Capítulo 6

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Para la población adulta en general, el año empezaba el 1 de enero; pero, para los estudiantes, esta fecha se corría hasta tu primer día de clases. Situación que yo, fervientemente, odiaba.

Sin embargo, no me podía esconder de aquellos problemas y me encontraba en el asiento de copiloto del auto de mi prima, Cece.

Ella era un año mayor que yo y se comportaba como toda una senior. No era para menos, una chica como ella gozaba de popularidad a donde quiera que fuera y contaba con un novio estable y casi perfecto. Además, tenía un hermoso descapotable rojo. ¿Qué más podía pedir?

—Consejo del día, Sky —avisó, mientras conducía—. Si llevas un vestido como el que tienes puesto, párate derecha y sube tu mirada. La prenda hace el resto.

Cece tiene esa costumbre de regalarme una rápida información de su vasta sabiduría sobre vanidad femenina. No me molestaba que hiciera eso. Es más, me alegraba ya que era de los pocos acercamientos diarios que teníamos.

Por otro lado, estaba el vestido que usaba hoy. El cual era un tanto ceñido al cuerpo y con una falda redonda. Yo estaba muy conforme con los pantalones, pero Aiden había dicho que tenía lindas piernas. Lo cual se había hundido en mi cabeza y no me dejaba pensar bien.

—Cambiando de tema, te deseo un buen año escolar —afirmó, con una sonrisa en sus labios rojos—. Aunque, es de esperarse que tu saques buenas notas. ¿Vas a presentar el PSAT[1]?

Bufé un poco y puse mi brazo sobre el marco del vidrio. Mi mente quería un descanso de esas siglas debido a que mi madre no dejaba de exasperarme con el hecho de que debía esforzarme más para tener una de aquellas becas de merito.

—Estoy obligada —le contesté—. ¿Qué hay de ti? ¿El SAT[2] o el ACT[3]?

—Ambos —respondió, sonando fuerte—. Todavía no me he decidido, por ello necesito tener varias cartas debajo de la manga.

Asentí, mientras miraba los conocidos y largos robles que rodeaban la escuela. Una multitud estudiantil ocupa los alrededores. Nosotras nos dirigimos al parqueadero estudiantil, en donde siempre había un espacio reservado para Cece.

—¡OMG! —exclamó ella, a mitad de camino.

—¿Qué pasó?

—Mira eso —apuntó con su dedo, sin soltar el volante—. Esa chica lleva la misma blusa que yo.

Seguí la dirección de su índice, chocándome con una morena con una pendra igual. Mire a mi prima; ella estaba boquiabierta, sin mencionar asustada.

—A ti se te ve mejor —le dije, subiendo y bajando mi cabeza—. Ella no la supo combinar.

Cece entrecerró sus ojos y analizó a la chica. De la nada, apareció una sonrisa pícara en su rostro.

—Hoy es un buen día para lucirse —determinó y aparcó rápidamente.

Abrió los 3 primeros botones de la blusa, dejando una gran vista de su escote. Movió el espejo retrovisor y se acomodó frente a él. En menos de 2 minutos, sus labios estaban más grandes y sus ojos miel se veían misteriosos y atractivos.

—Observa cómo se supera a una principiante —anunció, saliendo del auto con su bolso en el hombro.

Subió su falda unos centímetros más de lo adecuado. Lanzó su cabello negro hacía atrás y caminó por enfrente de aquella chica, contoneando sus caderas.

La vista de los hombres, que estaban a menos de 20 metros a la redonda, cayó sobre Cece. Ella no se intimido en ningún momento y sonrió satisfactoriamente al ver la reacción de la morena.

Lo Opuesto a La Belleza - Wattys 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora