Capítulo 1

124 11 7
                                    

Todos nos hemos visto obligados, alguna vez en nuestra vida, a hacer algo que no nos gusta; por no vernos enfrentados a las consecuencias o porque estamos subordinados a alguien. Yo me encontraba en esa última situación.

Más bien, me encontraba en medio de la reunión anual de los Burdock's, donde no conocía a nadie, exceptuando a mis padres. Súmale que esto es un baile y mi capacidad de relacionarme es casi nula.

Yo soy todo lo contrario a mis progenitores. Mientras ellos disfrutan de las danzas, de pasar el tiempo en comunidad, de venir a este tipo de eventos; yo soy retraída y con poco poder para socializar.

Eso estaba bien para mí, pero había momentos en donde me daba cuenta de las desventajas que traía mi actitud. Nos puede gustar estar solos, pero no sentirnos solos; eso lo tenía claro. Yo apostaba que si no hubiera estado sola toda mi vida, sería alguien muy diferente.

—Sky, baila, por lo menos, una canción —pidió mi papá, mirándome fijamente con aquella expresión de "Estás a mi disposición, hija"—. No te vas a quedar sentada toda la noche.

Llevaba una larga cuenta de todas las veces en las que él me había dicho lo mismo. No porque fuéramos a muchos eventos, sino porque esta era la charla común de cada reunión social.

—No voy a bailar—proteste, de forma muy suave. Lo menos que quería era obtener un regaño gracias a mi altanería—. No es que no quiera, resulta que no hay nadie de mi edad.

Yo poseía la razón. Nadie en todo el salón era menor de 40 años y mi incapacidad de relacionarme prevalecía sobre cualquier edad.

Papá inspeccionó el salón para revisar si mis palabras eran correctas. Su cabeza se movió lentamente hasta detenerse de un momento a otro. Una sonrisa de satisfacción se instauro en su rostro.

—¿Qué hay de ese chico de allá?—Señaló hacia el otro costado del lugar.

Mi vista se enfocó en la única persona que se había saltado de mi vista. Él parecía igual de solitario que yo. Por otra parte, ya intuía lo que lo que mi padre estaba pensando.

—Levántate. Te voy a conseguir una pareja de baile.

Yo me aferre a la silla de madera. No obstante, ellos me recriminaron con la mirada y yo era susceptible a ella. Soy alguien pusilánime y estaba segura de que mis padres se aprovechaban de ello.

Me paré sin rechistar y lo seguí.

Aunque sea un poco difícil de creer, esta no era la primera vez que él hacia esto. En fiestas anteriores, les había preguntado a chicos al azar, si querían ser mi pareja de baile por esa noche. Todas esas propuestas habían terminado en negaciones por parte de ellos. No los culpaba; si yo estuviera en esa posición, hubiera hecho lo mismo.

Llegamos hasta el chico. Papá se acerco, dejándome atrás, y escuche decirle el mismo monologo de siempre: "Mi hija está sola, tú estás solo y ahí una pieza musical sonando. ¿Por qué no bailan?".

Además de estar avergonzada por las palabras de mi padre, yo estaba preparada para un "No" y me quede sorprendida al oírlo pronunciar un tímido "Sí".

Lo mire, dándome cuenta de que estaba en una situación parecida a la mía; obligado por la familia.
El chico vino hasta donde yo estaba, sin dejar de hacer contacto visual, mientras que mi padre sonreía por haber logrado su cometido. Luego, se marcho de vuelta a la mesa donde estaba mi mamá, para contarle que su negocio por fin había tenido éxito.

En ese momento, nos quedamos, el chico y yo, quietos en medio de la pista. Yo no lo conocía y se notaba que él menos a mí. Afortunadamente, fue él quien dio el primer paso y puso su mano izquierda en mi cintura, para luego tenderme la otra y estar en posición de baile.

Lo Opuesto a La Belleza - Wattys 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora