora es él quien se abalanza sobre mi y enreda sus brazos en mi cuello, solo le rodeo la espalda con mis manos y lo abrazo fuertemente. Solo quiero que sepa que estoy aquí, y que siempre lo estaré y lo mucho que lo amo.
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Estiro mi cuerpo a largo de mi cama y mis pies chocan con los suyos. Lo observo por largos minutos dormir y levemente le acaricio uno de los pequeños rizos que se le forman sobre su frente. Es realmente hermoso y completamente varonil. Pero aun así en su cara no deja de estar la ternura de la que yo me enamore.
La puerta suena levemente y su cuerpo comienza a estremecerse en la cama.
Me levanto rápidamente y me asomo para ver quién es.
-¿Estás bien? Sentí llorar anoche y no me niegues porque tienes unos ojos, que madre mía te los encargo.
-Las reconciliaciones llevan lagrimas creo.- su mirada se suaviza y me regala una sonrisa de alivio.
-Vamos a ir a esquiar hasta el punto más alto, ¿Se apuntan?- en su cara hay emoción absoluta.
-No gracias, creo que nos estará bien estar solos. Además tendremos la caballa para nosotros solos.
-Huy, coqueta. Me demorare lo que más pueda. Pásala súper.- me da un fuerte abrazo y moviendo la pelvis se aleja. Sé muy bien lo que me quiso decir con eso .
-Así que.- su voz me sobresalta y girándome me lo encuentro mirándome.- ¿Tenemos la caballa para nosotros solos?.- mis mejillas arden y levemente suelto una risa nerviosa.
Cierro la puerta y me acerco a el. No recordare nada de lo de ayer, y el tampoco.
-Me encanta cuando te ruborizas.- me tiende una mano y al Aceptarla me jala fuertemente hacia el. Literalmente caigo en su pecho.
-A mi me encantas tu.
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?R*3
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Si te quedas conmigo
RomanceAbby es una estudiante de 17 años a la cuál le encanta leer y pasar tiempo con sus amigos. Una vida normal. Hasta... que todo cambia cuando connor ,el chico nuevo del instituto se cruza en su camino . Los dos se vuelven locos el uno por el otro, p...