Capítulo 11 [11:11]

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Viernes en la noche. Me encontraba en la cena familiar/no familiar casa semana. ¿Por qué la catalogaba de esa forma? No estaba con mis padres, sino con mis tíos y mi prima Cece. Ellos eran un hermoso retrato y yo estaba pegada a esa foto con cinta adhesiva.

Aun así me gustaba este día. Había salido temprano del trabajo y Paul (en realidad, Pablo) había hecho alarde de su nacionalidad mexicana deleitándonos con sus burritos y enchiladas.

—¿Qué tal están, amor? —preguntó Paul, tomando de la mano a mi tía Marie.

Ella subió su mirada encontrándose con la de él en un gesto de amor infinito.

—Deliciosos, cariño —susurró, acortando la distancia entre ellos para darse un beso.

Gire mi cara para no perturbar su intimidad.

Ellos eran el vivo ejemplo de almas gemelas. Se habían conocido en, hace 7 años, en unas vacaciones donde mi tía y Cece fueron a Puerto Vallarta y Nayarit. Él era el recepcionista del hotel en donde se quedaron. Fue amor a primera vista y compartieron el uno con el otro por un lapso de 2 semanas. Sin embargo, ella tenía que volver y nunca pidió su número para contactarlo.

3 años después, mi tía se encontraba en una página de citas y, por los azares de la vida, encontró el perfil de Paul. Él se había mudado a Nueva York, donde trabajaba en una sucursal del mismo hotel. Pactaron una cita para reencontrarse y los sentimientos volvieron a florecer.

En la navidad siguiente, debajo del árbol de navidad había un paquete diminuto para Marie de parte de Paul. Ustedes ya se pueden imaginar que era. Por lo tanto, el 17 de marzo se casaron y desde ese momento viven juntos.

Ahora, él era recepcionista de un hotel diferente aquí en Baltimore, mientras mi tía trabajaba en su agencia de seguros. Habían tenido los típicos problemas de pareja, pero Paul sabía solucionarlos con un poco de su comida picante.

—Demasiada dulzura para mí —opinó Cece, viendo de reojo a su mamá y a su padrastro.

—¿Qué hay de Tyron y tú? —le recordé, mordiendo mi burrito—. Cada vez que los veo se están comiendo la boca del otro.

Ella bajo la mirada con sus mejillas sonrosadas y soltó una risita.

—¿Celosa? —inquirió, levantando una ceja.

Iba a responderle pero fui cortada por el timbre de mi celular que se encontraba sobre la mesa. Miré el identificador, donde anunciaba a Aiden. Contesté.

—Hola, Allen —saludé, típicamente.

—Sky, ¿estás en tu casa? —preguntó, sonando nervioso.

—Sí. ¿Por?

—Llego pronto —dictaminó, colgándome.

Quedé con la boca abierta y el teléfono en la oreja. Reaccione tras algunos segundos y me dí cuenta de que no tenía permiso para que él viniera.

—Tía —la llamé. Ella se separó de Paul y me miró—. ¿Te importa si Aiden viene a visitarme ahora?

—Sí —respondió, rápidamente, con tal de volver a los labios del mexicano.

Sonreí y terminé mi comida, ante la mirada inquisitiva de Cece.

—¿Pasa algo? —le cuestione, a la vez que levantaba mi plato.

—Solo me preguntaba, ¿Qué clase de amigo viene a visitarte a las ocho y media de la noche?

Sabía lo que me intentaba decir y negué con la cabeza. Me agache y murmuré en su oreja:

Lo Opuesto a La Belleza - Wattys 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora